sábado, 31 de marzo de 2012

LA ÉPOCA DE ORO MASCULINA


¿Cuál es el mejor momento de la vida de un caballero? ¿Será acaso cuando puede caerse innumerables veces de la bicicleta sin apenas sufrir daños serios? ¿Será, por el contrario, cuando ha acumulado toda la sabiduría y experiencia de una vida? Acá se os muestra, a continuación, un (nada serio) análisis pseudocuantitativo y cualitativo acerca de esta (muy seria) cuestión. Quizás sirva para forjar un posterior canon ético en el caballero.

Basándonos en el estereotipo de un hombre promedio, y si todo le sale bien a lo largo de la vida, es posible hacer una extrapolación y convenir que, en efecto, es la medianía de la vida en la que los mayores goces se experimentan. La razón es que el ciclo de la existencia, que va desde el nacimiento hasta la muerte, posee semejanza con una parábola vital, en la cual en la etapa de infantes y ancianos reconocemos nuestras máximas limitantes.

Habría que comenzar, por ejemplo, con observar cómo se desenvuelve la belleza física y la salud a lo largo de la vida masculina:

salud vs tiempo lecorvomecanique

El hombre, a despecho de la realidad de la mujer, va forjando su rostro con los años, teniendo su semblante definitivo en la adultez madura. No obstante, la disfunción eréctil es la marca por antonomasia de la decadencia de los últimos años. La falta de fortaleza física, así como los largos vellos ramificados en las orejas, con los dolores de rodilla y coxis, también son factores importantes en la última etapa.

Y de la adolescencia, con la lozanía del acné, una líbido recién descubierta y la estética propia de la hambruna, mejor ni hablar.

Respecto a la independencia y autonomía, típicamente relacionable con el dinero (bien o mal) habido, se tiene:

independencia vs tiempo lecorvomecanique

Pues bien, si todo sale como se estila en estas sociedades, el caballero incrementará su patrimonio, y por ende su independencia económica, a medida que los años vayan transcurriendo. En el caso ideal, la curva siempre será ascendente, aún con los esperados traspiés que cualquiera puede tener en algún momento de la vida. Por supuesto, siempre habrá un tope, o un decremento en la tasa de ascendencia de la riqueza. Los impuestos siempre serán el mejor método de robo por parte del Estado.

Por último, es menester observar qué sucede con la lucidez mental:

inteligencia vs tiempo lecorvomecanique

A medida que se desenvuelve el devenir se puede ser más sabio, pero no siempre más lúcido. Se puede ser de mente profunda y analítica, y mientras la biología lo permita, las ideas del caballero en cuestión serán forjadas con lo mejor de la sabiduría acumulada y su flexibilidad mental. No obstante, es inevitable que en la vejez, aunque se sepa mucho, se ahonde poco.

Es particularmente frecuente asociar al ocaso de la vida con olvidarse del nombre de los hijos, con la tosquedad de una mente ya rígida, y sostener anodinas conversaciones sin sustancia con los vecinos. Nada muy sensual, en verdad.

Pues bien, ya que hay circunstancias favorables para cada momento de la vida, ¿cuál es el mejor momento de toda ella? Es sencillo suponer que será la época en donde la suma de belleza, fortaleza, independencia y juventud sean un máximo. Superponiendo las gráficas, se encuentra entonces una particular región sombreada:

Photobucket

Este especial momento de la vida de todo hombre (promedio), es, mis estimados, su época de oro. Algunas ventajas de este rango áureo en las circunstancias del hombre son las siguientes:

• El hombre se encuentra en el espectro más amplio de ataque, pues dentro de sus objetivos románticos y/o lascivos, muy bien puede optar por las inocentes damiselas recién llegadas a la veintena de años, o bien puede darse el excelente lujo de mantener vínculos de esta especie con damas de dilatada experiencia, que circunden los 40 años de edad y que anhelen revivir momentos de carne febril.

• Si alcanza una lucidez suficientemente buena, el hombre de esas edades sopesará con más detenimiento las posibilidades vitales transcurridas y por transcurrir, muy especialmente las que conciernen a la juventud. En este sentido, sabiéndose en pleno cenit jovial y esperando de la vida no más que un gran tobogán descendiente para los disfrutes de ella, el caballero muy probablemente se dedicará al hedonismo concienzudo de su existencia, aprovechando cada minúsculo espacio para ello.

• La moral, como constructo relativamente caprichoso de cada época y contexto social, mantiene el nivel más bajo de influencia sobre un hombre que, a buen seguro, se ve enmarcado a sí mismo en el poder físico, monetario y mental máximos de su vida.

• Si muere en este rango de edades, se puede contar con la certeza de que se será recordado en belleza. Ideal si el caballero ha realizado algo medianamente importante como para documentársele, retrato incluido, en la educación de las generaciones venideras.

• Es el momento ideal para cometer puntuales infantilidades bajo la excusa de mantener aún las mejores reminiscencias de los momentos de la niñez; esto en contraste, por ejemplo, con la segura tacha de inmadurez que le sería otorgada a un adolescente, o el seguro estigma de “viejo trasnochado” que categorizan a los ancianos que cometen niñerías a destiempo.

• Si se desean, tener hijos en este momento sería los más conveniente, por razones que se clarifican a sí mismas en vista de lo anterior. Tampoco sería prudente tenerlos, por las mismas razones: se acabará lo dorado de la época.

En este breve análisis esencialmente cualitativo, pues, he puesto de manifiesto por qué un caballero que circunda las tres o cuatro décadas, bajo ciertas condiciones, es el rey de su vida. Que sirva esto entonces a los hombres desprevenidos ante su mejor época, y a las damiselas también, para que sepan aprovechar las circunstancias que aquí se han descrito.

Por cierto, damas mías, que es menester decir que un hombre treintañero no es de noviazgos. O se casa o mantiene “affairs” (o ambos), pero sobrellevar ese período de prueba llamado noviazgo, ante el panorama treintañero de la inminente decadencia de la vida, es de personas de descuidado horizonte. A esas alturas no se está para estar tanteando ni tonteando.

Un saludo.






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