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odos sabemos lo sensibleras que son la mayoría de las mujeres (y no pocos hombres) a la hora de enternecerse con los animales. Y es que el ser humano civilizado ve a los animales como sus compañeros coterráneos, a los cuales por supuesto hay que respetar. Sin embargo, mucho de ese respeto proviene de saber, racionalmente, cuál es la posición que le corresponde a cada ser vivo y cuál es la posición de uno mismo respecto a ellos.
Todos los seres vivos son de alguna manera hermanos. Sin necesidad de pavadas metafísicas o de pseudo filosofías incongruentes new age (sí Paulo Coelho, es contigo), es fácil observar lo siguiente:
Hubo un gran cataplum en el universo, el cual ahora llamamos Big Bang. De esa explosión nació todo lo que podía nacer. Todos los elementos que conforman a la materia se originaron ahí. Por otro lado, el tiempo, como dimensión tangible, no existe; es una medida arbitraria. Lo que existe es un presente en constante cambio. Entonces, las nebulosas se transformaron por “causa y efecto” en galaxias, las galaxias concibieron planetas; entre ellas surgió un planeta llamado Tierra que tuvo la capacidad de dar vida a todo lo que conocemos actualmente. Todo eso en un presente siempre cambiante. Por lo tanto, no es alocado afirmar que nosotros como humanos somos, justo ahora, polvo de estrellas, nebulosas, caballos, pajaritos, viento, mar, centros comerciales, una máquina de gimnasio, soles, nubes, cascadas, excremento, todo. Somos los elementos del Big Cataplum en un cambio permanente. Por más budista que suene, es cierto: todo se transforma. Fin.
Al saber esto, nuestro raciocinio se encarga rápidamente de hacernos entender que todo lo que nos rodea, de alguna manera, es parte de uno mismo. Ergo, lastimar lo que nos rodea es lastimarse a uno mismo también. Por eso es que hay (y debe haber) respeto por todo lo que vive. Todo respeto nace del temor, y todo temor nace de la autovaloración.
Éste es el trasfondo del por qué la “filosofía” del vulgo dice: “para respetar debes respetarte a ti mismo”. Por supuesto, las doñas (y los tipos con síndrome de doña) repiten eso una y otra vez sin entenderlo. Por cierto, algo parecido pasa con el “lo que no me mata me hace más fuerte”.
Pero actualmente está en boga una nueva secta, mayoritariamente femenina, que sostiene una cruzada irracional en pro y supremacía de los animales por encima de la especie humana. Señoritas (y eso incluye a los hombres involucrados también), ¿acaso no se han percatado de que los humanos somos animales también?
Cada vez que escucho o leo frases idiotas como “la inteligencia criminal elimina la inocencia animal”, me pregunto si se refieren a los lobos o a uno como humano. Porque en verdad, los lobos, por ejemplo, utilizan su inteligencia para cazar en grupos y matar conejitos. También los chimpancés usan herramientas para cazar insectos, así como muchas otras especies usan su inteligencia innata para hacer lo que tienen que hacer.
Por supuesto, muchos lectores ya me estarán lanzando tomates, arguyendo que los humanos matamos por placer, o que no necesitamos matar para vivir. Respecto a lo primero, tienen toda la razón. Matar por placer es patológico, es errado, es enfermo. Les estrecho la mano. No obstante, lo segundo es falso.
El humano es el animal que usa más el cerebro, eso es evidente para todos. Pero no por ello dejamos de ser animales. Tenemos colmillos, uñas y un complejo aparato digestivo. Necesitamos de la carne para vivir plenamente. Somos OMNÍVOROS, esa es nuestra naturaleza. Cuando nazcan humanos sin los atributos anteriores podríamos discutir si ya es innecesario cazar animales o no. Por ahora no estamos tan “evolucionados”. Cuando eso ocurra, el mismo cuerpo rechazará la carne. “La naturaleza es sabia”, diría un “inteligente” new age…
También están los que van en contra de los experimentos científicos en animales. Bien, esto es un poco más discutible, sin embargo la ciencia no aboga por la tortura placentera. Muchos de los experimentos científicos han servido tanto para humanos como para otras especies. ¿O es que la Perrarina que le pone el cabello brillante a tu Golden Retriever fue un descubrimiento empírico y espontáneo? ¿O es que las vacunas que se le ponen a tu mascota salieron de la teoría directamente a la práctica? No seas ridícula.
Es hora de hacer un pacto. Como científico y humano ratifico lo siguiente:
• La tortura animal es abominable, pero a veces inevitable.
• Comprar prendas de vestir con piel de animales está mal, si el animal es despellejado vivo, o si se mata sólo para eso.
• La caza deportiva de animales es enferma.
• Las corridas de toros, peleas de gallos y torneos de coleo son igualmente estúpidos.
• No vale la pena tener mascotas en la casa si las mismas se van a sentir mal, van a estar mal alimentadas o no son parte de ese entorno.
• TODOS los seres vivos merecen respeto. Pero cada uno con su jerarquía. No somos mejores, somos distintos.
• La ciencia nos ayuda a TODOS.
• Los circos con animales no deberían existir.
Empero, la secta intelectualoide femenina fundamentalista pro animales (y seguramente pro Ricardo Arjona, amor eterno y ángeles en el cielo) debe aceptar lo siguiente:
• El ayudar a los seres vivos proviene de tu ego, no de tu respeto. Si fueras respetuosa no matarías insectos, ni pisarías la grama. No sólo no comerías carne, sino tampoco vegetales.
• Los vegetales son seres vivos también. Según tu moral, ¿quién eres tu para decir que deben perecer bajo tus dientes? ¿Sólo por qué no sufren? ¡No los mates, inteligencia criminal! No comas nada y déjate morir para que los animalitos que adoras tanto te engullan placenteramente.
• ¿Por qué ayudar sólo a los perritos o a los gatos y no a toda la fauna? El día en el que te vea sobando con cariño una serpiente, una rata de alcantarilla, una tarántula peluda, o dándole un besito a una cucaracha voladora, podría comenzar a creerte… Y luego llamaría al manicomio.
• No curemos las enfermedades. Abajo las investigaciones en animales. Seguramente es mejor que todos (humanos y animales) mueran a que algunos animales inevitablemente sufran.
• Señoritas, la moral no existe en la naturaleza. El león no mata porque sea malo, lo hace porque necesita comer. El hombre racional igual. No hay “maldad” en ser lo que uno es. No sean idiotas.
• No humanices a los animales, eso es oriundo de tu ego también. Decir que tu perrito “te ama”, o que el gatito “siente compasión”, o que el loro y la ratita “se quieren como amigos”, no solo evidencia tu falta de neuronas, sino que deja claramente sobre la mesa que tu ego humano, ese que criticas tanto, es lo que le da valor a todo lo que te rodea. “El hombre es la medida de todas las cosas”, dijo Protágoras.
• No, no has escuchado de Protágoras. Eso es porque lees a Coelho.
• Si me preguntan: “¿A ti te gustaría que te cocinaran y comieran?” Pues no, evidentemente. Sin embargo, si es parte de la naturaleza que eso suceda, pues ni modo. Si voy de turista a la África profunda, por ejemplo, debo estar conciente de eso. Ni los gorilas ni los leones harán tratados de paz conmigo, o marcharan al frente de sus instituciones gubernamentales diciendo “¡no coman humanos!”.
• Decir “seamos más humanos” para evitar el maltrato animal es una frase de una persona de bajo coeficiente intelectual. Decir “los animales son más humanos que uno” es una frase de una ameba o algo por el estilo. De seguro le pones suetercitos y lacitos a tus mascotas para que “se vean más lindas”. Pobre mujer.
• No, los animales no van al cielo ni al infierno. No seas tarada por favor.
• Por cierto, las plantas no crecen más porque les cantes o les hables. Sólo debes recordar que en el colegio te enseñan que el producto de nuestra respiración es el CO2. Si constantemente le damos CO2 a las plantas, ellas evidentemente se alimentaran de él y creceran. No crecen gracias al "amor", ridícula.
Sí, he sido un total papanatas irrespetuoso en este artículo. Sin embargo repito que no estoy en contra de ayudar a los animales, todo lo contrario. Este blog, en la sección de Servicio Público, está a su disposición para ser la plataforma comunicativa para todo caso de ayuda, sea humano, animal o vegetal. Pero no puedo ser cómplice de la desnaturalización humana o de su sobrevaloración. Por eso mi acidez.
Las mujeres que apasionadamente se entregan a la ayuda animal pierden, en general, toda la racionalidad pertinente. O sobrevaloran el escalafón que algunos seres vivos tienen en la naturaleza, o subvaloran la naturaleza humana. Están claramente influenciadas por el Romanticismo heredado del siglo XIX, colocando el centro de gravedad de la vida en un deber ser idealista y metafísico, y no en lo que eres, de forma realista y actual. Los animales se hacen querer y amar, pero favor, no pierdan la perspectiva.
Sólo usando el cerebro podremos entender no sólo qué significa el verdadero respeto hacia todo lo que nos rodea, sino que entenderemos también que las diversas interacciones entre todos los seres vivos, en todas las manifestaciones que somos capaces de desarrollar, son parte crucial de la vida misma. Así que si quieres darle clases a una hiena para que deje de matar y sea vegetariana, mejor déjate de estupideces.
Todos los seres vivos son de alguna manera hermanos. Sin necesidad de pavadas metafísicas o de pseudo filosofías incongruentes new age (sí Paulo Coelho, es contigo), es fácil observar lo siguiente:
Hubo un gran cataplum en el universo, el cual ahora llamamos Big Bang. De esa explosión nació todo lo que podía nacer. Todos los elementos que conforman a la materia se originaron ahí. Por otro lado, el tiempo, como dimensión tangible, no existe; es una medida arbitraria. Lo que existe es un presente en constante cambio. Entonces, las nebulosas se transformaron por “causa y efecto” en galaxias, las galaxias concibieron planetas; entre ellas surgió un planeta llamado Tierra que tuvo la capacidad de dar vida a todo lo que conocemos actualmente. Todo eso en un presente siempre cambiante. Por lo tanto, no es alocado afirmar que nosotros como humanos somos, justo ahora, polvo de estrellas, nebulosas, caballos, pajaritos, viento, mar, centros comerciales, una máquina de gimnasio, soles, nubes, cascadas, excremento, todo. Somos los elementos del Big Cataplum en un cambio permanente. Por más budista que suene, es cierto: todo se transforma. Fin.
Al saber esto, nuestro raciocinio se encarga rápidamente de hacernos entender que todo lo que nos rodea, de alguna manera, es parte de uno mismo. Ergo, lastimar lo que nos rodea es lastimarse a uno mismo también. Por eso es que hay (y debe haber) respeto por todo lo que vive. Todo respeto nace del temor, y todo temor nace de la autovaloración.
Éste es el trasfondo del por qué la “filosofía” del vulgo dice: “para respetar debes respetarte a ti mismo”. Por supuesto, las doñas (y los tipos con síndrome de doña) repiten eso una y otra vez sin entenderlo. Por cierto, algo parecido pasa con el “lo que no me mata me hace más fuerte”.
Pero actualmente está en boga una nueva secta, mayoritariamente femenina, que sostiene una cruzada irracional en pro y supremacía de los animales por encima de la especie humana. Señoritas (y eso incluye a los hombres involucrados también), ¿acaso no se han percatado de que los humanos somos animales también?
Cada vez que escucho o leo frases idiotas como “la inteligencia criminal elimina la inocencia animal”, me pregunto si se refieren a los lobos o a uno como humano. Porque en verdad, los lobos, por ejemplo, utilizan su inteligencia para cazar en grupos y matar conejitos. También los chimpancés usan herramientas para cazar insectos, así como muchas otras especies usan su inteligencia innata para hacer lo que tienen que hacer.
Por supuesto, muchos lectores ya me estarán lanzando tomates, arguyendo que los humanos matamos por placer, o que no necesitamos matar para vivir. Respecto a lo primero, tienen toda la razón. Matar por placer es patológico, es errado, es enfermo. Les estrecho la mano. No obstante, lo segundo es falso.
El humano es el animal que usa más el cerebro, eso es evidente para todos. Pero no por ello dejamos de ser animales. Tenemos colmillos, uñas y un complejo aparato digestivo. Necesitamos de la carne para vivir plenamente. Somos OMNÍVOROS, esa es nuestra naturaleza. Cuando nazcan humanos sin los atributos anteriores podríamos discutir si ya es innecesario cazar animales o no. Por ahora no estamos tan “evolucionados”. Cuando eso ocurra, el mismo cuerpo rechazará la carne. “La naturaleza es sabia”, diría un “inteligente” new age…
También están los que van en contra de los experimentos científicos en animales. Bien, esto es un poco más discutible, sin embargo la ciencia no aboga por la tortura placentera. Muchos de los experimentos científicos han servido tanto para humanos como para otras especies. ¿O es que la Perrarina que le pone el cabello brillante a tu Golden Retriever fue un descubrimiento empírico y espontáneo? ¿O es que las vacunas que se le ponen a tu mascota salieron de la teoría directamente a la práctica? No seas ridícula.
Es hora de hacer un pacto. Como científico y humano ratifico lo siguiente:
• La tortura animal es abominable, pero a veces inevitable.
• Comprar prendas de vestir con piel de animales está mal, si el animal es despellejado vivo, o si se mata sólo para eso.
• La caza deportiva de animales es enferma.
• Las corridas de toros, peleas de gallos y torneos de coleo son igualmente estúpidos.
• No vale la pena tener mascotas en la casa si las mismas se van a sentir mal, van a estar mal alimentadas o no son parte de ese entorno.
• TODOS los seres vivos merecen respeto. Pero cada uno con su jerarquía. No somos mejores, somos distintos.
• La ciencia nos ayuda a TODOS.
• Los circos con animales no deberían existir.
Empero, la secta intelectualoide femenina fundamentalista pro animales (y seguramente pro Ricardo Arjona, amor eterno y ángeles en el cielo) debe aceptar lo siguiente:
• El ayudar a los seres vivos proviene de tu ego, no de tu respeto. Si fueras respetuosa no matarías insectos, ni pisarías la grama. No sólo no comerías carne, sino tampoco vegetales.
• Los vegetales son seres vivos también. Según tu moral, ¿quién eres tu para decir que deben perecer bajo tus dientes? ¿Sólo por qué no sufren? ¡No los mates, inteligencia criminal! No comas nada y déjate morir para que los animalitos que adoras tanto te engullan placenteramente.
Vestigios de la inteligencia femenina vegetariana: "A todos ustedes que asesinan animales para comer, los maldigo: ustedes podrían ir a la tienda y comprar la carne que está hecha ahí, donde los animales no fueron lastimados".
• ¿Por qué ayudar sólo a los perritos o a los gatos y no a toda la fauna? El día en el que te vea sobando con cariño una serpiente, una rata de alcantarilla, una tarántula peluda, o dándole un besito a una cucaracha voladora, podría comenzar a creerte… Y luego llamaría al manicomio.
• No curemos las enfermedades. Abajo las investigaciones en animales. Seguramente es mejor que todos (humanos y animales) mueran a que algunos animales inevitablemente sufran.
• Señoritas, la moral no existe en la naturaleza. El león no mata porque sea malo, lo hace porque necesita comer. El hombre racional igual. No hay “maldad” en ser lo que uno es. No sean idiotas.
• No humanices a los animales, eso es oriundo de tu ego también. Decir que tu perrito “te ama”, o que el gatito “siente compasión”, o que el loro y la ratita “se quieren como amigos”, no solo evidencia tu falta de neuronas, sino que deja claramente sobre la mesa que tu ego humano, ese que criticas tanto, es lo que le da valor a todo lo que te rodea. “El hombre es la medida de todas las cosas”, dijo Protágoras.
• No, no has escuchado de Protágoras. Eso es porque lees a Coelho.
• Si me preguntan: “¿A ti te gustaría que te cocinaran y comieran?” Pues no, evidentemente. Sin embargo, si es parte de la naturaleza que eso suceda, pues ni modo. Si voy de turista a la África profunda, por ejemplo, debo estar conciente de eso. Ni los gorilas ni los leones harán tratados de paz conmigo, o marcharan al frente de sus instituciones gubernamentales diciendo “¡no coman humanos!”.
• Decir “seamos más humanos” para evitar el maltrato animal es una frase de una persona de bajo coeficiente intelectual. Decir “los animales son más humanos que uno” es una frase de una ameba o algo por el estilo. De seguro le pones suetercitos y lacitos a tus mascotas para que “se vean más lindas”. Pobre mujer.
• No, los animales no van al cielo ni al infierno. No seas tarada por favor.
• Por cierto, las plantas no crecen más porque les cantes o les hables. Sólo debes recordar que en el colegio te enseñan que el producto de nuestra respiración es el CO2. Si constantemente le damos CO2 a las plantas, ellas evidentemente se alimentaran de él y creceran. No crecen gracias al "amor", ridícula.
Sí, he sido un total papanatas irrespetuoso en este artículo. Sin embargo repito que no estoy en contra de ayudar a los animales, todo lo contrario. Este blog, en la sección de Servicio Público, está a su disposición para ser la plataforma comunicativa para todo caso de ayuda, sea humano, animal o vegetal. Pero no puedo ser cómplice de la desnaturalización humana o de su sobrevaloración. Por eso mi acidez.
Las mujeres que apasionadamente se entregan a la ayuda animal pierden, en general, toda la racionalidad pertinente. O sobrevaloran el escalafón que algunos seres vivos tienen en la naturaleza, o subvaloran la naturaleza humana. Están claramente influenciadas por el Romanticismo heredado del siglo XIX, colocando el centro de gravedad de la vida en un deber ser idealista y metafísico, y no en lo que eres, de forma realista y actual. Los animales se hacen querer y amar, pero favor, no pierdan la perspectiva.
Sólo usando el cerebro podremos entender no sólo qué significa el verdadero respeto hacia todo lo que nos rodea, sino que entenderemos también que las diversas interacciones entre todos los seres vivos, en todas las manifestaciones que somos capaces de desarrollar, son parte crucial de la vida misma. Así que si quieres darle clases a una hiena para que deje de matar y sea vegetariana, mejor déjate de estupideces.
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muy buen articulo. Crudooo!! pero bueno jajajjajaja me gusto mas esta parte "¿Por qué ayudar sólo a los perritos o a los gatos y no a toda la fauna? El día en el que te vea sobando con cariño una serpiente, una rata de alcantarilla, una tarántula peluda, o dándole un besito a una cucaracha voladora, podría comenzar a creerte… Y luego llamaría al manicomio."
ResponderEliminarjajajjajajjaj...
Jets!
¡Jajajaja! Sí, ha sido uno de mis artículos más ácidos. Lamento haber sido tan brusco, pero hay que separa la realidad de la fantasía.
ResponderEliminarUn abrazo.
Eso. Hace poco que soy vegetariana, no mato insectos (de hecho me agradan, aunque les tengo un desprecio especial a las cucarachas y chiripas) y estoy clara de que no existe el moralismo en la naturaleza (ni en la humana). No me extenderé en qué partes estoy de acuerdo y cuáles no tanto.
ResponderEliminarEl tema del experimento en animales me deja en un limbo. Ayer lo decía: pobres ratas blancas, parece que sólo existen para que experimenten con ellas. Me da pajita, pero... =/
Claro, hay que aceptar que en ocasiones (la mayoría) abusan... y ese para mí es el mayor problema.
Ya me decía alguien un día: por ejemplo, tantos tipos de crema dental, que seguro experimentaron todas con animales. Sin necesidad de que existieran tantas versiones (no era literalmente así, pero por ahí va).
Y bueno, no sé qué tan cierto sea esa charla que se daba de la diferencia entre los sistemas digestivos de los omnívoros y carnívoros, y cómo éstos últimos digerían todo más rápido, para expulsarlo de la misma manera. Cómo el nuestro, no requiere, al menos no tanta, carne. Abuso de nuevo... Exageran en la ingesta de carnes, consumen menos vegetales y legumbres y luego padecen de enfermedades cardiológicas por exceso de grasa, o cualquier infección como un parasitismo, porque los animales son hospedadores de éstos pequeñitos jodedores.
Y hay tantas versiones de todo. Como que los granos con que alimentan en las granjas, por ejemplo, servirían más para alimentar familias y cosas así.
Y bueno, ya no estamos en épocas de cavernas donde cazábamos para nuestra supervivencia. Ahorita la gente compra kilos y kilos de cualquier carne, pero se trauman si les dicen que los chinos cocinan ratas o que los pinchos de la calle son de carne de perro. ¿Cuál sería la diferencia? Si a esas vamos, carne es carne.
Y aquí quedé, ya no sé qué más decir. Y no sé qué tan coherente haya surgido todo.
Buena noche! ;)