lunes, 29 de noviembre de 2010

¿POR QUÉ SOMOS COMO SOMOS? Según Francisco Suniaga.


E
n la última novela de Francisco Suniaga, “El pasajero de Truman”, se destapa la imaginación del venezolano procedente de las generaciones anteriores a Pérez Jiménez (y de interesados y curiosos posteriores), jugando con gracia con el famoso mito criollo del qué hubiera sido de Venezuela si Diógenes Escalante la hubiera gobernado desde la primera magistratura. El relato del libro es altamente recomendable, pero en esta ocasión deseo extraer parte de la investigación que el autor usó para darle sustento a su historia.

Y un aspecto importante de dicha investigación fue, sin ninguna duda, la idiosincrasia del venezolano, la cual, cabe decir, juega un papel importantísimo en la trama de la novela. Para sorpresa de muchos, el venezolano “vivo”, ese portador del “criollismo feo”, frase que tomo prestada y que me ha gustado para denominar así este fenómeno, no se originó recientemente como producto de una mala práctica política de los últimos años. Ese venezolano feo ha sido así durante toda la vida, y el asunto cobra (quizás de repente) un sentido bastante congruente, en vista de que los tan achacados políticos de hoy y de siempre no han provenido de otros países ni de otros planetas; han provenido, justamente, del pueblo venezolano y de su idiosincrasia inmanente. Entonces, ante una pregunta tentativa del tipo “¿por qué los políticos venezolanos son malos políticos?, la respuesta inmediata sería: “porque somos como somos”.

El por qué somos como somos es lo que os invito a investigar a continuación, desde la perspectiva planteada en la novela de Suniaga.

Entre los antecedentes de la vida de Diógenes Escalante nos encontramos al país recién salido del siglo XIX. Este asunto actual de las revoluciones no es nuevo, pues el país en aquel entonces no paraba de ser una montonera de caciques post independentistas; y en 1899 la Revolución Restauradora, muy nacionalista (y ridículamente chovinista como la Revolución Bolivariana), comandada por Cipriano Castro, detentó en un movimiento armado para llegar al poder presidencial en Caracas. Así lo hizo, y en el nombre de Bolívar, de la patria y de los venezolanos, Castro instauró así su dictadura. Aquí tenemos rápidamente una primera faceta de la venezolanidad: el desdeño por la historia, o lo que algunos llaman corta memoria. Lo que ocurre actualmente en Venezuela, increíblemente similar con lo acontecido en su mismo territorio hace un siglo, sería mera ficción si recordásemos los eventos Castristas.

Y es así cómo los autócratas en Venezuela, desde 1830, es decir, desde que el país fue tal, han sido exactamente la misma cosa hasta nuestros días. Militares sin fundamento filosófico, sin profundidad de pensamiento, enamorados de sí mismos, dueños del país como si se tratase de su hacienda, centralizadores, mesiánicos, megalómanos, fácilmente lisonjeables por el vulgo, reacios y hasta vengativos ante las sugerencias, consejos y protestas. Desde el mismo Bolívar hasta Hugo Chávez, todos cortados por la misma tijera. Como recoge Suniaga en sus explicaciones, no eran (y no son) más que caudillos criollos que ostentan, eso sí, un aura irresistible, capaces de darse el lujo de decir y hacer disparates y encontrar aún seguidores que darían la vida por las más inverosímiles tonterías.

Mucho se dice y desdice acerca del genoma democrático del venezolano, pero la realidad es que de 181 años de historia patria, más de 100 años han sido regidos bajo dictadura. Simplemente nos hicimos un país a juro, por una moda latinoamericana independentista en donde hasta nos calcamos la Constitución de los Estados Unidos. Los próceres patrios no eran fecundos como los ilustrados de la Revolución Francesa (una de las contadísimas revoluciones de verdad), a excepción de Francisco de Miranda y sus seguidores que sí contaban con una base y certeza genuinas acerca de lo que querían para este terruño.

Farfullar palabras como libertad, igualdad, fraternidad, bondad, justicia, tal y como lo hacen los demagogos de hoy, siempre ha sido muy fácil y útil para engolosinar al pueblo común y llevarlo a seguir una causa. ¿Pero de dónde proviene la justicia?, ¿por qué todos los hombres han de ser iguales?, ¿qué es la libertad? Ninguno conoce los principios básicos de lo que se suele pronunciar sin denuedo. A Cipriano Castro le interesaba más portar y colocar de moda un pañuelo amarillo al cuello, y ahora están de moda las boinas rojas y los sincretismos marxistas-bolivarianos-cristianos.

Francisco Suniaga

Y así como nos calcamos una movida independentista y nos importamos una constitución, también emulamos, a la fuerza, una democracia que no tenía su momento para cuando Rómulo Betancourt la quería imponer. Suerte tuvo Escalante (y nunca lo supo) al no poder gobernar este terruño salvaje, que de democracias griegas solo tenía la etimología de la palabra, y que cuyos mejores portentos ciudadanos y defensores sólo debían su talento a los estudios europeos realizados en su juventud.

Hasta el Palacio de Miraflores es un edificio que refleja ese contraste criollo hilarante, eso de ser nacionalistas importando todo. Comenzado por arquitectos italianos, continuado por españoles y terminado por venezolanos, Miraflores, al contrario de la unidad que suelen conformar los palacios de gobierno en sus respectivas capitales, es un monumento al mestizaje que no encaja en lo absoluto con Caracas, pero, como lo hace notar Escalante a través de un Suniaga ventrílocuo, justamente por ello es que calza con nosotros, que no somos ni españoles ni italianos, ni africanos ni indios.

Sí, no sabemos lo que somos, en presente, pero tampoco sabemos lo que hemos sido con seguridad, y por lo tanto, nunca sabremos lo que seremos. Salta a la vista otro de nuestros defectos: la falta de identidad. Nos identificamos con la confusión, con la mezcolanza, con ese híbrido caribeño que resultó después de la América Colonial, pero esa desarmonía justamente es lo que nos ha mantenido dando tumbos, de aquí para allá; siendo católicos pero creyendo en santeros y en María Lionza, siendo marxistas pero bolivarianos, siendo cálidos pero desestimando la forma de ser escueta del extranjero, siendo demócratas pero teniendo militares en el poder. Hemos sido indios de extrema inocencia e ignorancia, invadidos por españoles saqueadores y compensados ulteriormente con esclavos africanos, reconducidos luego a una Ilustración francesa bruscamente (que ni siquiera hoy entendemos), para ser envueltos ahora en una maraña comunistoide de la vieja escuela rusa; y en donde solo nos queda afirmar, falazmente, que “somos el mejor país del mundo” y la “mejor gente de todas”, porque sí. Como si supiéramos a dónde vamos y qué hacer con lo que tenemos.

No sabemos quiénes somos, pero reconozco que es muy difícil saberlo. De forma pragmática, lo que sugiero que hagamos es enlistar las ventajas y desventajas de ser venezolanos, y a partir de allí, conocernos y definirnos. La educación, por supuesto, que sea la herramienta constante y principal en todo momento.

El pasajero de Truman nos aporta aún más data que podemos correlacionar con los tiempos que transcurren. En la Venezuela de Diógenes Escalante, era vívida cierta animadversión hacia la cultura. En esa tumultuosa patria, cuyos gobernantes estaban más preocupados por amasar poder que por dirigir a la nación, entre esos caudillos que nunca han sabido, ni ayer ni hoy, la diferencia entre mandar y gobernar, sólo los sensatos afortunados podían mandar a sus hijos a los colegios. Ser bachiller era un gran mérito por aquel entonces, lo suficiente como para ser secretario de la república o ministro. Y todavía no faltan abuelos que afirman que un bachillerato de antes era más sólido que una carrera universitaria de ahora.

Lamentablemente, no fuimos educados para el mérito. Si un bachiller tenía la oportunidad de ejercer un buen cargo es porque había un haloEl venezolano, como ciudadano, es un infante. de admiración hacia esa persona estudiada, un aura diferente, que muy bien podía ser sustituida por una de poder e influencias y no por una de cultura. No había una admiración genuina por el saber. Lo que había, y lo que hay hoy, es ese “parejerismo”, es ese pavonearse y sobresalir en las formas y no en el fondo. Algo que es muy distintivo de los políticos venezolanos, por ejemplo, y que denota ese criollismo fétido y de espíritu de pavo real que se ha inmiscuido hasta en eso, son sus discursos. Hay que observar detenidamente la técnica oratoria de los políticos venezolanos (que no ha cambiado desde López Contreras): esa lectura o decires lentos, resonantes, de las palabras, completamente antinatural, estudiada, fingida; palabras diseñadas solo para que el vulgo diga “ese tipo es arrecho”, “púyalo” o “¡así es cará!”, que casi siempre termina en un tono de voz mucho más alto, en un grito estúpido, ideal para que la gente sepa que tiene que aplaudir en ese momento.

Un político que se sienta orgulloso de ser un “dirigente político” ya está embalsamado en ese hedor del venezolano promedio, amante de lo mediático. Bien lo explica la novela, cuando se menciona que los presidentes en Venezuela “no tienen vocación de jarrones chinos”, sino que se convierten en una suerte de candidatos eternos a la presidencia una vez que han dejado el poder. Es toda una apología al mal gusto. Los expresidentes caducos, relanzándose, son como el arte kitsch llevado a la esfera política.

Entonces, si no es el mérito los que les abre las puertas ante las cúpulas de poder y los cargos de importancia, es simplemente el clientelismo y las buenas relaciones públicas con esos seres pavoneantes que ya están arriba. Esto también es muy antiguo, desde que la sociedad mantuana y sus familias reconocidas usaban sus influencias para que, en combinación con los otrora héroes independentistas y militares de montoneras, se barajaran los cargos públicos más importantes. Ni siquiera el buen Diógenes Escalante estuvo exento de esto, y ni siquiera hoy ninguno de nosotros podemos evadirlo si ansiamos trabajar en un puesto remarcado.

Se suma pues, otra característica de la venezolanidad: el “amiguísmo”. Quien no sea amigo de tal, familiar de cual, o empleado de quien, pocas son las oportunidades que tiene de hacer valer lo propio. Los gobiernos que ha tenido el país, con ministros, presidentes, alcaldes, gobernadores y demás, envueltos siempre en cofradía, son una extrapolación exacta de su propio pueblo.

El venezolano es un ciudadano que por no saber quién es con exactitud es precisamente como un niño. Se amoldará al son que le toquen. Entenderá que la tiranía es nociva y que la libertad es una bendición, no porque lo comprenda, sino porque es lo que le han dicho sus hermanos mayores: los otros y antiguos países del viejo continente. Sólo cuando experimenta los desmanes y las bendiciones en carne propia es cuando madura intempestivamente, pero en individuos el efecto es prácticamente nulo. Este niño, como tal, siempre será muy propenso a las palabras bonitas y será convidado alegremente por todo aquello que le suene bien, como la demagogia. Es de fácil manipulación, siempre alegre, siempre desdeñando la educación y todo lo que tenga que ver con ese aburrido ámbito.

Por lo mismo todo le resulta una mofa y nada puede ser lo suficientemente serio. Como los infantes, en ocasiones se siente superior a muchos, y a veces es altanero y petulante. Se siente orgulloso de lo que no ha sudado, de sus padres y de su riqueza de cuna, pero poco tiene que ofrecer en cuanto a lo trabajado por sus propias manos. No entiende de gustos, ni de sutilezas, ni de entes sublimes, ni nada de los elementos delicados que solo los espíritus maduros pueden captar en propiedad. Por ello no puede esperarse de él un respeto adecuado por lo que es bello, ni por las buenas maneras, ni por lo que se eleva más allá de lo mundano y de las pasiones. Es un ciudadano muy niño para eso. Quizás por esta razón es que no le llaman ciudadano, sino “pueblo”.

Francisco Suniaga lo explica en pocas palabras a través de uno de sus personajes:

“En el fondo, Venezuela nunca ha cambiado ni cambiará. Se hizo de prisa, se independizó de prisa y ahora hay quienes tienen prisa por sacarla del atraso. Pero el precio de esa prisa histórica ha sido demasiado alto. A Betancourt le dije hasta el cansancio que el camino a la democracia era un largo aprendizaje colectivo. Que no se podía hacer el tránsito de la guerra civil del siglo XIX y la dictadura gomecista a un régimen democrático estable sin experimentar una transición consensuada, donde se asentaran las instituciones y los venezolanos se formaran para el ejercicio de la democracia”.

Muchos saludos, y reflexionemos.




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sábado, 27 de noviembre de 2010

EL JESÚS DE NAZARETH HISTÓRICO


S
orprendente es el hecho de que en el mundo actual, sobretodo en occidente, los basamentos fundamentales de la moral, el ideal de vida del humano promedio, sus aspiraciones, sus temores, sus repudios, sus propósitos, incluyendo incluso el tiño en las instituciones y sociedades organizadas; todo ello se encuentre impregnado por el Cristianismo, bien sea en la perspectiva católica, o bien sea en su doctrina protestante y/o reformista. Más sorprendente aún, debo decir, es el hecho de que todo el aparataje del Cristianismo se deba a tres grandes causas: la autoridad, la tradición, y la revelación. Todas ellas se resumen en medida más o menos equivalente en la Biblia, y no existe prácticamente ninguna otra evidencia en la cual apoyarse.

La pregunta legítima que sobreviene a la mente sensata resulta entonces en preguntarse si en verdad es genuina toda la base con la cual el mundo de hoy está sustentado. O en pocas palabras: ¿Jesús existió realmente? La técnica moderna de análisis histórico nos proveerá con precisión la respuesta. En consecuencia, estimado lector, la conclusión a la que lleguemos repercutirá directamente en las bases éticas de su vida.

La Universidad de Yale se vale del internet para proveer algunos cursos abiertos a cualquier persona que tenga ansias de conocimiento. Entre estos cursos, se encuentra la cátedra de Estudios Religiosos, impartida por el profesor David Martin, una eminencia en el área, con una dilatada carrera y reconocimiento profesional. Las clases de la Universidad de Yale son sencillamente magistrales, y en el tópico que nos atañe en este artículo, sería un desperdicio no valernos de tal calidad para expandir nuestro criterio. Veamos, en consecuencia, qué se puede extraer de la siempre polémica figura de Jesús de Nazareth:




Se pudiera pensar que más allá de la Biblia no existe evidencia histórica de Jesús, en vista de que el frecuentemente argumentado párrafo de Flavio Josefo, en donde se explicita a un hombre que “realiza grandes milagros”, fue en efecto una inserción posterior, y por lo tanto falaz. Asimismo, los textos variados que aluden a un “Cristo” en aquel entonces tampoco son de fiar, porque la palabra “Cristo” era usada con mucha frecuencia en aquel momento histórico para denominar a cualquier persona.

No obstante, en aras de un consenso serio por parte de los historiadores para establecer un método eficaz y riguroso de dilucidar la veracidad de los eventos históricos, tenemos en la actualidad una metodología historiográfica harto discutida y refinada, incluso, durante las mismas postrimerías del siglo XX. Son reglas modernas y fundamentales que deben cumplirse unánimemente, las cuales son:


Atestiguación múltiple: Se deben contar con dos o más fuentes independientes que den fe acerca de un hecho.

Disimilaridad: Cuando lo relatado por una fuente va en contra de la tendencia o intención de la fuente misma.

Coherencia social: Cuando las consecuencias extraídas de un presunto evento o personaje en particular poseen congruencia con el actuar o desenvolvimiento de lo que es presunto en su presente, dentro de su mismo contexto (por ejemplo, verificar que el cristianismo como religión o movimiento guarda sentido con los actos de Cristo en vida)
.

Coherencia simple: Cuando un evento o personaje presunto guarda congruencia con el contexto que le rodea y es consecuente con naturalidad con las tres reglas anteriores (por ejemplo, el hecho de que Jesús pudo haber tomado vino).

Además de las reglas mencionadas, es menester explicar dos cuestiones fundamentales. La primera de ellas es la diferencia existente entre lo ocurrido fidedignamente en el pasado y lo que es denominado como historia. De ninguna manera la historia es un devenir fiel acerca de lo que ha ocurrido. Como lo explica perfectamente el profesor Martin, si uno quisiera exponer fielmente lo que fue la Guerra Civil norteamericana, se tendría que revelar cada minúsculo detalle de lo acontecido en ese período, lo que hizo cada persona, lo que pensaron, cada roca que fue movida, cada bala que fue disparada, cada respiración hecha por seres vivos en ese período. Esa sería la única forma de rescatar fielmente lo pasado, y ciertamente es una forma imposible por los momentos. Lo pasado, en cuanto a realidad, ha pasado radicalmente, y no puede volver a aprehenderse.

Por otro lado, lo que profesionalmente se denomina como historia, es una recopilación, una construcción o re-construcción actual de los eventos pasados; es un recuento de lo característico y cierto del evento o personaje que se estudia. No es la realidad de lo que ocurrió, en el sentido de una nueva experimentación de lo que ha sido real, sino una representación actual, un constructo, que es imagen de lo que ha ocurrido.


En este sentido, lo que se desea aclarar es que un evento histórico no es la realidad fiel de un evento pasado.


El segundo aspecto fundamental a aclarar es que, en cuanto a la Biblia, suele pensarse que es un único texto, cuando en realidad nos olvidamos de que es una compilación de varios libros; algunos escritos en diferentes momentos y contextos. Por lo tanto, aunque varios de ellos tengan conexión “filial” o “inspiracional” entre sí, otros muy bien son completamente independientes. Al hacer sección sobre estos últimos, se puede operar con la regla de atestiguación múltiple sin problema.


Con lo anterior suficientemente aclarado, lo enseñado por el profesor Martin en el video se puede reducir en lo siguiente:

• Hay discrepancias importantes entre Mateo y Lucas en cuanto al nacimiento de Jesús y no hay certeza confiable en cuanto a los acontecimientos del traslado de José y María. Todas las historias de la natividad son relatos muy posteriores. Lo máximo que se podría decir es que Jesús nació en Nazareth, y que hubo una intención posterior de hacerlo nacer en Belén, para así poder cumplir con ciertos requisitos proféticos anteriores.


• El Evangelio de Juan es marcadamente distinto de los demás evangelios.


• Hay problemas con el relato de la captura y el juicio de Jesús. No existe similitud en la narrativa entre el El Jesús histórico no es el Jesús teológico.Evangelio de Marco y el de Juan. Muchos de los académicos opinan que el juicio de Jesús no fue real. No solo por las diferencias entre los evangelios, sino porque durante tal evento, ninguno de los apóstoles estuvo ahí para hacer tal testimonio. Por otro lado, los romanos hacían juicios de ese tipo con mucha frecuencia y no dudaban en enjuiciar a alguien con rapidez. Todo el período del juicio en contra de Jesús es demasiado largo y va en contra de la tradición romana. Por lo tanto, los historiadores son muy escépticos respecto al juicio de Jesús y opinan que fue escrito posteriormente, de forma especulativa, por los primeros cristianos.


• Sin embargo, muchos historiadores reputados están de acuerdo con que Jesús de Nazareth fue un personaje histórico, que en efecto existió. Aunque es sumamente importante comprender que el Jesús teológico no es el Jesús histórico, en lo absoluto son equivalentes.


• No hay forma histórica de verificar que Jesús era Dios.


• El letrero en la cruz de Jesús, INRI (abreviatura en latín que significa “Jesús de Nazareth, Rey de los Judíos”), nos dice que ese evento fue histórico, pues el relato proviene de dos fuentes distintas. Mateo y Lucas copiaron sus evangelios a partir del de Marco, pero se sospecha que Juan no lo hizo, por lo que Mateo, Lucas y Marco conforman una fuente, y Juan conforma otra. Por otro lado, el calificativo “Rey de los Judíos”, no es una frase que profese la confesión cristiana de aquel entonces. Los cristianos, de haber modificado ese detalle en la escritura, no lo hubieran hecho de esa forma tan inconveniente. Va en contra de la tendencia de sus escritos y por lo tanto se sospecha que esto sí fue histórico.

• Se piensa que el bautizo de Jesús por Juan el Bautista fue un hecho histórico, pues cumple con la regla de la atestiguación múltiple y además también va en contra de la tendencia confesional cristiana. Cualquier escritor cristiano pudo haber pensado que si Juan es el que bautiza a Jesús y no al revés, eso haría lucir al primero como superior. Sin embargo, fue relatado de esa manera contraproducente, lo cual es un vestigio de que sí fue un hecho histórico.


• La enseñanza de Jesús acerca de la prohibición del divorcio cala en las reglas para ser considerada como histórica, al igual que el suceso en el templo, en el cual Jesús se enfureció con los mercaderes.


• El porte de la espada cuando atraparon a Jesús, cuando estaba reunido con sus apóstoles, también es considerado como histórico. Uno de sus apóstoles (tal vez Pedro) cortó la oreja de uno de los aprehensores de Jesús. Colocándonos en el contexto, si un grupo de judíos, a la medianoche, rodeando al que dice ser su líder y rey, porta armas (así sea alguno), era motivo suficiente para que los romanos apresaran a los involucrados, e incluso los crucificaran. Una revuelta latente de los judíos entre los romanos jamás sería permitida. Esto va en contra de la tendencia teológica cristiana, pues Jesús, según la misma, no fue un criminal, ni tenía motivos violentos.


• Cuando alguien le pregunta a Jesús acerca del bien, en Marco 10:18, y éste responde “¿Por qué me preguntas acerca el bien?; el único que es bueno es Dios". La respuesta, que pareciera renegar de la divinidad de Jesús, va en contra de la tendencia teológica cristiana. Por lo mismo se sospecha de su historicidad positiva.

• En Mateo 18, se piensa que todo lo referente a las reglas de la iglesia es una inserción posterior, y por lo tanto es falsa, no es histórica. Va en contra de la coherencia social en el contexto de Jesús. Los actos de Jesús sencillamente no calzan con la guía o constitución de una futura iglesia.

De todo esto, las conclusiones seguras, que no son víctimas de especulación en cuanto a la biografía e historicidad de Jesús de Nazareth, convergen en lo siguiente, sin permiso de ningún añadido no comprobado:

Jesús fue un profeta judío apocalíptico, quien fue en un principio seguidor de Juan el Bautista. Era un campesino de clase humilde, que hablaba fundamentalmente arameo. Conformó un grupo de confianza de 12 discípulos principalmente (adrede, de acuerdo a las 12 tribus de Israel), aunque su círculo interno incluía a más personas, incluso mujeres. Nunca enseñó el fin de la fe judaica, pero sí enseñó una versión más liberal de dicha ley. Nunca se vio a sí mismo como el fundador del Cristianismo ni como el fundador de una nueva religión; más bien se veía como un guía para el pueblo de Israel, advirtiéndoles y preparándoles para el fin de los tiempos. Fue ejecutado por cargo de sedición, por autodenominarse “Rey de los Judíos”, lo cual iba en contra de la ley, pues sólo el senado romano otorgaba la majestad real.


Por los momentos no se puede concluir más nada de tan especial personaje, y le invito a usted, estimado lector, a que realice un acto de reflexión acerca de este asunto. La vida es una sola, y usted merece que el propósito que se plantee para ella esté bien fundado. Actúe con racionalidad, de acuerdo a su bienestar y al de todos. Usted tiene el derecho de ser escrupuloso en sus verdades, o como siempre sugiere el profesor Martin en sus clases: “de ómnibus dubitandum”.


Muchos saludos.





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"EL LIBRO DE ENOC". Comentarios.


E
l evangelio según Enoc es un libro intertestamentario que, aunque proclama de sí mismo haber sido inspirado por Enoc (séptima generación desde Adán) en los primeros tiempos de la humanidad, fue escrito en realidad entre los 200 años antes del nacimiento de Cristo. Es una recopilación predominantemente apocalíptica, pero es mucho más que un libro profético.

Este evangelio no está en la Biblia porque en el Sínodo de Leodicea, entre el 363 y 364 de nuestra era, fue excluido “por no estar inspirado por Dios”. Sin embargo, la Iglesia Copta (que es una iglesia basada en el evangelio de San Marco, que operaba desde el siglo I en Egipto) sí lo acogió como propio.

En realidad, en contraste con los evangelios gnósticos, como el Evangelio de Judas Iscariote por ejemplo, el Evangelio de Enoc es bastante cercano al Canon Bíblico. La personalidad del dios que suscribe es enteramente fiel al dios del Antiguo Testamento, además de que a través del libro se remite constantemente a eventos claves en la mitología judeo-cristiana, como la caída de los ángeles, la aparición de los Nefilim (hijos gigantes de los ángeles con mujeres humanas), el diluvio universal, la llegada del Mesías, el fin de los tiempos, entre otros.

El evangelio es mucho más que un libro profético, porque a diferencia de todos los demás libros bíblicos, da una imagen detallada de cómo es el Cielo, algunas zonas del Infierno, e incluso de lo que pudiera pensarse (de forma errónea o no, de acuerdo al dogma de preferencia) como el Purgatorio. Sólo el Apocalipsis de San Juan se le aproxima, empero, con no tanto lujo descriptivo; aunque es importante decir que existe también mucha congruencia entre ambas exposiciones del más allá. Además, relata cómo será la historia entera de la humanidad, dividiéndola en semanas (metafóricamente hablando), hasta el mismo fin de los tiempos.

Este libro es una fuente rica en cuestiones curiosas y realmente interesantes acerca del dogma judío y cristiano. Por ejemplo, los arcángeles, dentro del relato, conversan entre ellos demostrando un perfecto libre albedrío en sus palabras. De hecho, ante la aparición de los Nefilim en la Tierra y del caos ocasionado por los ángeles caídos, los arcángeles, observando desde el Cielo, se dirigen al mismísimo Dios de la siguiente manera, con una duda muy inteligente y legítima:

"Pero tú que conoces todas las cosas antes de que sucedan, tú que sabes aquello, tú los toleras y no nos dices qué debemos hacerles al observar eso". (1 Enoc 9:11)

La respuesta de Dios se reduce a dar instrucciones a los arcángeles, para que le informen a Noé la proximidad del Diluvio, en son de limpiar la Tierra. Asimismo, les autoriza castigar a los ángeles caídos, encerrándolos en oscuridad absoluta y sufrimiento, hasta que les toque aguardar por el castigo eterno del Infierno. Con respecto a los Nefilim, Dios dio instrucciones para que se fomentara la guerra entre ellos mismos. Tal vez una respuesta más acertada hubiera sido revelar el por qué si como Dios sabía de todos estos acontecimientos de antemano, los permitió y luego tuvo que castigar…

Lo más impresionante del Libro de Enoc es el detalle con el cual no sólo describe ciertas locaciones del Cielo, sino también el lugar en donde reside el mismísimo Dios. En el contexto del relato, Enoc se encuentra en esos lugares en calidad presencial en ocasiones, y en otras oportunidades a duras penas puede captar los lugares más importantes con visiones (como por ejemplo cuando solamente le es revelada la descripción del trono de Dios por medio de una visión en un sueño).

El Cielo se torna, bajo este libro apócrifo, en un lugar en donde coexiste el Paraíso y las antesalas del Infierno. El infierno propiamente dicho no existe aún para cuando Enoc comienza sus descripciones. Lo que sí hay, empero, son ciertas locaciones en donde los impíos y los ángeles caídos son retenidos para esperar el Día del Juicio. Dichos lugares, no obstante, no están exentos de sufrimiento, lamento y oscuridad.

El lugar en donde reside Dios es un lugar de tono surrealista que a través de las palabras de Enoc se describe así:

“Esto me fue revelado en la visión: He aquí que las nubes me llamaban, la neblina me gritaba y los relámpagos y truenos me apremiaban y me despedían y en la visión los vientos me hacían volar, me levantaban en lo alto, me llevaban y me entraban en los cielos.

Entré en ellos hasta que llegué al muro de un edificio construido con piedras de granizo, rodeado y cercado completamente con lenguas de fuego que comenzaron a asustarme. Entré por esas lenguas de fuego hasta que llegué a una casa grande construida con piedras de granizo cuyos muros eran como planchas de piedra; todas ellas eran de nieve y su suelo estaba hecho de nieve. Su techo era como relámpagos y trueno y entre ellos querubines de fuego y su cielo era de agua. Un fuego ardiente rodeaba todos sus muros cercándolos por completo y las puertas eran de fuego ardiente.

Entré en esta casa que era caliente como fuego y fría como nieve. No había en ella ninguno de los placeres de la vida. Me consumió el miedo y el temblor se apoderó de mí. Tiritando y temblando caí sobre mi rostro y se me reveló una visión:

He aquí que vi una puerta que se abría delante de mí y otra casa que era más grande que la anterior, construida toda con lenguas de fuego. Toda ella era superior a la otra en esplendor, gloria y majestad, tanto que no puedo describiros su esplendor y majestad. Su piso era de fuego y su parte superior de truenos y relámpagos y su techo de fuego ardiente. Me fue revelada y vi en ella un trono elevado cuyo aspecto era el del cristal y cuyo contorno era como el sol brillante y tuve visión de querubín. Por encima del trono salían ríos de fuego ardiente y yo no resistía mirar hacia allá.

La Gran Gloria tenía sede en el trono y su vestido lucía más brillante que el sol y más blanco que cualquier nieve; ningún ángel podía entrar o verle la cara debido a la magnífica Gloria y ningún ser de carne podía mirarlo. Un fuego ardiente le rodeaba y un gran fuego se levantaba ante Él. Ninguno de los que le rodeaba podía acercársele y multitudes y multitudes estaban de pie ante Él y Él no necesitaba consejeros. Y las santidades de los santos que estaban cerca de Él no se alejaban durante la noche ni se separaban de Él.

Yo hasta este momento estaba postrado sobre mi rostro, temblando y el Señor por su propia boca me llamó y me dijo: "Ven aquí Enoc y escucha mi Palabra". Y vino a mí uno de los santos, me despertó, me hizo levantar y acercarme a la puerta e incliné hacia abajo mi cabeza”. (1 Enoc 14: 8-25).

De hecho el Cielo mismo tiene un límite, y a pesar de que ciertas locaciones oscuras y estériles se encuentran en él, hay un lugar en especial en donde hay un “desierto terrible”, en donde nada viviente entra, ni el firmamento existe, ni hay cimientos de tierra, ni la oscuridad es evitable. Es el confín del Cielo y la Tierra, y ríos de fuego se pierden en sus adentros. Según le fue revelado, Enoc explica que este lugar es la “prisión de las estrellas y de los poderes del cielo”, los cuales alguna vez desobedecieron a Dios.

Hasta el propio espíritu de Abel se encuentra en un foso oscuro y profundo, clamando y acusando a los cielos por justicia, hasta que la extirpe de Caín sea eliminada de los hombres. Así de impactante y revelador es dicho texto. Quizás por ello, por impactante, no fue aceptado por los ecuménicos católicos.

En la fase mesiánica del escrito no hay mucha diferencia con otros textos bíblicos y proféticos, en donde se vaticina el Día del Juicio sobre los pecadores, los injustos, los poderosos e incluso sobre los ángeles perdidos. Sin embargo, no sólo se describe con cierto detalle cómo será el castigo de estos ángeles (o “Vigilantes”, según el libro), sino que uno de ellos es la serpiente que tentó a Eva en el Edén. En efecto, esa serpiente tiene un nombre, el cual es G’adri’el. Del texto se infiere que ese ángel de alguna manera se transformó en la serpiente del pecado original, lo cual tiene consecuencias muy interesantes. La más importante consecuencia es que Luzbel, a quien se le atribuye toda la maldad, no fue el artífice de este hecho del Génesis. Cabe preguntar entonces: ¿Cuántos satanes podrían haber entonces? O mejor dicho, ¿quién de todos ellos es el verdaderamente malvado? Un interesante artículo que sostiene una hipótesis al respecto se encuentra en la siguiente vía:

"La primera mentira y el origen del mal"

Luego sobreviene una fase apocalíptica propiamente dicha. Enoc revela de una manera muy metafórica cómo ha sido, es y será el pueblo de Israel hasta el final de los tiempos. Curioso Enoc describe el Cielo a detalle.es que revela que aún después de la segunda venida del Hijo del Hombre, en el futuro, habrá un nuevo nacimiento que colmará de regocijo a la divinidad. ¿Un nuevo comienzo? ¿Un nuevo Mesías? ¿Un nuevo patriarca? Parece que la mitología judeo-cristiana se extiende hasta los confines del futuro, mucho más allá de los castigos proféticos de los juicios divinos, cuestión que consta adicionalmente en la parte final del libro apócrifo. Es en dicha parte que Enoc describe cómo ha sido, cómo es, y cómo será la historia de la humanidad, desde sus inicios hasta el Día del Juicio, a lo largo de 10 semanas metafóricas.

Las semanas en el contexto son períodos de tiempo que parecieran durar 600 años aproximadamente, sin que nada indique que cada una de ellas tenga una duración equitativa. En el texto, por ejemplo, en la cuarta semana, se alude directamente a la entrega de los 10 mandamientos a Moisés:

"Luego, al terminar la cuarta semana, las visiones de los santos y de los justos aparecerán y será preparada una ley para generaciones de generaciones y un cercado”. (1 Enoc 92:6).

Jugando un poco con la historia del pueblo de Israel, y si se consideran algunos cálculos exegéticos, Moisés recibió estos mandamientos aproximadamente en el 1200 A. C. En la sexta semana del relato, se menciona el ascenso de un hombre al Cielo, lo cual haría sospechar de Cristo (con el perdón de los judíos que el comentario amerita). Pues bien, habrían pasado 2 semanas equivalentes a 1200 años. Suponiendo una duración igual para cada una y que además la figura de Jesús tiene la relevancia de la que se sospecha, cada semana equivale a 600 años. En la décima semana es que se realizaría el Juicio Eterno, con lo que se podría estimar que el año aproximado para eso sería 3600 D.C. Malas noticias para los pregoneros de un final inminente.

Tal y como se ha mencionado en líneas anteriores, el Libro de Enoc es un texto apócrifo sumamente interesante desde los puntos de vista histórico, cabalístico y religioso. De los libros apócrifos muy bien podría opinarse que es el más impactante, y que sus ricas descripciones y las consecuencias que de ellas se derivan podrían dejar una marca honda en cualquier persona que desee ahondar en sus dogmas. Y por supuesto, someterlos a debate.

En ocasiones, lo que se expresa es muy importante, pero lo que se deja de expresar resulta más interesante todavía. Tal es la situación con la Biblia y los libros apócrifos, como el Libro de Enoch.

Muchos saludos.





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jueves, 25 de noviembre de 2010

ENGRANAJES CREATIVOS DE CLAYTON BOYER


D
urante muchas ocasiones he pensado que las personas alejadas del entorno académico, al dedicarse a alguna área formal del conocimiento, si bien pudieran carecer de las bases fundamentales para entender la esencia del ámbito al cual se dedican, poseen, sin ninguna duda, esa inocencia creativa que les otorga una suprema ventaja sobre los egresados de las instituciones educativas. A falta de unos fundamentos teóricos (que incluso pudieran ser innecesarios algunas veces) son dueños de un increíble sentido pragmático que compensa el carril ortodoxo que impone la Academia.

Tal es el caso de Clayton Boyer, un artista con increíble habilidad para diseñar mecanismos en madera, en específico para engranajes que parecen mofarse de lo impartido en los cursos de diseño de máquinas de ingeniería mecánica. Cuando uno observa el funcionamiento de sus creaciones, los conceptos de módulo y número de dientes pierden todo sentido. Sencillamente los engranajes de Boyer son imposibles de clasificar.

Sin más preámbulos, una muestra de lo que quiero expresar se encuentra acá:



No solo resulta impresionante la libertad (aparente) con la cual los engranajes pueden adoptar varias formas, sino que entre todas ellas, las que llaman seguramente más la atención son los engranajes orgánicos, es decir, los asimétricos e ilógicos. Por supuesto, otra de las clases de engranajes que resaltan son los discontínuos en cuanto al número de dientes; los cuales ofrecen continuidad de movimiento cuando los dientes del engranaje impulsor y del engranaje impulsado están en contacto, para luego detenerse éste último al abandonarse dicho contacto por algunos instantes.

Una pregunta pertinente es: ¿Y cómo Clayton Boyer hace estos engranajes tan particulares? El siguiente video será esclarecedor:



Cuando mencioné que los engranajes aparentaban ser dueños de una completa libertad en su forma, me refería al hecho que se observa en el video anterior. Boyer parte de los clásicos engranajes de dientes rectos para desarrollar sus creaciones. Esto implica que, independientemente del diseño final, los principios de los engranajes circulares coplanares persisten aún en los diseños más arbitrarios. Cualquiera que sea su forma, el centro de los engranajes (el conductor y el conducido) giran en torno al mismo eje de un par de engranajes circulares con el mismo centro. El diámetro más externo de cada engrane siempre se respeta, y por eso la velocidad de transmisión es constante (excepto en el caso de discontinuidad en los dientes, en donde es periódica). La forma creativa de los engranajes se reduce entonces al diseño de una espeie de molde positivo y negativo de sus dientes.

No obstante, no deja de ser interesante esta forma de generar engranajes, y vislumbro en ello una potencialidad para ciertas aplicaciones prácticas no tan artísticas. En sistemas de transmisión en donde el giro deba ser periódico, alternativo, de velocidad variante, entre otros, la geometría de los engranajes ameritará una morfología completamente distinta a los modelos estandarizados y conocidos. Pero mientras se reflexiona en ello, prefiero dejar un mecanismo de Boyer como obsequio:



Ese sistema planetario puede ser fácilmente la pesadilla de cualquier cálculo cinemático de velocidades y aceleraciones.

Muchos saludos, y vaya un agradecimiento especial al colega Rafael Sosa por esta interesante información.





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martes, 23 de noviembre de 2010

ARMED WITH WINGS TRILOGY

D
esde finales del siglo XIX hasta la actualidad, la animación ha sido considerada una nueva forma de arte, cuya espiritualización máxima se encuentra encarnada en el cine. De hecho, no en vano se categoriza a la animación como un sub-género del séptimo arte, y se le reconoce la total majestad de su campo como un acceso legítimo a la belleza, al sentir y a la expresión. ¿Y qué sucede cuando la animación se combina con la programación? Pues algo inédito: los videojuegos se vuelven una manifestación del arte también.

En esta oportunidad se presenta la tríada de trabajos de un joven animador de 20 años, llamado Daniel Sun, el cual ha trascendido poco a poco a la popularidad de la red con sus videojuegos de Armed With Wings. Increíble el talento de este chico.

Una ilustración de Daniel Sun.

Armed With Wings nos remonta o rememora de alguna manera a las antiguas leyendas chinas, en donde los guerreros combinaban la magia y la técnica, en conjugación con los poderes inmanentes de la madre naturaleza. Todo ello, además, enmarcado en la sempiterna lucha del bien y el mal, y de la necesidad y equilibrio de esta dualidad para que el universo mantenga su contínuo latir; muy propio de las doctrinas de Lao Tsé.

El genial trabajo de Sun se divide, como se ha mencionado, en tres partes; a saber en:

Armed With Wings 1


En la primera entrega de Armed With Wings, podemos manejar a un héroe místico con habilidades guerreras, acompañado de un águila que le ayuda en su aventura en contra del mal. El juego está realizado bajo un concepto estético bien particular, y es el uso del blanco y negro como medio ilustrativo. El efecto de profundidad se consigue con los gradientes de grises, en donde el más claro sugiere lejanía y el más oscuro sugiere cercanía.

La animación es bastante fluida (me atrevería a especular que la velocidad de los fotogramas está alrededor de los 30 fps), y el movimiento de los personajes está exquisitamente logrado. Quizás fue esto lo que me atrapó desde el principio. El diseño de las escenas es minimalista, cumpliendo estrictamente con su función, sin fines decorativos. De manera evidente, el esfuerzo se lo lleva la ilustración de los paisajes, la animación de los personajes y la programación, que de seguro no fue nada trivial.

Los signos de interjección encima de los personajes recuerdan a Metal Gear.

Es atípico conseguir trabajos en flash en donde el concepto posea tan buena calidad y el arte esté tan bien hecho. A continuación, el enlace para disfrutar del juego:

Armed With Wings 1


Armed With Wings 2


En esta segunda entrega, la estética está mejor lograda y fusionada con el concepto de la historia. Prevalece el estilo claroscuro, pero en ocasiones (sobretodo en los cinemas display), el contraste se intercambia (el blanco pasa a negro y viceversa) haciendo más dinámica la apreciación y diferenciación entre personajes y escena. Las ilustraciones siguen siendo asombrosas, pero en ocasiones el claroscuro se combina con otros colores que le restan, a mi juicio, impacto conceptual. Esto ocurre en dichos displays, aunque en el juego como tal no queda nada mal.

Ciertamente, dependiendo de la trama, el blanco y negro en ocasiones se transfigura en un esquema bicolor, dependiendo del nivel. Este efecto queda muy bien logrado, y confieso que fue la musa en la que me basé para realizar las escenas de VECTOR, un videojuego didáctico.

Los papeles se han intercambiado: ahora el el protagonista de la historia es el enemigo principal del primer juego, lo cual le da un retorno interesante a la trama original. El juego es muy entretenido, aunque ya no se cuenta con el águila compañera. Los movimientos son más variados en esta oportunidad, y cada uno está muy bien animado, sin acartonamiento visible, sinónimo de un excelente trabajo de la técnica del frame per frame. La fotografía, por otro lado, y tal y como en el primer Armed With Wings, juega un papel clave, pues siempre se mantiene enmarcado lo más importante de la escena, a través de un zoom dinámico y automático.

Todo lo importante en la escena es enmarcado en la pantalla.

Puede disfrutarse este fantástico juego por esta vía:

Armed With Wings 2


Armed With Wings 3


En el útlimo Armed With Wings el talento del Sr. Sun ha excedido todos los límites. El juego persiste en la estética bicolor, y el acabado de las ilustraciones sigue siendo impecable. La animación es excelentemente fluida, lo cual evidencia un arduo trabajo en el frame per frame y en los bocetos de los personajes. De nuevo el protagonista de la historia cambia, y ahora es un jovenzuelo quien toma la batuta en la trama. A la vez, el águila reaparece para ser usada por el usuario otra vez, pero en esta ocasión con más libertad de acción y con mayor interactividad con el personaje principal.

Los cinemas display son asombrosos e inteligentemente diseñados, como las veces anteriores. En esta oportunidad el claroscuro es la técnica preferida en ellos, sin incluir otros colores como en la ocasión anterior.

La novedad de este último Armed With Wings, aparte de la trama, es que el personaje incrementa sus habilidades a medida que vence a los enemigos. La acumulación de puntos para canjearlos por nuevas y mejores técnicas es un antiguo artificio en el mundo de los videojuegos, pero siempre ha sido muy eficaz para aumentar aquello que los entenidos denominan "replay value", que consiste en conseguir que el usuario juegue varias veces el juego entero. Adicional a esto, ahora hay contenido extra que puede ser desbloqueado a medida que se va jugando y accediendo a lugares secretos (como el soundtrack y la posibilidad de ver los cinemas display): como también está (como en las veces anteriores) la posibilidad de una modalidad tipo Survival adicional a la línea principal del juego.

Daniel Sun es un maestro de los contrastes, el brillo y del claroscuro.

Para disfrutarlo, se puede acceder por la siguiente vía:

Armed With Wins 3

Muchos saludos.




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domingo, 21 de noviembre de 2010

ENTENDIENDO LA NATURALEZA DE DIOS


A
seguro con toda responsabilidad que el concepto de Dios es del tamaño de la conciencia de cada persona. Eso pudiera ser una primera explicación para la gran variedad de deidades que han revoloteado de civilización en civilización en la historia de la humanidad desde que el hombre optó por la desrealización ante la crudeza de su propia muerte. Y ante el afán de muchos de unificar todas las concepciones en un solo ente, es necesario decir que muchas de esas deidades no solo son incompatibles entre sí, sino que son diametralmente opuestas. ¿Cuál es el verdadero Dios? O mejor aún es preguntar, a pesar de mis líneas anteriores: ¿realmente existe Dios?

Sin ánimos de repetir los debates eternos entre la existencia y la no existencia de las deidades, existe una manera, pienso, de acceder a la esencia misma de lo que podría ser ese dios en caso de existir. El igteísmo, como posición escrupulosa, establece que para debatir acerca de Dios es menester primero dejar en claro sus características. Este esquema igteísta es bastante útil, no sólo porque aporta una claridad previa acerca de los términos a utilizar en posibles debates acerca de las deidades, sino porque a través de su esquema muy bien puede descartarse lo que no es Dios.

No se puede demostrar la no-existencia de Dios, puesto que en términos de lógica no se puede demostrar las preposiciones negativas. No es posible negar a Dios, de la misma manera que no es posible negar a cualquier otro ente alocado fruto de la imaginación. No se puede negar, por ejemplo, la existencia de un unicornio rosado metafísico, pues, para demostrar su inexistencia sería necesario revisar cada rincón minúsculo del universo, real e imaginario, para comprobar que en efecto no existe. Obviamente esta empresa estaría condenada al fracaso. No se puede atacar el problema desde una perspectiva negativa, sino desde una afirmativa. Obviamente, el no poder demostrar la inexistencia de un ente no es prueba en lo absoluto de su existencia.

En efecto, no se puede demostrarEl igteísmo es la clave para entender a Dios. la inexistencia de Dios, pero, para los que sí afirman su existencia, sí se puede verificar que la afirmación es correcta o no. Para ello entra en escena justamente el igteísmo, señalando que ya que se asegura la existencia de Dios, definamos entonces sus características para poder evaluar correctamente la veracidad de su afirmación. Esto conduce al problema de Dios hacia un proceso de descarte, por medio del cual toda la bruza imaginativa del hombre queda expelida para quedarnos solamente con la esencia verdadera.

Este servidor, a través de Aforismos Clarividentes, se propone a abordar el problema de Dios desde, como se ha dicho, la perspectiva igteísta, y bajo un estudio sistemático dividido en 3 categorías. Las categorías corresponden a 3 niveles de profundidad y/o complejidad (ascendente) respecto a este tópico, a saber:

1) La concepción de Dios por tradición, autoridad o revelación.
2) La concepción de Dios desde la filosofía antes de Inmanuel Kant.
3) La concepción de Dios desde la filosofía después de Inmanuel Kant.

La razón de este punto de partida subyace en la facilidad inherente de dividir el problema complejo de la verificación de las deidades en tres conjuntos de análisis más sencillos que el problema principal. A su vez, se emprende por el conjunto más sencillo de analizar para continuar hasta el más difícil, que como es de sospechar, es el planteado por la filosofía contemporánea, después de Kant.

La ambiciosa y larga tarea que comenzará a partir de ahora en Aforismos Clarividentes será la de hacer un recorrido desde las creencias más básicas y proto-religiosas (como el animismo, el shamanismo y afines) hasta las complejas consecuencias de la ontología basada en la vida, correspondiente a la época actual en filosofía. Este espacio se alimentará, por tanto, de variados contenidos correspondientes a cada una de las categorías anteriormente mencionadas, con la misión final de extraer las conclusiones globales y consecuencias directas de cada una de ellas.

Se espera, pues, que al final del recorrido, luego de haber ascendido de los misticismos básicos a la filosofía contemporánea, extraer la esencia de aquello que se llama usualmente como Dios, lejos de todo el envoltorio impreciso, sesgado e ilusorio que a lo largo de los siglos ha tenido como caparazón. Y con el resultado obtenido, independientemente de si acontece una negación o una afirmación de la divinidad, se sugerirá una base ética con la cual transitar con solidez en el transcurso de la vida.

Muchos saludos, y que tengamos suerte.





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jueves, 18 de noviembre de 2010

¿CÓMO FILOSOFAR?


A

l contrario de lo que es imaginado usualmente, el filósofo no es aquel que se posa sobre una roca con el mentón apoyado en el puño a echar simplemente la imaginación a volar y a generar ideas y pensamientos. Sin duda es una labor muy noble el acto de reflexionar, sin embargo, si se quiere filosofar, se necesita algo más que lo anterior. ¿Qué sentido tendría calificar de filósofo a aquel que piensa como cualquiera? ¿O qué gracia tendría denominar como filosofía a todo aquello elucubrado por la mente humana?



El acto de filosofar, debe decirse, requiere de una aptitud y de un método. La aptitud, y recalcando que hay que nacer y ser apto para ello, consiste en tomar (ahora cambio la palabra) una actitud particular respecto al mundo que nos rodea. Dicha actitud tradicionalmente se ha convenido en que el filósofo (o el aspirante a serlo) necesita de un espíritu infantil, que se maraville fácilmente, que admire. Debe observar con ojos de niño, pero, paradójicamente, debe pensar con un cerebro maduro y serio, lo cual se puede traducir en que debe tener rigurosidad al procesar lo que observa y lo que analiza. Niño y viejo a la vez, el filósofo necesita de admiración y de rigor para ser apto para la filosofía.

Hay otra disposición natural que me gustaría agregar al filósofo, y es la honestidad. La filosofía se remonta seguramente desde que el humano se preguntó por primera vez el por qué de algo, pero ya bien entrado en el siglo XIX es Friedrich Nietzsche quien dijo: “cada filósofo es abogado de sus instintos”. En efecto, si se hace filosofía y si se ama a la verdad, el filósofo debe avanzar valientemente sin visualizar conclusión alguna, desarrollando lentamente las conexiones de sus ideas con el rigor requerido, conciente de que la verdad que conseguirá muy bien podría ser una muy desagradable, e incluso mortal. Pocos son los filósofos lo suficientemente osados para ello.

¿Y no es el rigor una garantía de la honestidad? Lamentablemente no. La rigurosidad necesaria para hacer filosofía no implica que las premisas iniciales no sean oriundas de las más oscuras y ocultas motivaciones del filósofo. Para exponerlo con claridad: es posible armar silogismos partiendo de cualquier tipo de premisa, falsa o verdadera. Por ejemplo, Tomás de Aquino y Hume son muy rigurosos (y también poseen esa admiración infantil por el mundo que les rodea), pero llegan a conclusiones muy distintas en sus sistemas filosóficos. La honestidad resulta, pues, extremadamente importante; y por ello siempre es recomendable indagar en la biografía de un filósofo a la vez que nos adentramos en su filosofía.

Respecto al método para filosofar, no hay uno sino varios. Pienso que será muy didáctico devenir acerca de un objeto en particular de vuestro gusto y aplicar los métodos filosóficos para entender mejor en qué consisten. Que la lectura sea una lectura activa entonces y que le sea de provecho lo que pronunciaré a continuación.

A lo largo de la historia los filósofos han resuelto encontrar sus inquietudes por medio de varias vías, de las cuales la mayéutica se erige como la más antigua. Sócrates es el representante de esta técnica, la cual consiste en cuestionar argumentos para refinarlos consecutivamente hasta su perfección. Ante la pregunta “¿qué es?”, al cuestionarnos acerca de tal o cual objeto, uno pudiera ofrecer una respuesta rápida. Sin embargo, es poco probable que la respuesta primera sea la mejor, así que habrá que refinarla haciéndole crítica, contradiciéndola, colocándole “peros”, viéndola desde otras perspectivas, delimitando su campo de acción o su rango, condicionándola. Poco a poco, la respuesta original se transforma hasta quedar más aproximada a una verdad más precisa. No obstante, el proceso es infinitamente perfectible y por lo tanto no tiene fin.

Platón, discípulo directo de Sócrates, toma la mayéutica y la convierte en dialéctica. Las ideas y conceptos a cuestionar se debaten y contraponen con otras ideas y conceptos opuestos. Cada contraposición es un argumento mucho más sólido que el anterior, y los actos de contraposición se realizan generalmente en forma de diálogos. Aristóteles, amigo y discípulo de Platón, logra lo que ninguno de los anteriores filósofos hizo, y analizó el método de contraposición de argumentos en sus raíces mismas.

Estudiando las premisas, los sujetos, los predicados, y las conexiones entre ideas (silogismos), podría decirse que Aristóteles fue el padre de la lógica, tal cual como la conocemos hoy. Y durante más de 2000 años ha sido la misma. Increíble el aporte de este filósofo. Es apenas en el siglo XX que la filosofía necesitó (y necesita) de un nuevo sistema lógico. No por ello el trabajo de Aristóteles resiente de algún menosprecio, pues no en vano se tiene el avance y desarrollo del conocimiento humano en la actualidad.

El devenir de la lógica imperó a lo largo el tiempo hasta nuestros días, aunque en la Edad Media fue susceptible de, más que de una mejora, de una envoltura mucho más integral y complementaria. Este método filosófico fue la disputa. Ante el problema del “qué es”, los filósofos de esta época (representados supremamente por Santo Tomás de Aquino), alcanzaron un rigor en la lógica nunca antes visto. Lo que “es” se resolvía de la siguiente manera: se exponía el problema, se expresaban una gran variedad de opiniones para sustentar una hipótesis, para luego expresar otra gran variedad de ideas contrarias. Las ideas se confrontaban unas con otras, de suerte que de esta confrontación surgían conceptos y figuraciones sólidas. Finalmente, dichas figuraciones suficientemente fundadas se cavilaban en silogismos, usando la lógica en su sentido más estricto. Esa era la disputa como método de encontrar las verdades. La Suma Teológica es un libro que ejemplifica excelentemente esta técnica.

En el siglo XVII la filosofía retumbó en sus cimientos. Ante las asombrosas consecuencias de las evidencias de las ciencias naturales, el universo fundado en las explicaciones aristotélicas había colapsado. El geocentrismo se derrumbaba, los dogmas religiosos rechinaban, y la teología ya dejaba de marcar la pauta del conocimiento. El Oscurantismo descendía de la cúspide para darle paso al Renacimiento. Y René Descartes se erigía como el padre de la filosofía moderna al hacer patente que el filosofar consta de dos momentos.

Siglos anteriores a él, el arte de filosofar consistía El filosofar tiene dos momentos.en darle explicación a un problema, apelando, en primera instancia, a las hipótesis que resultaban ser más naturales para hacerse cargo de la explicación. Luego del planteamiento de la hipótesis, venía el método filosófico en cuestión. En pocas palabras, primero se veía el camino, y luego se caminaba en él. He ahí los dos momentos.

Ante la caída del sistema filosófico aristotélico, los filósofos como Descartes (y de él en adelante) se habían prohibido a sí mismos errar de nuevo al conformar otro sistema filosófico. El filosofar se convirtió en un arte estrictamente disciplinado, muy riguroso, muy cauteloso y meticuloso; y el acento de la búsqueda de las verdades no reposaba ya tanto en el método en sí sino en la visualización previa del camino. La duda, pues, se convirtió en la forma por excelencia para hacer filosofía, se convirtió en el pre-método, por así decirlo.

Tal y como lo afirmaba el mismo Descartes, (casi) todos los objetos del universo son susceptibles de duda, de tal manera que, a modo de extraer la cáscara para quedarnos con el contenido del objeto en cuestión, se duda sistemáticamente de lo que resulta evidente y exterior para proseguir, poco a poco, hasta la esencia misma de lo que nos es problemático. Basados en este sistema cartesiano (que algunos autores clasifican en evidencia, análisis, síntesis y comprobación), no se puede dudar hasta el infinito, pues, lo único indubitable es el pensamiento. “Cogito, ergo sum”; pienso, luego existo.

A medida que transcurre el tiempo, los “dos momentos” del acto de filosofar se hacen más patentes, y aunque son escindibles si se les piensa con detenimiento, parecen fundirse en un solo acto que la historia de la filosofía ha querido llamar intuición, sobretodo desde el siglo XIX. Pero esta intuición como método no es una especulativa. Todo lo contrario. La intuición de la que se hace referencia es una bien entrenada, es una intuición recursiva, que surge espontáneamente de una mente que fácilmente ha aprehendido con anterioridad las cosas que le rodean de forma escrupulosa, y que cuando se plantea un nuevo problema, lo acecha desde una perspectiva veterana e inmediata, casi como una iluminación, metafóricamente hablando. Una vez dado el paso del “primer momento”, la rigurosidad se hace explícita, atacando la intuición hipotética por medio del análisis y la lógica.

La intuición como método, a la luz de la filosofía contemporánea, podría categorizarse en intuición intelectual, emotiva y volitiva, según sea el propósito el buscar la esencia, el valor, o la realidad existencial fundada en la voluntad, respectivamente. Exponentes de estas intuiciones hay varios, pero debería mencionar a Schopenhauer (intelectual), a Espinosa (emotiva) y a Fichte (volitiva) como los más llamativos en cada estilo.

La filosofía se nos dispone entonces como una disciplina que amerita tanta o más seriedad que cualquier otro campo de estudio sistemático y riguroso. Más aún, tal y como ocurre con las orientaciones innatas en cada área del desenvolvimiento humano, en el caso de la filosofía también hace falta nacer con cierta naturalidad y aptitud hacia este ámbito del hombre. A título personal, no puedo menos que añadir mi desagrado ante los tiempos neo-oscurantistas que transcurren, en los que la palabra filosofía ha sido devaluada por personas que, con o sin intención, no le dedican el rigor correspondiente al acto de pensar, atribuyéndose ideas y pensamientos que proclaman para sí una supuesta profundidad. Lamentablemente, pero como es de esperar, la gente acepta de buena gana a los farfulladores pensantes, más por las lisonjas que dejan sus palabras que por su veracidad. La gente ama en boca de otros lo que desea escuchar.

Gusto, para finalizar y en referencia a este último punto, remitir a Manuel García Morentes, en su libro "Lecciones preliminares de filosofía":

"Existe una sapiencia popular que se condensa en refranes, tradiciones e ideas, que la masa del pueblo trae y lleva. La filosofía no es eso. La filosofía exige un rigor que es incompatible con las cómodas pero perfectamente inútiles tradiciones de la sabiduría popular."

Muchos saludos.




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sábado, 13 de noviembre de 2010

INTRODUCCIÓN A LOS VECTORES

L
a Universidad Simón Bolívar, en Venezuela, ha tenido la gentileza de proveer facilidades al estudiante para ser libre en la propuesta de proyectos de servicio comunitario. Si no es de su conocimiento, le informo que en este país, para poder obtar por el título de pre-grado, es menester realizar un servicio social de 120 horas, además de cumplir con los requisitos academícos.

Hay proyectos pre-diseñados por la universidad, pero es válido también que el estudiante, si así lo desea, tome la iniciativa y proponga un proyecto de igual impacto y cantidad de tiempo. En lo particular decidi tomar la segunda alternativa y postulé con algunos compañeros la creación de un videojuego didáctico. Fue aprobado, desarrollado y ejecutado, con resultados positivos en la comunidad aledaña a la universidad.

El videojuego es una especie de inducción al tema de los vectores, tópico que se ve por primera vez en preparatoria en el primer curso de física. Comenzando por una ligera introducción a los sistemas de coordenadas, el alumno podrá estar al tanto de lo que es la magnitud, dirección y sentido de un vector, para finalizar en la suma de vectores. A fin de comunicar el conocimiento de forma sencilla y agradable, lo que se enseña en este producto didáctico es desarrollado intuitivamente, de tal manera que el alumno aprenda mientras juega. Dicho videojuego resulta entonces un apoyo complementario a la educación que recibirá en las aulas; de ninguna manera es algo sustitutivo.

Sin más preámbulo, aquí os lo dejo (tarda un poco, son casi 20 MB):





El interés de mis compañeros y el mío, además de colaborar con la comunidad, consistió en ser libres en la manera de hacerlo y en disfrutar el proceso. Por eso, en honor a nuestras infancias felices en las que jugábamos videojuegos y nos encantaba descubrir trucos secretos, VECTOR (el videojuego) no está carente de los mismos:

SECRETO:
A la maravillosa usanza de los juegos de Konami, VECTOR cuenta con un extra al ejecutar el Konami Code. Justo en esta pantalla, al finalizar el juego


se debe hacer el Konami Code. Si no lo recuerda o si nunca ha sabido de él, nada más consiste en teclear la siguiente clave:


El resultado es un corto chiste interno entre una querida amiga y yo, ¡jejeje! Lamento que para la mayoría de las personas resulte no más que una curiosidad, pero la verdad es que hubiese sido lamentable no aprovechar el desarrollo de un videojuego para recordar los viejos momentos de la infancia con los códigos secretos y hacer un poco de mofa para la diversión.


El videojuego es altamente mejorable, y por supuesto que hay varios errores. Sin embargo se ha tratado de hacer amena la comprensión básica de lo que son los vectores, para que cualquier estudiante novel pueda entusiasmarse con tal conocimiento y desdeñe un poco la aversión que los cursos de física tradicionalmente tienen sobre los más jóvenes (y ni tan jóvenes).

Si el juego es de vuestro agrado, un crímen sería no proveer un vínculo hacia las canciones de VECTOR. Pueden descargarse por la siguiente vía, sólo si mantiene la promesa de honrar los créditos de sus autores si decide utilizar alguna melodía:

Canciones de VECTOR

Muchos saludos y que les sea de provecho.




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martes, 9 de noviembre de 2010

"EVANGELIO DE JUDAS". PASSER, MEYER, WURST. Comentarios.


H
ace algunos años paseaba alrededor de los anaqueles de una tienda libros cuando de repente uno llamó poderosamente mi atención. El título pregonaba que el contenido era el Evangelio según Judas Iscariote, frase que inmediatamente tuvo un contraste de polo a polo en mi mente. ¿Cómo el mancillado honor de Judas Iscariote puede comulgar con algo tan santo como lo es la autoría de los evangelios de la Biblia? Con el tiempo aprendí que ese impacto era un prejuicio cultural.

Y como prejuicio cultural al fin y al cabo, tuve mis reservas. Tomé el libro, lo ojeé rápidamente sin leerlo, y lo que me decidió definitivamente a comprarlo fue que la casa editorial era nada más y nada menos que la National Geographic. Parecía literatura seria, y le di entonces una oportunidad.

Es menester un breve contexto histórico. En el año 1970 unos pastores encontraron un códice escondido en unas cavernas en las cercanías de El Minya, en Egipto. El códice, bautizado como Códice Tchacos, contenía varios manuscritos que datan del siglo III D.C., entre ellos el Evangelio según Judas Iscariote, texto religioso que provino de la corriente gnóstica de los primeros cristianos. El manuscrito conseguido es una copia de manuscritos mucho más antiguos, y la referencia más lejana de este evangelio está en las notas del Arzobispo de Lyon, Ireneo, del año 180 D.C, más o menos la misma época en la que se escribieron las Cartas de San Pablo. Por eso se dice que el Evangelio de Judas es intertestamentario.

El manuscrito es auténtico, cuestión que el libro te explica luego de exponer a modo de introducción que los fragmentos, aunque deteriorados, fueron evaluados por el proceso de carbono radioactivo, análisis de tinta, análisis paleográfico y análisis de imagen multiespectral.

En este evangelio Jesús toma un protagonismo sin igual y bastante particular, en lo relativo en los evangelios aceptados en el Canon Bíblico. Aquí no abundan las parábolas, sino que es el mismo Jesús hablando directamente, sin metáforas, sin analogías y sin aforismos. Al mismo tiempo, el protagonismo se enfatiza en la cantidad de diálogos proferidos por dicho personaje, los cuales constituyen casi la totalidad del libro.

¿Alguna vez, estimado lector, se ha preguntado si Jesús, sabiendo que iba a ser crucificado, sabiendo que debía ser sacrificado, por qué no se entregó el mismo? ¿Se ha preguntado también cuál es el valor del sacrificio si se tiene la certeza de la vida eterna, de la resurrección? Pues en este libro se despeja el panorama claramente respecto a estos tópicos. Jesús explica que de todos los apóstoles, Judas Iscariote es el que más le entiende, es el más profundo de todos ellos. Judas es versado entonces por su maestro en los secretos que ninguno de los demás apóstoles podían entender. Aún más…

Desde la perspectiva religiosa judeo-cristiana,¿Cual es el sacrificio más valioso? Sacrificar a tu dios.el sacrificio ha sido una poderosa simbología de alabanza a Dios y de influir en el futuro de la humanidad. Caín y Abel ofrecían sus mejores frutos, sacrificando lo mejor de su sustento, los personajes de la línea abrahámica ofrecían holocaustos sacrificando sus mejores corderos. A lo largo del historial bíblico observamos cómo se sacrifican hasta los primogénitos. El sacrificado recibe entonces, en la medida de su sacrificio, una recompensa divina proporcional. En este contexto, ¿qué es lo más valioso para un apóstol que se pueda sacrificar? Pues sacrificar a su propio dios. El honor de ello se lo concedió el mismísimo Jesús a Judas, su mejor discípulo.

Esto le da una nueva visión a la historia que todos conocemos. Judas ya no es el traidor, sino el apóstol que tuvo el honor de cumplir con la misión que Jesús le encomendó. Fue el elegido, y esto de pronto cobra cierto sentido, pues, ¿no es especial, de alguna manera, aquel que tuvo que inmolar a Jesús? ¿Por qué Dios elegiría a Judas Iscariote y no a algún otro de los apóstoles?

No solamente esto ha sido lo novedoso dentro del manuscrito. Jesús habla elocuentemente acerca de los “eones”, no en el contexto de entenderlos como espacios de tiempo increíblemente largos, sino más bien como entidades espirituales muy avanzadas, con las cuales él se identifica. Jesús pues, no resulta ser el único en su tipo, según el documento.

Este impresionante libro procura ser muy serio, y hay secciones que simplemente están en blanco por no poder recuperarse de los fragmentos originales. El lector muy bien pudiera dejar de entender párrafos enteros, pero tendrá la absoluta certeza de que lo que sí puede leer ha sido perfectamente fidedigno y bien traducido. En afán de ampliar la cultura histórica acerca del cristianismo primitivo, de las censuras de las primeras iglesias, y del rico campo de conocimiento teológico que va ampliándose y reestructurándose cada vez más ante los nuevos descubrimientos, el Evangelio de Judas resulta un libro obligatorio.

¿Qué tan equivocado se puede estar en una fe?

Muchos saludos.





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