lunes, 6 de septiembre de 2010

REGISTRO DEL TÍTULO EN EL RPC. (Parte II)


D
espués de la estafa del fotocopiador amable, fui al Banco Provincial. Queda a la vuelta de la esquina, así que eso definitivamente es una ventaja. Llegas al banco y ves que hay 19 taquillas para atenderte, más un sistema digital de tickets para que no hagas cola dentro de un tumulto de gente. Eso suena más maravilloso, ¿no es así?.

Pues bien, tomé mi ticket de la maquinita y resulta que tenía a 150 personas por delante. Supuse que tardaría, pero dadas las 19 taquillas me dije a mi mismo (inocentemente): “Esto será un rato y ya”. Soy un estúpido.

De las 19 taquillas, sólo 5 eran atendidas. Eso fue lo que noté al rato. Ante este suceso de los eventos, agarré mi libro, me senté en unas escalerillas que estaban por ahí y me puse a leer, o a por lo menos a intentarlo, ya que no había desayunado y moría de hambre.

De pronto me percaté que estaba sentado al lado de una niña. También leía, pero el famoso libro de los vampiritos que creen en el amor. Escuchaba música al mismo tiempo y hablaba sola de vez en cuando. Mientras yo veía las páginas de mi libro sin leer, pues el hambre me tenía al borde de la inanición, la niña hacía intentos sutiles para socializar conmigo, o por lo menos eso fue lo que me pareció. Veía mi libro, intentaba ver la portada para averiguar qué era lo que leía, a veces miraba los números de la pantalla y en un modismo pre-fabricado de hastío decía en voz escuchable cosas como “que ladilla esta cola vale”. Yo la ignoraba, no tenía ganas de socializar.

Después de mucho tiempo, y de varios intentos, terminamos hablando. Aunque fui monosílabo, ella me contaba largo y tendido varias anécdotas de su vida. Le faltaba un año para graduarse de abogada, luego quería estudiar psicología, tenia 19 años (no era tan niña), su mejor amiga se llamaba Diana y una vez, estando con ella, amenazaron con una demanda al tipo de la taquilla del estacionamiento del Sambil. Su estilo de hablar y de humor era el típico de las personas que pasan demasiado tiempo viendo series estadounidenses; ya saben, esa clase de chistes que intentan ser sarcásticos y que esperan las risas pregrabadas del estudio para hacer entender que son chistes. Nunca supe su nombre.

Cuando habían pasado dos horas de espera en el banco y ya el hastío hacía que mi compañera casual de cola pusiera su cabeza en mi hombro (y aún no sabíamos cómo nos llamábamos), llego mi turno. Fui atendido en cinco minutos, lo cual es la usual ironía de la vida en los trámites fastidiosos de este país. Me despedí de la chiquilla, fui a sacar 2 fotocopias de la planilla bancaria en el localcito del estafador amable, y luego fui al Registro.

Ahora el lugar para hacer cola era la mezzanina. Tenía que entregar la planilla bancaria en una caja para que me dieran un recibo. Un señor que tenía delante de mi atendió una llamada a su celular, y se preocupó bastante por hacerse notar mientras conversaba. Parecía preocupado. Luego, cuando colgó, me dio un golpecito en el hombro con su mano, y sin mirarme nunca, sino que manteniendo su vista en el celular, me dijo:

“No chico, lo que pasa es que éste es un familiar que tengo enfermo y eso me tiene preocupado vale”.

No le contesté nada.

Aquí es donde digo: ¿Por qué carajo la gente tiene que estar hablando con todo el mundo? ¿Cuál es esa necesidad tan imperiosa de comunicarse y fastidiar a cada rato y a cualquiera? ¿Será que soy misántropo, o es que de verdad la gente es neurótica?

Me dieron mi recibo, subí inmediatamente el piso 1, y finalmente el trámite de ese día parecía llegar a su fin. Entregué todos los papeles que tenía que dar en la taquilla correspondiente, y un señor mayor, pero muy amable y paciente me explicó que tenía que volver en dos días, que llegará a las 10 de la mañana a agarrar un número para poder recoger mi título registrado. Como pueden ver, también para recogerlo hay cola y un número limitado de personas.

Salí a las 02:30 P.M. de todo el proceso de ese dia.

DOS DÍAS DESPUÉS

Me encontraba a las 10:30 A.M. de la mañana, leyendo mi libro, en la cola para recoger mi título. Como es predecible adivinar, habían caras conocidas en la cola que habían hecho el trámite contigo hace un par de días. La cola se hacía en la puerta del Registro, en la calle, pero avanzaba a partir de las 11:00 A.M.

Cuando llegas a la puerta, justo en la recepción, un señor toma el recibo que te dieron el dia del trámite, tu cédula, las guarda, te un número, y te dice: “Ven a la una y media al piso uno”. Pues a esperar otra vez. Me senté en la entrada del Registro a leer, pues no tenía dinero para hacer ninguna otra cosa. Planeaba quemar el tiempo así, y así lo hice durante una media hora, hasta el señor registrador, ataviado en un elegante liqui-liqui verde oliva, me sale al frente y me dice: “Caballero, ¿sería tan gentil de levantarse de ahí por favor?”. Bueno, no tuve más remedio. Accedí y me senté adentro cuando milagrosamente vi un puesto vacío. Por lo menos me lo pidió con buena educación.

Aún así, a la única persona que le queda bien el liqui-liqui es a Neo.

Esperé y esperé, hasta que cuando se hizo la 1:00 P.M. subí al piso 1. Ya había mucha gente por allí esperando lo que yo esperaba también. Pretendí esperar allí a que se hiciera la hora. Apareció de nuevo el señor elegantón registrador, diciendo:

- “Buenas tardes señores”.
- “Buenas tardes”, respondieron cinco o seis mojigatos. Una señora dijo: “buenas tardes ¿como está?”.

Luego de breves segundos de silencio y expectación, el registrador dijo:

“Señores, la logística será la siguiente. En este puesto (el primer puesto) se sentará el número1, al lado el número 2, al lado el número 3, y así sucesivamente hasta el 32, que es el último puesto. Del 33 hasta el 50 se quedarán de pie. Y del 51 hacia adelante esperarán abajo. A medida que vayan llamando a la gente, se van corriendo de puesto, para así darle oportunidad a los que vienen de sentarse. Esto ha sido una medida que hemos tomado para disminuir el tiempo de estadía en el trámite. Antes se salía a las seis de la tarde de aquí y yo atendía a uno por uno. Ahora todos los títulos están firmados justo ahora, y heos logrado la meta de entregar 60 títulos en media hora (la señor anterior dijo “qué maravilla”, embelesada más por el poder que por el logro). Así que bueno, hemos mejorado el proceso de entrega bastante. Sigan el orden y las instrucciones. Los abogados de la Universidad Bolivariana pasen a la sala de allá luego de retirar su título”.

Bastante misteriosa la entrevista con los universitarios bolivarianos. Me preguntó para qué los habrá llamado aparte.

Bueno, el asunto es que cuando todo estuvo listo nos comenzaron a llamar para la entrega de los títulos. Como la meta es ser rápidos, nos llamaban de a cuatro personas, a veces de a tres. Esas cuatro o tres personas eran atendidas en menos de dos minutos y luego llamaban a otro pequeño grupo. Como la orden había sido corrernos de asiento, nos levantábamos muy frecuentemente, casi ni siquiera valía la pena volverse a sentar. Y si no te sentabas, el registrador te llamaba la atención. Pronto comentaré acerca de esto.

Llegó mi turno, me hicieron firmar un par de cosas que ni leí dada la dinámica del proceso, me dieron mi título y mi cédula, y todo listo finalmente. Lo malo es que en la parte de mi título en donde consta que está registrado, las palabras y números escritos fueron caligrafiados con marcador, tal y como si se les hubiera acabado la tinta del bolígrafo y luego agarraron lo que tenían a la mano para agilizar la escritura. Lo único que le da carácter se seriedad a mi título es el sello enorme que dice “Marcos Pérez Flores, Registrador Principal de Caracas”.

Y este había sido el fin del trámite. En este día salí a las 2:00 P.M.

OBSERVACIONES

• En el primer día del trámite se tardan ocho horas y media en el proceso. La verdad es que no debería tardar tanto. Se que se han hecho muchas mejoras en la logística, pero aún puede refinarse más el procedimiento.

Suponiendo que el aspecto burocrático no se puede reducir en cuanto al número de papeles que hay que entregar, sugeriría que el mismo muchacho que revisa rápidamente si los títulos son válidos o no, lo haga en la cola antes de entrar al Registro, justo cuando delimitan la cantidad de personas para el procedimiento del día. Además él, y quizás un par más de personas encargadas, luego de realizar el peritaje, podrían pegarle el timbre fiscal al título inmediatamente. Eso ahorraría una pequeña parte del tiempo, pero que por persona, redundaría en horas de ahorro en las vidas de todos. También podrían abrir otra taquilla en vez de trabajar sólo con dos en una misma cola.

• Evidentemente centralizar todo en el Registro Principal es el error más grave que hay.

• ¿En verdad hacen falta tantas fotocopias?

• ¿Qué tal si el registro lo hacen en cada universidad, o si la universidad se encarga de ello para tramitarlo con el Registrador Principal, y luego te da el título?

• Si se hace un convenio entre un banco en particular cercano y el Registro, el banco podría disponer sólo de una taquilla para las operaciones del Registro, a cambio de éste, por cuestiones de tiempo, será el banco preferido por todos.

• En el segundo día de trámite, el rodarse de los asientos, teniendo todos un número a la mano, es una estupidez. Nadie se va a colear y todo el mundo podrá sentarse a medida que vayan llamando a la gente. No hay que acatar las normas porque sí, sino porque se entienden. Si hay algo mejor, pues es mejor no acatarlas.

• Caracas es una ciudad bizarra. En medio de esas diligencias vi en la calle a una señora caminando con una cabeza de maniquí en la mano, sujetándola por los cabellos. La gente habla sola, o te habla de cosas que no te interesan, así, de la nada.

Sí.

• Mi opinión del Registrador: Elegante, educado, metódico, comprometido, demagogo, pavoso.

Bueno, espero que esta crónica les haya servido para algo, si es que tienen que pasar por este suplicio alguna vez. Muchos saludos, y mucha más suerte.



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9 comentarios:

  1. Si toda una aventura el registro del título ;D.

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  2. ME ESTOY PREPARANDO PSICOLOGICAMENTE =(

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  3. Chamo un par de comentarios, en la universidad antes había un gestor que se encargaba del trámite pero no se qué rollo hubo y pues ya no está más. Otra cosa, no necesariamente tienes que ir a ese registro, también puedes ir al del Edo. Miranda (ahí fui yo), que queda en El Tambor, porque la USB está ubicada en ese estado.

    Otra cosa, mira esta definición:

    bizarro, rra.
    (De it. bizzarro, iracundo).
    1. adj. valiente (‖ esforzado).
    2. adj. Generoso, lucido, espléndido.

    En castellano la usamos mal porque la copiamos involuntariamente del inglés :)

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  4. Excelente aporte Alessandro. Lo de la palabra "Bizarro" ya me lo habían dicho, pero aún persisto en esa mala maña de asociarlo a lo extraño.

    Un abrazo.

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  5. Ponte a escuchar música (con audífonos graacias). Es CASI lo más efectivo para que la gente no te hable, CASI siempre asumen que si tienes algo en los oídos es porque no quieres oírlos.
    CASI porque aún así hay gente que se empeña en hacer temas de conversación así tengas los oídos tapados y tus respuestas son monosílabos

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  6. Veo que has hecho mucho énfasis en el "casi", en donde casi pareciera que vuestro consejo proviene de la experiencia propia, ¡jajaja!

    Sí, la verdad es que a veces me siento como un noruego en la India, cuando veo que todo el mundo me habla por alguna extraña razón y yo no tengo el más mínimo deseo de conversar. Mi estrategia ha sido llevar un libro a mano, pero creo que tu sugerencia de los audífonos es mucho mejor.

    Muchas gracias por leer Vanessa, bienvenida a estas páginas.

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  7. Hoy en Caracas pude confirmar mi "casi". Gracias a que la capital de un país se cae por dos semanas de lluvia, cerraron la cota mil. La urbina explotada de carros. 20 minutos esperando el metrobus, escucho música sentada en el piso y AÚN ASÍ "ayyy será que .. ¿ese es el metrobus? o ¿es el de guatire? Es que con estas colas los de guatire se meten por aquí, si .. ujummmmm "

    Es que ni aunque tenga libro se le quitan las ganas. Pana, andaba con audífonos y un libro en el banco. Mi marcalibros es un billete de 500bs (viejos) plastificado, y una señora me AGARRÓ la mano porque quería ver si, en efecto, era un billete de 500 y a empezar a hablarme de todos los billetes viejos que ella tiene ¿Por qué? No me importa si tiene un cajero de dólares en su casa, me incomoda el "small talk".

    Ya .

    Lo siento... hoy odié como nunca a Caracas y su facilidad de colapso

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  8. ¡Que estilo tu marcalibros! ¡Jajaja!

    Te entiendo perfectamente Vanessa. Creo que de alguna manera los venezolanos (o quizás los caribeños en general) poseen un genoma para la extroversión. Eso puede ser muy útil, sin duda, pero como todo, hace que adolezcan de amar ese silencio interior que a veces es tan necesario y placentero. Y también, como no lo reconocen, no lo respetan en los demás.

    Hace algunos meses estaba sentado en las oficinas de un banco, leyendo mientras la encargada resolvía atenderme. Se me acercó una doña de la nada, me agarró el libro y me preguntó mientras lo cerraba y veía la portada: "¿qué estás leyendo?". Era una señora mayor, así que la perdoné, aunque la sensación de abuso/violación todavía la mantengo.

    En fin, casi estoy por concluir que esa necesidad de hablar a cada rato es una especie de neurosis, de desahogo ante el increíble caos que vivimos a diario. Es como un drenaje ante la sensación de estrés constante. No se, especulo.

    Odiemos a Caracas juntos.

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  9. Jajajajaja, mola tu frase "Odiemos a Caracas juntos", yo la odié, la odié tanto que me fui! Y te iba a comentar lo que te dijo un chico más arriba, hay universidades que cuadran operativos con el registro. Mi promoción lo hizo así y no nos calamos ese rollo (aunque luego laboralmente hablando me tocó mi karma). En cuanto al registro de Miranda, te digo que es igual o peor, un día fui a legalizar mi acta de matrimonio, llegué como a las 8 de la mañana y salí a las 5 de la tarde. En conclusión: todo lo público es un asco. Es inoperante. Es inaccesible (cómo hacen sufrir a los que llegan del interior del país). Los funcionarios son unos CABRONES... lamento el lenguaje soez pero es la verdad. Otro abrazote!

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