domingo, 28 de marzo de 2010

KARMA COMO ESPIRITUALIZACIÓN DE LA VENGANZA




El tema de la moral resulta tan interesante que podría escribir cientos de ensayos partiendo de tal concepción humana. Quizás lo que me resulte tan atrayente de estos tópicos de escribir en piedras los cánones de lo bueno y lo malo es el hecho de que toda moral ensucia las verdades. Y este servidor, como amante ciego del conocimiento, siente la profunda aversión hacia todo oscurantismo, incluyendo el moralista.

Como lo he mencionado en ocasiones anteriores, el moralizar la naturaleza es el más terrible y común de los errores. Podría admitir de buena gana que la moral del humano funge de gran utilidad para establecer el orden en las sociedades. De hecho, de eso se trata: es una herramienta humana (abstracta, variada y perecedera) para controlar humanos. Pero lo que no podría tolerar es que se humanice a la naturaleza con palabrejas como “bueno” o “malo”, “amor” u “odio”, entre otros farfulleos no asertivos. Como bien dijo Protágoras, “el hombre es la medida de todas las cosas”, siendo la impronta que deja en lo que le rodea no solo un asqueroso aroma del ego, sino una oda a la estupidez. Si las lagartijas tuvieran conciencia, su diosa sería una lagartija. A eso es a lo que me refiero.

Empecemos el discurso por lo siguiente: ¿qué es la justicia? ¿Y en qué se diferencia ésta de la venganza?

Al establecer un sistema moral en una sociedad, se funda bajo consenso lo que es bueno y lo que es malo. Cuando uno actúa de forma “buena”, en concordancia con la proporcionalidad natural del mundo que nos rodea, se espera que tengamos una recompensa como consecuencia. Esa recompensa podría ser un premio por nuestra conducta, la aceptación armónica de uno por parte de la sociedad, la seguridad en uno mismo, que evitemos un castigo o consigamos la paz (artificial y auto-condicionada) de nuestra conciencia. En pocas palabras, es “justo” que actuando de buena manera recibamos buenos frutos. De otra forma, ¿para qué comportarse bien?

Pero hay que tener un sutil cuidado con la justicia de lo malo, porque aunque pareciera ser análogo al sistema de lo bueno, no lo es. Mientras que el esperar efectos buenos por acciones buenas es algo, desde mi punto de vista, relativamente aprendido, lo malo me salpica el rostro con una naturalidad avasallante. Básicamente, cuando uno actúa de “mala manera” es porque se viola el consenso moral, y basta recordar que este consenso es necesario para armoniosa convivencia de todos. Entonces, cuando se actúa mal, se violenta de alguna forma a otros individuos.

¿Y qué ocurre cuando alguien o algo nos agravia? Inmediatamente, sin racionalizarlo, queremos obrar en retaliación. Queremos vengarnos, y este deseo de venganza, aunque lo espiritualicemos y enmascaremos verbalizando la palabra “justicia”, es sólo eso: el deseo innato de devolver el daño que nos han hecho. Es tan natural este impulso, que hasta en los animales se observa. Dad comida a un perro callejero y es posible que no te siga ni te mueva la cola. Atacadlo y verás como se lanza a morderos.

Queda en evidencia entonces la diferencia entre justicia y venganza. Ambas actúan en base a las causas y los efectos, pero la segunda emana de lo más álgido y brutal de nuestra animalidad.

Sin embargo, a pesar de formular toda una serie de “castigos lícitos” en los sistemas de justicia para penalizar a quien nos agravia, en muchas ocasiones no nos son suficientes para compensar nuestra sed. Muchas veces ni siquiera se puede castigar al agresor que nos irrespeta. Solución: los sistemas de justicia metafísicos.

Cuando se recurre a un sistema metafísico de justicia es porque se anhela que la “justicia divina” compense lo que las leyes de los hombres no pueden llenar. Sí, así de sediento es nuestro instinto y nuestra hambre de venganza (o de justicia para lo malo). El infierno es bien conocido por el mundo occidental como el penal por excelencia de las almas moralmente malas, pero en el mundo oriental, siempre más refinado espiritualmente, se encuentra el sistema del Karma.

El Karma tiene diferencias de acuerdo si se es hinduista o budista, en donde ser parte del primer gremio implica una creencia karnática más metafísica que el segundo. Sin embargo ambos parten del dogma de una moral universal, lo cual pone en evidencia lo artificial de la implementación del karma como su filosofía base. Esto es moralizar la naturaleza.

Bien sea para compensar las venganzas insatisfechas acá en la Tierra o para explicar por qué a veces, desde un punto de vista moral, a las personas buenas les va mal en la vida y viceversa, el Karma es una espiritualización más de nuestra animalidad. O en otras palabras, en un aforismo que se me ocurre, “el perro agraviado muerde, el humano agraviado anhela reencarnaciones justas”

Y como toda metafísica al fin y al cabo, son más las preguntas que deja que las que soluciona. Mi escepticismo nace ya con el hecho de que las creencias karmáticas nacen del basamento de una moral universal. Y como hemos aclarado al principio de este ensayo, toda moral, como herramienta humana, es artificial. Moralizar los eventos es impregnar de humanidad lo que no es humano. Es proyección, como bien dirían los psicólogos.

Por otro lado, ante la posibilidad de reencarnar en animales, y por amor a la dialéctica, se tienen las siguientes inquietudes:

  • ¿Por qué se me castigaría, ante una mala acción, reencarnándome en un animal? ¿Es que ser otro ser vivo es malo, bajo o inferior?

  • Si toda alma reencarna, entonces la cantidad de almas en el universo es constante. Se sugiere entonces que tal es la cantidad de muertes como la cantidad de nacimientos en el universo. En vista de que esto no se cumple en el planeta Tierra, hay que admitir la vida en otros apartados de la galaxia. Que esto quede como corolario de interés para los astrónomos.
  • Si los animales están envueltos en este sistema, ellos tendrían moral también, pues sus almas deberán reencarnar en función de sus comportamientos. Ahora echemos un vistazo a la naturaleza: ¿los animales tiene moral?
  • La utilidad del karma, aparte de ser un sistema de justicia metafísico, sería “evolucionar” la conciencia de los seres para que la misma se vaya refinando ante cada nacimiento. Eventualmente, muy adentro en los epítetos del futuro, todos los seres habrán refinado tanto su mente que ya no existirían “seres inferiores”. O bien esto significa el exterminio de toda vida, o bien significa que de alguna manera volveremos a ser “inferiores” luego de alcanzar el cenit mental-espiritual. En ambos casos, ¿para qué refinarse entonces?
  • Algunas mentes privilegiadas pueden, supuestamente, recordar sus vidas pasadas. Si la finalidad del karma y las reencarnaciones es mejorar moralmente la conciencia, ¿qué sentido tiene que no todos podamos recordar lo que hemos vivido con anterioridad? ¿Cómo aprenderemos entonces?
  • ¿Debo luchar en contra de las injusticias o de la desigualdad de clases aún a sabiendas que esas son consecuencias merecidas de karmas anteriores?

Estimado lector, por ser humano te conviertes en mi hermano. ¿Por qué huyes del mundo? ¿Por qué no colocas el centro de gravedad de la vida en la vida? ¿Por qué no clavas los pies en la tierra y arrastras la arena con el movimiento de sus dedos?. ¿Por qué no eres valiente y amas al mundo tal y como es? ¿Por qué haces metafísica?

Recordad siempre que la moral es creación tuya, no al revés. Esto te incluye, creyente de "El Secreto"...
Leer más »

HOMBRES DE NIEVE MALIGNOS, VAQUEROS Y DARKAR


Snowmen


Los hermanos noruegos Van Flaaten (Markus y Tommy), con su corta edad, son uno de las parejas de animadores más reconocidas en Newgrounds. Ya he hablado de Markus en una publicación anterior, pero insisto en que sus trabajos son de mucha calidad.

A continuación les dejo esta animación hecha por este dúo dinámico, la cual muestra evidentes influencias de Ren & Stimpy (o para ser actuales, de Bob Esponja, que sería decir lo mismo). Genial la edición:


"Snowmen"


The Ballad of Cripple Kane



Esta es, sin duda alguna, una de mis animaciones favoritas. Ya he reseñado este trabajo hace algunos meses, pero con las disculpas de mis antiguos lectores, el corazón me pide comentarlo de nuevo. La razón: Es EXCELENTE.

El autor es Hans Van Harken, A.K.A. Almightyhans. Su animacion rememora las películas de vaqueros de la década de los 60's y 70's, tratando de hacer referencia a las tomas y planos clásicos de aquel entonces. Además, el soundtrack es la canción "A gringo like me" de Ennio Morricone. Estas características ya me hacen sonreír.

Pero por si fuera poco, combina el buen gusto clásico con el arte de animaciones de estilo moderno. Observando con perspicacia, las ilustraciones son consecuencia de la tendencia de hace 10 años hasta la fecha por dibujar con influencias minimalistas, con trazos rectos, figuras geométricas sencillas e ilustraciones con gradientes de color bastante marcados y discretos. Ejemplos populares de lo que quiero decir son las caricaturas de las Chicas Super Poderosas, las nuevas caricaturas de Superman y Batman, entre otras similares.

Por utilizar a Ennio Morricone, por ser un trabajo profesional, por darle un toque vintage usando un fondo granulado y luego convertirlo en movie clip, por ser escueto pero acertado con los colores, por tomarse la molestia de analizar el movimiento de los caballos para luego poder animarlos, por hacer los créditos entretenidos, por conseguir el efecto (no trivial) de la cámara "temblando" y por animar hasta el tanquecito de Newgrounds, este corto se lleva mis congratulaciones:

"The Ballad of Cripple Kane"


Especial de navidad de Darkar, 2009



De los mismos creadores del pinguino gozón, de la mofa de Zelda, del vello púbico en la cabeza, de la disputa por el control remoto de la Tv y de algunos más, llega esta animación. Mencionar la frase "de los mismos creadores" no es más que un apego forzado a los lugares comunes introductorios, ya que el único creador de estas series se llama Roberto Alatriz, A.K.A. Darkar.

Este jovenzuelo residente de Las Cruces, Nuevo México, es uno de los animadores más representativos de latinoamérica en cuanto a animaciones de habla hispana se refiere. Sus trabajos están hechos en español, cuestión que muchas veces es criticada por anglosajones de mente anodina. Quizás por ello, o quizás con la intención de darse a conocer a un mayor número de personas, Darkar demuestra cortesía al colocar subtítulos en inglés.

Siendo apenas un estudiante todavía, el sorprendente Darkar tiene una página web en donde promociona sus animaciones, responde preguntas fastidiosas y da de buena gana algunos tips de arte, animación o edición de sonido. Lo podeís verificar por este enlace:

http://www.vetealaversh.com/home.html

Ahora bien, volviendo a la animación pertinente, reconozco que estamos en marzo, pero no por eso debo dejar pasar este buen trabajo "decembrino". Una de las cuestiones que más me agrada de Darkar es que es un animador inteligente, dándole vida (con movimientos bruscos y/o rápidos) sólo a lo estrictamente necesario, pero cuidando la estética y evitando todo acartonamiento. Asimismo es destacable el trabajo de sonido; todo se escucha impecable.

Disfruta cómo se le pide a Santa Claus por esta via:

"Xmas 09"


ARTÍCULOS RELACIONADOS

Leer más »

sábado, 20 de marzo de 2010

CRÍTICA A LAS DOCTRINAS IGUALITARIAS: SOCIALISMO





El ser humano es un animal con la heurística necesaria para crear herramientas tangibles y abstractas, desde la palanca hasta el pecado, desde la rueda hasta la belleza, desde la polea hasta la metafísica. Herramientas al fin, fungen como medio, como camino para conseguir lo deseado.

Lo deseado en muchas ocasiones es la capacidad de predicción de los eventos. Nuestra mente necesita de un sustento sólido para prepararse ante el futuro en base a las experiencias vividas, y está diseñada de forma tal que no sólo diferencia a conveniencia lo que es azaroso o no, sino que, dentro del orden que concibe artificialmente, observa patrones. Esta necesidad de observar patrones (que muy bien no tienen que ser tales), o este anhelo predictivo innato se expresa comúnmente en la “causalidad”.

Y en efecto, mucho antes de que podamos pronunciar esa palabra, la causalidad, como la necesidad mental de predecir los que nos rodea, embriaga nuestros instintos. Es así como desde pequeños observamos un universo aparentemente regido por las causas y sus efectos. De hecho, es un recurso tan presente en todas nuestras experiencias que es difícil concebir a la naturaleza de forma distinta.

Existe, en las primeras etapas de toda causalidad, una proporcionalidad entre las causas y los efectos. Por ejemplo, al darle un puntapié a un balón, si se le da con fuerza, éste avanzará más distancia que si se le patea con una fuerza menor. Mientras más tiempo un objeto esté cerca del fuego, más caliente se pondrá. Mientras más viento envuelva a una roca, más se erosionará ésta. Las ilustraciones de esta proporcionalidad, como bien se pudiera intuir, son prácticamente infinitas y sencillas de entender, en vista de que la naturaleza misma funciona de esa manera y nos lo hace saber a cada instante desde que nacemos.

Hemos de reconocer entonces que si existe una proporcionalidad, debe existir por lo tanto una diferencia entre toda la gama de causas y efectos, no solo en cuanto a sus naturalezas (fuerzas, sensaciones, influencias, entre otros) sino también en cuanto a sus magnitudes. Es así como las causas y efectos también pueden ser grandes o pequeños, y ante causas de magnitudes grandes, efectos de magnitudes grandes. Lo mismo ocurre análogamente con lo pequeño, incluso con lo oscuro, lo alto, lo débil, en suma, con la cualidad en cuestión.

En pocas palabras, antes de la causa y efecto mismas, existe la diferencia, tanto en naturaleza como en magnitud. En el caso de las diferencias por magnitud, son ellas el origen de toda proporcionalidad.

Como corolario inmediato, lo grande y lo pequeño, lo diferente, lo superior y lo inferior, lo alto y lo bajo, constituyen una parte intrínseca del universo mismo. De hecho, desde un punto de vista científico, se reconoce que la Segunda Ley de la Termodinámica es una inecuación, en donde la entropía es igual a cero o mayor. Y toda persona familiarizada con esta propiedad sabe que dicha ley es la que explica que el universo funcione como lo conocemos, con diferencias y de forma jerárquica.

Al hombre, a ese peculiar mamífero moralista, le encanta violentar la naturaleza (muchas veces sin percatarse de ello) con sus herramientas abstractas, producto de la negación de su realidad. En un mundo en donde existen valles y montañas, animales grandes y pequeños, diferencias, individualidades, arribas y abajos, contrastes, fluidos livianos y pesados, jerarquías y hasta un arcoiris con diversos colores, todo un compendio obediente de las causas y sus efectos y de su proporcionalidad natural; el hombre elucubra en función de sus necesidades y miedos moralidades igualitarias.

Si bien podríamos afirmar que como especie todos somos seres humanos, no todos los seres humanos son iguales. Cada individuo de la naturaleza es único. Cada capacidad, perspectiva, actitud y aptitud es única. Es una consecuencia de las diferencias intrínsecas explicadas anteriormente. Y como las diferencias son la cuna de toda proporcionalidad, cada causa y efecto oriunda de los individuos DEBE ser proporcional y distinta, en congruencia con la naturaleza que nos ha tocado vivir.

¿Qué ocurre entonces cuando lo abstracto pierde validez, como siempre lo ha hecho, contra lo tangible? ¿Qué ocurre cuando una moral desafía la naturaleza? Fracasa. Las morales igualitarias han estado, están y estarán siempre derrotadas por ir en contra de la naturaleza. La razón es que son artificiales, emanan de un ideal abstracto que los seres humanos inventan para su desarrollo social. Pero como ente abstracto al fin y al cabo, no tiene competencia con lo tangible, con la disposición natural, diferente y jerárquica de todos los eventos del universo.

En psicología son bien sabidas las desviaciones y patologías que ocurren cuando se reprime lo natural. Y es que el cuerpo (tangible, natural) siempre gana en contra de toda represión moral (abstracta, artificial) que se le imponga. Se escapa por intersticios, por las excepciones a la regla, por las neurosis, por las histerias, por el inconciente, por las sublimaciones, por las alienaciones…

Las ideas del “todos somos iguales”, del socialismo, del comunismo, las oclocracias y cualquier otra doctrina que nazca de una aparente nobleza de espíritu, está condenada a perecer desde su misma concepción por violar los mecanismos fundamentales de todo los que nos rodea. Serán ideas, serán teorías, pero nada más. La historia así lo ha demostrado.

Estamos en un mundo en donde ningún árbol es tan alto como otro, en donde el sol está en el cielo y la tierra en el suelo. Existe lo dominante y lo recesivo, la simbiosis y la parasitosis, los machos alfas y el resto de su manada, las diferencias entre especies, simios con cerebros grandes y amebas sin cerebros. Existe además una proporcionalidad, pues mientras más calor hace más rápido se secan los lagos, mientras más llueve más crecen los ríos, mientras más alto te elevas más visibilidad tienes. Nosotros somos seres humanos, somos una especie sublevada a la naturaleza, estamos embebidos en su sistema. ¿Podríamos nosotros violentar su funcionamiento y salir airosos? Evidentemente no.

¿Qué nos hace pensar entonces en que podemos violar las diferencias y las proporcionalidades? Las doctrinas igualitarias ofuscan toda diferencia y toda proporción. En el caso particular del socialismo, se busca que el producto trabajado sea común a toda la sociedad, independientemente del esfuerzo de cada individuo. En este sentido, el producto es de todos y es de nadie a la vez. Entonces las consecuencias últimas de evitar la diferencia, la jerarquía y la proporcionalidad son justamente las que se observan en la praxis de esta ideología: la desmotivación del más trabajador, la conveniencia y la conducta acomodaticia del menos trabajador, la no-meritocracia, el estancamiento de la producción y la espiral económica descendente. Estos síntomas, más que comprobar la infactibilidad del socialismo en la práctica, evidencian la consecuencia de tratar de invertir el flujo natural de los eventos con una abstracción moral igualitaria.

Adam Smith, en su libro “La Riqueza de las Naciones”, explica cómo una “mano invisible” moldea automáticamente, sin intervención humana, los mecanismos de la economía de mercado. Mucho se ha debatido y refutado desde ese entonces hasta ahora, y bien se sabe que ese comportamiento es una idealización que se desvía en cierto grado en la realidad. Si bien todo esto es cierto, es cierto también que el capitalismo obra en congruencia con el flujo natural de las cosas. Trabaja tan en consonancia con las causas y los efectos y sus proporcionalidades que ocurre ese “místico” fenómeno de la mano invisible. ¿Y es que alguien alguna vez ha hecho un esfuerzo por bajar un objeto en caída libre, o alguien hace esfuerzos en conseguir que la luz del sol caliente? Lo mismo ocurre con una economía basada en los mercados: Todo opera automáticamente, con la proporcionalidad natural.

No obstante, quisiera dejar clarificado que el capitalismo llega a ser antinatural también cuando la ganancia se obtiene por la ganancia. En analogía con los ejemplos anteriores, a pesar que cada árbol es de distinto tamaño y que cada uno percibe diferentes cantidades de luz, ninguno toma más de la necesaria. En caso contrario se secan. Sus raíces absorben agua de diferente forma, y raíces grandes y pequeñas absorben el líquido de manera respectiva; pero ninguna debería absorber más de lo necesario, pues el árbol se “ahogaría”. El capitalismo de la ganancia por la ganancia se transforma en un cáncer, y si el socialismo viola la segunda ley termodinámica, el capitalismo concebido en esa forma viola la primera, en vista de que se convierte en el consumo infinito de recursos finitos.

No podemos vencer a la naturaleza por cuanto somos naturales, de la misma forma en que el frío no se puede contrarrestar con hielo. Mi análisis busca una reflexión seria acerca de la imposición de morales igualitarias (económicas, sociales, políticas) y sobre todas las cosas persigue la defensa de la individualidad, de las jerarquías, de las causas y sus efectos y de las proporcionalidades. Es decir, persigue el levantamiento de morales acordes con el flujo natural de los eventos.


Leer más »

sábado, 6 de marzo de 2010

DAMISELA EN PELIGRO, ALIEN EN LAS CAVERNAS Y EL TÍO SANTA


"Information Saves Lives"


Markus Vad Flaaten (a.k.a. MarcyVF) es un muchacho noruego de apenas 16 años, pero con un talento increíble para la animación. Fue el autor de este corto, con el cual pretendía postularse al Sparky Awards 2009, una ceremonia de premiación que persigue promocionar el intercambio de la información en el mundo.

Prácticamente todo fue hecho por él mismo, incluyendo el sonido. A pesar de ser algo corta, la animación cuenta con un buen trabajo, en donde destaca la inclusión frecuente de arte pixelado. Se ve que ésto lo hizo frame per frame, a una velocidad de seguro mayor a los 20 fps (frames per second), así que hay que darle su buen mérito.

Quizás aprovechando lo curioso que es tener un hermano gemelo, Markus y Tommy (su gemelo) tienen una página web llamada http://www.vftwins.com/vftwins/vftwins.html en la cual comparten un portafolio común de todos sus trabajos. Demasiado talento para la edad que tienen, de verdad. Por eso quiero que mis hijos nazcan en Noruega.

Disfruta de la animación por este enlace:

"Infomation Saves Lives"


"Mammoth"


Esta animación fue una asignación académica para nuestro autor, Midnightheist (¿teísta de medianoche? ¿cómo será eso? Suena a evangélico de closet, !jajaja!). Confiesa no haber tenido suficiente tiempo para colocar sonido de fondo, así como también se autoflagela por algunos detalles en los escenarios.

No obstante creo que hizo un trabajo muy bueno. Algo que dice que tus niveles ya no son amateur es el uso correcto de las texturas y las máscaras como relleno de las formas. Fíjense, por ejemplo, que los colmillos de los mamuts están hechos con la textura de un papel sucio. También el traje del hombre, el interior de la cueva, entre otros, utilizan este recurso.

Buen concepto, buena técnica, buena tarea:

"Mammoth"


"Cold-Blooded Christmas"


Filip Janecic (a.k.a RWA) es un muchacho croata que aparte de estar contento por tener 18 años (...) hace animaciones y excelentes dibujos a lápiz. Basándose y utilizando la canción del corto, el pobre Filip se trasnochó durante dias para terminar esto a tiempo. Lo logró y le quedó muy bien, debo decir.

Para que compartas mi aversión hacia la navidad y hacia Santa Claus, échale un vistazo por este enlace:

"Cold-Blooded Christmas"



ARTÍCULOS RELACIONADOS

Leer más »

martes, 2 de marzo de 2010

ACERCA DEL SENTIDO DE LA VIDA Y DEL VÉRTIGO DEL LIBRE



Bajo un estirado fogueo existencialista que nos ha tomado años en madurar (pero que aún estaba verde), mis amigos y yo mirábamos al mar de la mañana. Sin premeditarlo, en ese día intercambiamos un diván por la arena, el incienso por una brisa playera; y nuestra mirada, en vez de posarse en una cara inexpresiva y escrutadora, se perdía más allá, lejos, en el lugar en el que supuestamente Dios separó las aguas del cielo.      
Uno de nosotros preguntó: “Si todos los humanos muriesen hoy, ¿cuál hubiese sido el sentido de su existencia?”. Y pareció natural, dada nuestras almas deductivas, extrapolar: “¿Cuál sería el sentido de la última generación de los humanos? Si no viniese nada más, si el humano fuese lo ulterior, ¿cuál hubiese sido su sentido de existir?”. Un rotundo silencio nos hizo la cortesía de introducir luego un unánime “no se”.      
Esto ocurrió el año pasado. Y un vaho se apoderó de mi.      
Siempre había intuido que el sentido de la vida, de todo lo que vive, era evolucionar. Eso lucía perfecto, puesto que encajaba en todos los seres. Todo lo que vive se desenvolvía ante mis ojos en una lenta espiral ascendente, procurando justamente eso, vivir. Todo lo que vive lo hace hasta donde es necesario, y cuando se tiene una prole, se vive también a través de ella. Para mi la vida se regurgitaba siempre a sí misma, violando toda física, recreándose a partir de la nada, en un sistema que siempre la refinaba un poco más y más. El deber de los hijos era redimir a sus padres, así lo pensaba y luego así me lo ratificaba Nietzsche. Decía: “Ser un puente es lo que más amo del hombre”, y con ello me hacía sonreír.    
¿Pero qué tal si la espiral truncaba? ¿Qué tal si todo lo que vive pereciera hoy mismo, a la vez? ¿Qué sentido tendría todo pasado? Pronto caí en cuenta de que la evolución es una herramienta de adaptación, no de refinamiento per sé. No se evoluciona para ser mejores, en función de lo que nuestro patrón de virtudes nos sugiere como el camino a tomar; se evoluciona para poder acoplarnos de la manera más ventajosa a los eventos externos. Si en el futuro sólo los seres gigantes tienen la supervivencia garantizada, nosotros “evolucionaremos” hacia los dinosaurios. ¿Por qué? Porque la vida no busca ser ni mejor ni peor, sólo busca vivir.    
Y estando suficientemente sano de todo dogma religioso, más allá de todo bien y todo mal, más allá de toda dualidad, más alto que todas las palabras y sus ilusiones, incluso más arriba del instinto del “todos somos uno”, encuentro sólo la nada, la contingencia filosófica, la posibilidad de haber sido o no, la gratuidad total, la vacuidad total, la náusea de Sartre.  
Y en un acto de suprema sinceridad, convirtiéndome a mi mismo en una mínima gota de agua, me volví emesis de emesis, la fusión de la boca con la cola, un círculo cerrado, escudriñándome mis más oscuros instintos. Y halle una de las grandes ilusiones: el control.    
Reconocí entonces eso que es tan humano, y más aún, tan animal. Esa forma inconciente e instintiva de unir puntos para conseguir patrones, de unir eventos buscando causas y efectos, construyéndome costumbres, rutinas, eliminando toda adaptación primigenia, sesgando toda posible sorpresa. Me descubrí tomando un puñado de variables y sometiendo a la naturaleza a seguir las relaciones entre ellas, aferrándome con todo lo que tenía a una razón de ser. El control, una de las grandes ilusiones, era lo que me dictaba reconocer un sentido. Falso.     
Era el miedo, la inseguridad, la que se disfrazaba de causalidad. “El azar no existe”, “el caos es un orden no entendido”: he ahí mi miedo animal hablando. “Dios no juega a los dados” y de repente Einstein y yo nos hacíamos iguales bajo el techo del temor. Pero el hecho real es que el “hombre está condenado a ser libre”, como bien decía Sartre, y me atrevo a asegurar que no solamente el hombre, sino todo.     
¿Y es que a quien le gusta ser un náufrago del vacío? ¿Será que por ser producto de una madre y un padre, nos condicionamos a negar la orfandad total?     
Y aquí comienza el devenir, la nausea, la alienación. El ver sin observar, el tocar sin sentir, la desrealización. El existir sin vivir. Arrojados al mundo sin ningún sentido, da lo mismo cómo vivir, da lo mismo cómo morir. El más allá vale lo mismo que el más acá. Todo es relativo y subjetivo. Toda verdad tiene bases de arcilla y toda razón no es más que el consenso en un axioma. Aferrarse a un dios personal resulta lo más tentador, pero en seguida te descubres siendo un infante perdido que clama por su madre. Y rectificas.     
Desde el punto de vista de la vida misma, ese vaho es decadencia, porque ese vaho busca la muerte. La vida se vuelve un absurdo, una broma de mal gusto, una realidad dañina a los instintos. Y la risa de tus congéneres te parece inocente e idiota y juras que son ciegos de la más transparente de las celdas. “Las cárceles invisibles” las solía llamar. Aún las llamo así.  
Pero la misma espiritualización de la vida que hace del hombre despierto un lastre que respira, es la misma solución a esta enfermedad. Solo hay que recordar que no se debe moralizar los fenómenos. La vida no es un absurdo, la vida es. Eso es todo. Afirmar que la vida es un absurdo es un absurdo en sí mismo, una suerte de ecuación implícita. No se puede afirmar tal cosa ni desde un punto de vista lógico, ni ontológico ni existencial.     
Desde un punto de vista lógico, la vida no es un absurdo puesto que no entraña contradicción. Si hubiera contradicción, no habría vida. Desde un punto de vista ontológico, la vida no es un absurdo, porque si lo fuera, la vida no sería. La vida es, es evidente. La vida existe, es evidente. Muy aguas abajo, la vida deviene, se desarrolla, se desenvuelve, pero ahí está.      
Ahora bien, ¿por qué la vida no es un absurdo desde un punto de vista existencial? Porque no tenemos derecho a catalogarla como tal. Para ello, necesitaríamos vivir mil vidas más, de mil modos distintos, en mil universos distintos. Luego es que podríamos establecer comparaciones para decir si esta vida es un milagro o no, si es hermosa o no, si es un absurdo o no. E insisto, sólo serían comparaciones, relaciones, calificativos relativos, no valores absolutos. Porque repito: la vida es, y nada más.    
Ha pasado un largo año desde aquella vez con mis amigos, la última vez que tuve contacto con el mar. Un año que ha sido una década para mi. En esa década (que bien vale acotar, también es relativa, subjetiva y oriunda de los caprichos de mi ser) descubrí que el sentido de la última generación de la humanidad es el mismo que el de todas las generaciones de humanos que han sido vomitados en esta tierra. Es el mismo que el de todos los seres vivos que han existido, que el de todos los planetas, soles y universos que han sido y serán: Ninguno.    
Es difícil asimilarlo, pues muy bien me dice la mujer que quiero: “Entre lo cognitivo y lo conductual hay un abismo”. Pero toda vida es conflicto, toda existencia es entropía. Y ante la orfandad natural que nos dejarán nuestros padres algún día, ante la orfandad de Dios que nos dio el Árbol del Conocimiento, ante la orfandad metafísica que nos da la sinceridad con uno mismo, sucede el mayor de los abandonos, o por qué no, la última de las ataduras, el mayor de los conflictos.    
Es aquí en donde tenemos la oportunidad de ser los emperadores de nuestro propio universo. Podemos ser los niños que necesitan las manos invisibles de sus padres para caminar, o podemos ser nuestros propios regentes, darnos nuestro propio sentido y significado. ¿Es tan peligroso jugar a ser nuestra propia divinidad? Yo os invito al riesgo. Lo prefiero antes de volver a ser un catobeplas existencial. 
Leer más »
Related Posts Plugin for WordPress, Blogger...