martes, 22 de enero de 2013

"MEMORIAS DE UN EXORCISTA" - GABRIELE AMORTH. Comentarios.


Si el padre Amorth gozará del tiempo como para dedicarse a disfrutar algunas películas, tal vez convendría en que los medios de información más formidables para divulgar la necesidad de que haya exorcistas han sido, de forma determinante, la literatura, la televisión y el cine. Más aún, lo verdaderamente apremiante  para  Amorth –esto es, la divulgación de la real existencia del Demonio y del Infierno-  ha contado con la buena fortuna  de haberse transmitido aún más.

En un lenguaje sencillo, el padre Gabriele Amorth le explica a Marco Tosatti las experiencias más impactantes y más recurrentes en el ministerio que ha emprendido.  Esta entrevista, realizada en el año 2010, despierta suspicacia por cuanto la famosa película “El Exorcismo de Emily Rose”, exhibida en la misma década, mostró un ascenso en la inquietud general del público por estos tópicos. Ha sido acertado, pues, que este libro haya sido publicado en estas fechas; no sin sopesar luego si existe una solapada intención por parte de la Iglesia Católica para promover su causa a través del impacto, del sensacionalismo y del miedo. No en vano, según los exorcismos documentados, los demonios aseguran que es la religión católica, y no otra, la verdadera.

No obstante, el padre Gabriele se presenta sincero, afable y muy estructurado en el sino que ha elegido, sin que eso implique que no sea un caballero repleto de contrastes, como cualquier otro. Por un lado, este hombre posee un talante determinista en su manera de interpretar los fenómenos. Como muestra de ello, asegura que no es una casualidad la fecha de su nacimiento, ni su vocación mariana, ni siquiera su nombre y su preferencia por el Arcángel Gabriel. Pero por otro lado, es una mente metódica, que gusta de realizar los procedimientos lo más conservadoramente posible, casi con cariz científico y paulatino. Así es como, en un solo espíritu, la creencia y el rigor parecieran comulgar sin ningún conflicto.


Padre Gabriele Amorth.
Pero la entrevista no se trata de Amorth, sino de los variopintos episodios en los que Amorth ha intervenido expulsando demonios y maleficios. En una sencilla, pero didáctica, cátedra de exorcismo, el sacerdote señala todas aquellas manifestaciones que son comunes en estos rituales: los pacientes se babean; vomitan clavos de varios centímetros de longitud, cristales, estampas religiosas y hasta los recetarios del maleficio del que han sido víctimas; hablan en varias lenguas, con varias voces, con varias personalidades; son exorcizados durante años, y sus quejumbres son, por lo general, tendientes a afectar la cabeza o el estómago.

Con esta dilatada experiencia, el padre Amorth –quizás sin proponérselo- ha dilucidado un patrón de conducta de todos los casos en los que ha intervenido. He aquí una suerte de método “científico”, pues, previa consulta y presencia obligada de especialistas psicólogos o psiquiatras (descartando que se trate de trastornos de personalidad múltiple), el exorcista comienza la expulsión del ente demoníaco con bendiciones diagnósticas, y provocando luego su manifestación y su posterior expulsión.

Ahora bien, dada la completa anuencia del buen sacerdote al querer hacer énfasis en la existencia de lo maligno, bien valdría la pena contar con su buena lid y formalizar, más allá del rito y sus procedimientos, el acto del exorcismo. No se trata ya de reformular (una vez más) el “De exorcizandis obsessis a daemonio”, sino de afrontar la evidencia empírica con el necesario rigor experimental; de tal suerte que no sea la creencia la que le da el sentido a lo que sucede durante el exorcismo sino que sea el exorcismo el que pronuncie su propia hipótesis y tesis.

Aunque luce primario el hecho de dilucidar, en primera instancia y filosóficamente, la existencia y naturaleza del Dios católico para luego poder aprehender con seriedad las consecuencias que de ellas se derivan, existe el riesgo (más que probable) de caer en la sustantivación de las deidades, encarcelando la búsqueda genuina en las reductoras e inflexibles cláusulas de la lógica y el lenguaje. Una alternativa honesta consistiría en la implementación de un esquema deductivo, partiendo del hecho, de la evidencia, hacia la generalidad, en vez de su contraparte inductiva.

Así las cosas, cabría preguntarse, por ejemplo, si cuando el paciente habla en varias e ininteligibles lenguas, lo que importa son las palabras que menciona o más bien la intencionalidad con la cual son pronunciadas. ¿Y si la videncia incluye el carisma y el ocultismo?¿Será un asunto de manejar el lenguaje “enoquiano”, o corresponderá, empero, a la más cruda expresión gutural asociada al sentimiento? Análogamente, ¿qué hace que en algunas ocasiones los sacerdotes sean más efectivos invocando al prolífico y sensato San Alfonso de Ligorio, y en otras, a la docta Santa Catalina de Siena? ¿Qué resulta más efectivo: la cadena de San Vicinio de Sarsina o la estola? Y en las oraciones de liberación, cuando también sobrevienen “lenguas”, de nuevo, ¿es un asunto de las palabras o de su intencionalidad?

“La intensidad de la fe” -responderían muchos creyentes. Y se puede convenir temporalmente en que sea así. Pero, aún con la fe de Cándido Amantini, aún con la fe (innegable) de Enmanuel Milingo, el endemoniado no halla su cura siempre, ni de la misma manera, ni bajo el mismo método.

Los tiempos que corren, completamente empáticos con el saber científico, exigen una revisión positivista de las instituciones que procuran establecer un canon moral y ético para todos. Solo con ese aval, que lamentablemente no está exento de reduccionismos, podría establecerse un nuevo enfoque en la investigación de estos fenómenos, hasta ahora remitidos a un plano espiritual.-

Se abre, entonces, un universo de posibilidades en el desarrollo del campo teológico, antropológico y físico. El periódico Orizzonti y la bitácora escrita durante el exorcismo del joven Robbie Mannheim fungen como sinceros e importantes avances en el registro objetivo de las observaciones de estos sucesos. El padre Amorth, en esta entrevista, realiza una diferenciación importante entre los videntes, carismáticos y ocultistas; en donde los primeros son aquellos que presentan un sentido más desarrollado que el común de la gente, sin que eso tenga vinculación con dones metafísicos.  ¿Qué tal, pues, si todas estas facultades presuntamente espirituales no son más que campos insospechados de la videncia?

La prerrogativa podría consistir, tanteando algunos caminos, en averiguar por qué los demonios como Asmodeo, Legión y Lilith reinciden constantemente en las posesiones a lo largo de la historia; por qué no se verifica antropológicamente el supuesto culto que se le realizaba antiguamente al “dios” Zago; increpar al poseído, en el caso de estar bajo el manto de un condenado, y extraer información acerca de lo que pudiese ser la existencia del Sheol judío; calibrar científicamente la observación de la materialización de los objetos varios que aparecen espontáneamente en el reflujo de los pacientes. En suma, verificar si los eventos que se asumen como fenómenos espirituales no son más que otra expresión desconocida de la naturaleza en su materialidad; o si, por el contrario, dilucidar deductivamente, con el saber más que con el creer, la existencia y palpabilidad de dimensiones que han sido rechazadas por el rigor científico y hasta por el Clero.

Cuando el espíritu científico es sincero, se torna inevitablemente relativista. Pero si se es sinceramente relativista, hasta la idea de lo Absoluto se torna una posibilidad.

Título original: Memorie di un esorcista – La mia vita in lotta contro Satana – Padre Amorth intervistato da Marco Tosatti





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domingo, 13 de enero de 2013

ENTREVISTA CON EL ÚLTIMO QUE APAGÓ LA LUZ


Antes de invocarle en cada situación política que le desagrade, tal vez sea necesario que sepa que el famoso "último que apague la luz", en efecto, ya la apagó. Más aún, está bien lejos. A continuación una entrevista que le han hecho:


-¿Es usted la última persona que quedaba de Venezuela, y que cuando vio todo perdido apagó la luz?

Así es, soy yo.

-¿Pero cómo es posible? Es decir, todavía hay muchas personas que están en Venezuela…

No. Ustedes creen que Venezuela aún existe, pero el país ya dejó de ser tal. En este momento ustedes se encuentran en otro lugar completamente distinto, que denominan “Venezuela”, pero por simple inercia o costumbre. Eventualmente le conseguirán otro nombre.

-¿Quiere decir usted que Venezuela ya fue?

Sí, exactamente. Corvo escribió algo sobre eso.

-¿Y quién es Corvo?

No sé. No se le ve muy a menudo. Pero me llegó su artículo y me pareció simpático.

-Bien- ¿Y usted no está con los demás venezolanos? Es que ha respondido con un “ustedes están en otro lugar…”

No, no estoy en la otrora Venezuela. Ahora estoy en Australia.

-¿Y eso?

Bueno, apagué la luz y me fui. Además, aquí es chévere. Me la paso en bermudas todo el tiempo, y todos los días conozco insectos nuevos. Es como estar en Apure en las noches de lluvia, pero sin chavistas, ni paramilitares, ni asesinatos. Y la gente por acá, además, sabe quién es Andy Warhol, por ejemplo.

-¿Cómo es eso de “apagar la luz”? Explíquenos.

Es muy sencillo. ¿Recuerda los continuos apagones regionales que le achacaban a las iguanas o al sabotaje? Era yo, pero solo estaba avisando. Estaba apagando y encendiendo la luz intermitentemente, informando que pronto apagaría todo definitivamente y me iría.

-Pero todavía tenemos luz…

¿Le parece? ¿Y tienen presidente?

-Oh…

¿Ve? El “último que apague la luz” es como el piloto que sabe que su avión se va a estrellar y decide dejar el mando y saltar en paracaídas. Es exactamente mi caso. Ustedes no se han dado cuenta, pero ya están con el cuarto a oscuras.

-Es decir, ¿usted “apagó la luz” cuando Venezuela se quedó sin presidente?

Así es. Aunque no tanto por quedarse sin presidente, sino por violentar la Constitución de manera tal que ya no hay estado de derecho que valga. Con esa ilegalidad mayúscula quedando impune, todas las demás infracciones a la ley son permisibles.

-Pero, ¿por qué apagar la luz?

Bueno, seguramente ha visto usted cómo entra la gente, a los golpes, en el Metro. Y sin necesidad.

-Sí.

Y seguramente también ha visto como sobre abundan las señoritas que afirman que “la envidia les fortalece”.

-También.

¿Y ha notado cómo Venevisión sigue transmitiendo “El Chavo” luego de treinta años, como “programación de estreno”? Probablemente también ha visto cómo la Asamblea Nacional parece un “reality show” de esos de MTv, al estilo “White Trash”.

-Sí, también lo he notado.

Pues, en este orden de ideas, no puedo evitar mencionar el curioso sincretismo de los socialistas católicos-santeros, o de bolivarianos que asumen la doctrina marxista, o de las protestas opositoras tuiteras. Esto último es muy cómico, porque estas personas opositoras son del estilo “¡Libertad y democracia! ¡Cacerolazo! ¡Cadena de oración! ¡Lucio Quincio presidente! ¡Adriana Azzi primera dama!”.

-Ciertamente, va de la mano. ¿Pero no tiene esperanza en el país? ¿Apagó la luz y nos dejó así?

Mire. Hagamos un experimento. Imagine que metemos en una licuadora a todos estos personajes que he mencionado- Los batimos. En el jugo que saldrá habrá de todo, pero, tal y como ocurre con los batidos que combinan varias frutas, ese jugo resultante probablemente tendrá que colarse y edulcorarse. Quizás hasta haya que esperar que se asiente un poco, para que agarre textura.

-Es posible, pero, ¿y entonces?

Bueno, pensemos en tiempos históricos. Un batido se hace en minutos, pero, ¿cuánto tarda la madurez social? ¿Cuánto tarda en cuajar una identidad nacional? ¿Ve? Si eso nos ocurre, pues perfecto, pero a mi no me queda mucha vida como para sentarme y verlo; esto es un asunto que tomará generaciones.

-¿Y como cuántas generaciones cree que tome?

Considerando que nuestra generación de relevo se considera “apolítica”, solo conoce del chavismo, y es una esponja esnobista de todos los desperdicios mediáticos extranjeros, pues… unas cuantas. Pero alguna de ellas encenderá la luz otra vez.

-¿Y cómo hizo para ir Australia? Ya sabe, por el asunto de la divisa…

Pues, como le he comentado, yo venía avisando que me iba, apagando intermitentemente la luz. Desde ese entonces comencé a ahorrar en moneda extranjera. El tiempo me dio la razón: ahora que Hugo no aparece y que el gobierno no va a tomar más riesgos políticos, la devaluación necesaria de nuestra moneda se ve lejana, lo que hace que las “lechugas afrodescendientes” hayan incrementado su precio muchísimo. Y lo seguirán haciendo.

-¿Y se siente bien por allá?

Sí, bueno. Aquí hay areperas. Y hay arepas dentro de ellas, es decir, hay Harina Pan. Los vecinos son muy respetuosos, y no colocan música a todo volumen en las madrugadas. Algo importante es que esto no está politizado, y que, además, no hay "Sábado Sensacional". Lo único es que la gente me ve raro cuando tranco la puerta de la casa con doble llave y cadena, pero es que ellos nos entienden. Es por si acaso.

-¿Qué consejos puede darle a la gente que se quedó dentro del cuarto oscuro?

Ese país al que ustedes aún llaman Venezuela, para mi, es un gran puerto. Si desea sobrevivir, vuélvase comerciante. Compre afuera, venda adentro; así de sencillo. Por lo demás, solo podría recomendar que no se meta en problemas. Al final de su vida, verá que todas esas calenteras políticas, que le perjudican la salud, fueron inútiles. En ese país la política es otra rama de la farándula. No se la tome en serio, pero no olvide nunca que usted es, esencialmente, un animal político.

-Pero ese es un consejo muy desolador, casi como una resignación.

Bueno, si lo prefiere, podemos editar esta parte de su entrevista. Bien puedo reformular mi respuesta, no hay problema, aunque no será sincera.

-¿Y qué podría decir entonces?

Que Venezuela es el mejor país del mundo, que los venezolanos tienen en la sangre el sentido cívico y democrático; las mujeres bellas, sus playas, lo alegre de su gente… El béisbol, la Vinotinto. Ya sabe, ¡vida y más na’! Por favor, permítame levantarme el cuello de la chemise y colocarme una gorra “Bass Pro Shops”, para que mi respuesta sea más creíble.

-Bueno. La última pregunta: ¿planea usted regresar y encender la luz de nuevo?

Le comentaba que el encargado de encender la luz otra vez será alguien de alguna generación venidera. La verdad es que, a pesar de todo, me gustaría volver. Pero si lo hago, mucho sospecho que la patria de mis recuerdos ya ha desaparecido. No quiero desilusionarme. Prefiero mantener ese recuerdo bonito de lo que era Venezuela. Además, me han dicho que en Maiquetía están robando.

-Pues, muchas gracias por sus palabras, señor.

Gracias a usted. 





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sábado, 5 de enero de 2013

"EL BANQUERO ANARQUISTA" - FERNANDO PESSOA. Un tributo


Fernando Pessoa, escritor de encomiable profundidad y modestia, escribió "El Banquero Anarquista" en 1922. Con un título tan intelectualmente provocador, casi coqueteando con el oxímoron, me gusta recrear en la imaginación que el Sr. Pessoa, de talante discreto, siempre solapándose entre sus heterónimos, se percataba de su inusual y llamativa sutileza en el manejo de las ideas; y no le quedaba más remedio que esconder su genialidad en las rendijas de identidades ficticias. Al decir verdad, aunque haya mucho orgullo en el acto de estampar la propia firma, también hay mucho del "amor propio" cuando se firma en son de otro, con la plena confianza de que el arte será tan ruidoso que más vale rehuir de la fama y delegársela a otra identidad. La insistencia en la modestia desentraña orgullos.

Uno de los aspectos que cautivan de este ensayo, es el carácter metódico con el que el protagonista va desentramando lo que corresponde a las ideas tradicionales del anarquismo y su puesta en práctica. La lógica se hace tan evidente, y al mismo tiempo tan reveladora, que fue muy sencillo discretizar el ensayo en una suerte de mapa de conceptos:

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Finalmente, ante un texto tan breve pero tan interesante en contenido, tomé la decisión de rendirle un tributo (también modesto), transmutando mis anotaciones personales a un esquema animado y público. Así, si la curiosidad ha guíado al lector hasta este punto, encarecidamente le invitaría a ver lo siguiente:




Si la ávidez del lector aún busca conocer de qué va este ensayo, gustosamente ocurro a extender la invitación a su lectura, a través del siguiente enlace. Si alguna vez ha tenido curiosidad por la doctrina anarquista, me atrevo a garantizar que esta lectura será, cuando menos, enriquecedora.



Sinceros agradecimientos.






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