viernes, 29 de octubre de 2010

"1984". GEORGE ORWELL. Comentarios.



P
ara mi es un tremendo gusto poder expresarme acerca de esta novela. Definitivamente, estimado lector, si hay algún libro que merezca ser leído antes de que la muerte nos prive de los gozos, es “1984” de George Orwell.

En un mundo distópico se nos presenta el dominio de una parte del planeta por parte de un estado totalitario, que jerarquiza a sus ciudadanos en base a un solo y único proyecto: “El Partido”. En dicho Estado, el pasado registrado en los medios de información oficiales (los únicos medios de información) es modificado frecuentemente a conveniencia del Partido, existe una constante guerra con otras naciones del planeta a las cuales se le achacan todos los sufrimientos internos, la lengua es reducida sistemáticamente para expresar con precisión sólo lo necesario, los ciudadanos son permanentemente vigilados en cada minuto del día, la individualidad es inadmisible; y cualquier acto de desobediencia es castigado con la muerte, sólo luego de un previo lavado mental en el que el acusado está conforme con la sentencia. Los mártires en este mundo ya no existen.

Winston Smith es el protagonista principal de la novela, quien nos conduce a través de sus introspecciones y acontecimientos en este mundo en donde el miedo y el control absoluto es la base de todo el sistema. A nivel literario, Orwell consigue que el relato sea cada vez más interesante a medida que el lector avanza en las páginas, y Smith se convierte fácilmente en nuestro amigo, al que le deseamos toda fortuna.

Pero la novela va mucho más allá, muchísimo más. Todo lo anterior, aunque pudiese ser interesante, no es más que una excusa para hacer una crítica recia a todo sistema político-económico tribal, social o de comuna. Llevando la crítica a la praxis, y siendo francos, la novela es un agudo ataque hacia el socialismo y el comunismo; cuestión que no nos ha de extrañar si recordamos que Orwell escribió esta obra en 1948, después de experimentar en carne propia las vicisitudes de la Unión Soviética.

No sólo es una contundente crítica. Para dar un fundamento a la plausibilidad del mundo gris y distópico que nos representa en la obra, Orwell hace gala de una profundidad histórica y antropológica magnifica. Y he aquí he de nombrar lo que más me ha marcado de “1984”: las implicaciones de la “neo lengua”.

Uno de los medios a través de los cuales elLa palabra es la cápsula de la realidad.Partido empequeñecía la capacidad de disentimiento de sus ciudadanos era reduciendo las palabras del vocabulario. Dentro de la trama se acentúa el hecho de que nuestra realidad está encapsulada en las palabras que usamos, y básicamente, mientras más amplio sea nuestro vocabulario más rica será nuestra realidad. Obviamente pues, un mecanismo de control sobre el disentimiento de los ciudadanos era la imposición de la “neo lengua”, un lenguaje en donde las palabras se combinaban unas con otras, en terminologías frías, acrónimos, siglas, y concepciones estrictamente necesarias. Siempre me ha gustado verlo como la reducción de una infinita paleta de colores a unos pocos para poder, a través de este pequeño reducto, pintar el mundo.

La palabra como cápsula de la realidad se me torna, a partir de la lectura de esta novela, como la cuestión más importante dentro del asunto humano. La filosofía misma toma en mi un nuevo matiz, y me coloco en una nueva postura crítica. El dinamismo de la realidad es absolutamente incongruente con la pretensión estatizadora de los conceptos, y así como Heráclito dijo alguna vez que “ningún hombre puede bañarse dos veces en el mismo río”, digo con toda seguridad que ninguna palabra puede conceptualizar dos veces lo mismo. ¡A filosofar más allá de Kant entonces!

Bergson se me ha adelantado, empero.

Algo adicionalmente aleccionador es que, dentro de la historia, por medio del libro secreto de Goldstein, Orwell nos explica cómo es que alguna vez el mundo que habíamos conocido llegó a convertirse en ese amasijo de desnaturalización perfecta. Vargas Llosa (hijo) nos ha dado el “Manual del Perfecto Idiota Latinoamericano” para los socialistas latinos contemporáneos, pero ya en “1984” tenemos una seria pesquisa, bastante didáctica, acerca del por qué las doctrinas igualitarias no son más que un ideal inalcanzable. Con gusto les transcribo una pequeña parte del “libro de Goldstein” que denota un profundo análisis sobre el proceso cíclico de la historia de la humanidad:

"La ignorancia es la fuerza.

Durante todo el tiempo del que se tiene noticia, probablemente desde fines del período neolítico, ha habido en el mundo tres clases de personas : los Altos, los Medianos y los Bajos. Se han subdividido de muchos modos, han llevado muy diversos nombres y su número relativo, así como la actitud que han guardado unos hacia otros, han variado de época en época; pero la estructura esencial de la sociedad nunca ha cambiado. Incluso después de enormes conmociones y de cambios que parecían irrevocables, la misma estructura ha vuelto a imponerse, igual que un giroscopio vuelve siempre a la posición de equilibrio por mucho que lo empujemos en un sentido o en otro.

Los fines de estos tres grupos son inconciliables. Los Altos quieren quedarse donde están. Los Medianos tratan de arrebatarles sus puestos a los Altos. La finalidad de los Bajos, -cuando la tienen porque su principal característica es hallarse aplastados por las exigencias de la vida cotidiana-, consiste en abolir todas las distinciones y crear una sociedad en que todos los hombres sean iguales . Así, vuelve a presentarse continuamente la misma lucha social. Durante largos períodos, parece que los Altos se encuentran muy seguros en su poder, pero siempre llega un momento en que pierden la confianza en sí mismos o se debilita su capacidad para gobernar, o ambas cosas a la vez. Entonces son derrotados por los Medianos, que llevan junto a ellos a los Bajos porque les han asegurado que ellos representan la libertad y la justicia. En cuanto logran sus objetivos, los Medianos abandonan a los Bajos y los relegan a su antigua posición de servidumbre, convirtiéndose ellos en los Altos. Entonces, un grupo de los Medianos se separa de los demás y empiezan a luchar entre ellos. De los tres grupos, solamente los Bajos no logran sus objetivos ni siquiera transitoriamente.

Sería exagerado afirmar que en toda la Historia no ha habido progreso material. Aun hoy, en un período de decadencia, el ser humano se encuentra mejor que hace unos cuantos siglos. Pero ninguna reforma ni revolución alguna han conseguido acercarse ni un milímetro a la igualdad humana. Desde el punto de vista de los Bajos, ningún cambio histórico ha significado mucho más que un cambio en el nombre de sus amos."

Para culminar, sólo se me ocurre decir que el final de la novela es igualmente impactante. El hilo de la historia supo llevar en mi, hasta la última página, esa esperanza y empatía que me despertaba el buen Smith. Nunca la lágrima de un hombre me ha evocado tanta reflexión, así sea la de un personaje literario.

Excelente libro.




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miércoles, 27 de octubre de 2010

MEDIOS DE PRODUCCIÓN, SAMURAIS PREDESTINADOS Y VIDA


"Modes of Production"


Como no todo siempre es una mofa, hay quienes se preocupan por usar sus habilidades artísticas para dejar un componente educativo en las personas. Así es el caso de Dewey Gland, quien, para una clase de antropología, ejemplificó en este excelente trabajo los 5 modos de producción que ha tenido la humanidad en los últimos 100 mil años.

El uso de las máscaras es predominante en toda la animación, lo cual hace un muy estético efecto de textura en cada componente animado (como los hombres, los árboles, los animales, etc). Con esta técnica no solo se ve interesante, sino que se ahorra tiempo al no estar ilustrando los dibujos.

La animación como tal, en cuanto al desenvolvimiento del movimiento, cumple su cometido. No es muy elaborada pero es eficiente. Y la música igual. Hecha por José González, es un loop que ameniza los eventos pero que tampoco toma protagonismo. Todo muy modesto, podría decir.

La animación en pleno la pueden ver por esta vía:

Modes of production


"Great Destiny Man"


Felicidades para Chris Voigt (a.k.a. The Sexual Lobster), pues con esta animación se graduó de sus estudios de animación. Y vaya que ha aprendido muy bien, porque a lo largo de sus pequeñas y locas animaciones de temática variada y humorista, se ve el trasfondo de un artista muy bueno. Sus trabajos puedes verlos por http://greasymoose.com/.

En esta oportunidad, Chris nos trae una animación de un honorable samurai que debe seguir y cumplir su destino. No crean que es algo serio, pues sólo basta ver al espadachín para recordar a Steven Seagal, ¡jajaja! Chris está conciente de eso, pero dice que no fue su intención.

Como siempre, las ilustraciones, la edición de las tomas y del sonido son excelentes. Aunque todavía se le nota muy apegado a lo académico, en cuanto al estilo de sus dibujos, no se puede negar que lo hace muy bien:

Great Destiny Man


"Life"


En ocasiones es bastante difícil encontrar animaciones con profundidad conceptual en la web. Supongo que las personas que se dedican a la reflexión no siempre se dedican a la animación, aunque el arte, reconozco, implica siempre una instrospección por parte del autor.

Por fortuna Joao Hebil, a.k.a. Hebil, ha decidido hacer un pequeño corto de temática seria. Tal vez no era lo que perseguía, pues confiesa que sólo era un proyecto para el colegio, pero esta animación está llena de simbolismos. ¿Qué es lo que significa la animación? Que la muerte no es más que una ilusión, a lo sumo un proceso, nunca un fin; sin embargo cada vida se remonta a partir de la anterior. Tenemos a cuestas todas aquellas vidas predecesoras y algún día seremos parte del morral que alguien llevará en la espalda, pero tal cual como la serpiente que cambia de piel, no hay sentido para la palabra muerte. Tampoco para la palabra vida. Eso es lo que pienso.

Se ve que la animación es de nivel intermedio, con muchos aspectos amateur. Buen uso del movie clip para el caminante, y muy bueno el "efecto flare" del sol, pero la simulación de la fogata y la falta del sonido ambiente le quitan algunos puntos. Me gusta que Hebil se haya preocupado por las luces en la ilustración, incluso hasta animando las sombras y reflejos.

Pueden ver este trabajo aquí:

Life




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sábado, 23 de octubre de 2010

DEMOSTRACIÓN DE QUE LA VIDA NO ES ABSURDA


Cuando se plantea el absurdo de la vida, comúnmente tal evocación proviene de nuestros estados reflexivos más desesperados. Esperamos de ella un sentido, que, sin embargo, no es fácil de asimilar o incluso resulta inentendible. De la forma más ingenua, la gran mayoría de las personas le dejan eso del “sentido de la vida” a la disposición de su deidad favorita. Pero este artículo no es para ingenuos.

Y si no queremos ser ingenuos hay que ser todo lo contrario. Hay que actuar con cautela y con precisión. La disciplina reflexiva necesaria para que los pensamientos no nos lleguen atropelladamente y no nos hagan sacar conclusiones falaces proviene de la rigurosidad con la que manejamos los conceptos y de la honestidad con la que los producimos. Rigurosidad y sinceridad, serán pues nuestros gritos de guerra.

Afirmemos intempestivamente que la vida es un absurdo. Muy bien, hay que demostrarlo, y para ello hay que descomponer la afirmación en sus acentuaciones más importantes. El predicado de la frase, “es un absurdo”, merece un justo análisis.

¿Qué significa la palabra absurdo? Existen tres enfoques por medio de los cuales “el absurdo” puede ser evaluado, a saber desde los puntos de vista lógico, ontológico y existencial. Alfonso Fernández Tresguerres ha hecho un excelente ensayo en el cual explica cómo es visto el concepto de lo absurdo a través de estas perspectivas. Pueden acceder al mismo por esta vía:


El ensayo exige cierta familiaridad con la filosofía, por lo que, para facilitar la información, resumiré el análisis del “absurdo” del mencionado autor de la forma más clara posible.

Desde el punto de vista lógico, lo absurdo es sinónimo de imposibilidad o contradicción. Cuando afirmamos que tal o cual cosa es absurda, estamos cometiendo un agravio expresivo, pues lo que decimos no tiene sentido lógico. Si tal o cual cosa es absurda, tal o cual cosa no debería ocurrir (puesto que si es absurda sería imposible); pero si la estamos señalando, si percibimos que ocurre, pues en efecto está ocurriendo. Si ocurre, no hay contradicción ni imposibilidad, no hay absurdo que valga.

La vida no es absurda desde el punto de vista lógico, porque la vida está ocurriendo. No la podemos acusar de absurda porque eso sería acusarla de imposibilidad, pero en efecto es posible y ocurre. De hecho, para denominarla como absurda, necesitamos primero estar vivos. Llamar a la vida absurda es incurrir en una contradicción con nosotros mismos. Paradójicamente terminamos nosotros siendo los absurdos al afirmar tal cosa.

Desde el punto de vista ontológico, lo absurdo es todo aquello que no-es. Entonces analizando la preposición “X es absurdo”, primero necesitamos la existencia de X para luego poder esgrimir sus atributos. ¿Cómo podríamos denominar como absurdo a lo que no existe? ¿a lo que no es? ¿a lo que no está?. La vida es, y esto es evidente; luego la vida no puede se absurda, porque sino no sería.

En este sentido ontológico, la palabra “absurdo” no es más que polvo. "La palabra absurdo no es más que polvo."Carece de todo fundamento, no debería ni pronunciarse. No podemos pensar en las cosas que no podemos pensar. Denominar como “absurdas” a las cosas que no podemos pensar no es más que (y como máximo) un señalamiento hacia ellas, es una flecha que va desde nuestro mundo humano hacia algo fuera de lo humano (y por lo tanto inexistente para nosotros), pero nunca una conceptualización de ellas. No podemos aprehenderlas puesto que escapan a lo humano. ¿Y qué puede saber, percibir o conceptualizar lo humano fuera de la humanidad? ¿Qué hace pues llamando absurdas a esas cosas inexistentes a nuestra realidad?

Si la tentación nos hace invocar deidades en este aspecto, al hablar de lo que está “por fuera de lo humano”, salta al paso la profunda intuición de Kierkegaard, quien afirma que "lo absurdo es el verdadero objeto de la fe, porque sólo lo absurdo, hablando con propiedad, es lo único que puede ser creído". Y vale acotar que Kierkegaard no era ateo…

Desde el punto de vista existencial, algunos podrían afirmar que la vida es absurda pues no tiene fundamento que la respalde. Y bien, ¿quién dice que deba tener tal fundamento? ¿desde dónde podemos mirar a la vida, de forma externa a ella, para hallar un fundamento? ¿Y qué importa que no tenga fundamento?

Existe una palabra en filosofía que denomina todo aquello que no tiene carácter necesario, que como es de una manera muy bien pudo haber sido de otra. Esa palabra es “contingencia”. Y luego de más de 2500 años de filosofía rigurosa se tiene la certeza de que en realidad la vida es contingente.

La contingencia de la vida implica una serie de cuestiones, entre las cuales la más importante es la libertad plena del hombre. Nada en la vida está escrito, nada en ella está predeterminado y nada le provee de algún sentido. La vida simplemente es. ¿Será entonces absurda por ello? No.

Oportuna será que haga una mención de Nietzsche, en una de esas ocasiones que nos sorprende a mitad de lectura con su fino humor: “Nadie puede juzgar el valor de la vida; unos porque están vivos (y por lo tanto no son imparciales), y otros… por otro motivo”.

Tal y como menciona Alfonso Fernández Tresguerres, el supuesto “absurdo” de la vida depende sólo de nuestra perspectiva. No es en lo absoluto una propiedad que emane de ella, sino más bien una que salta de nosotros, con nuestro ojo que todo lo curva, le da color y humaniza. En el mismo sentido, la vida no es “en sí” y “por sí” ni buena ni mala, ni hermosa ni horrible, ni con sentido ni carente de él. Vuelvo y repito, la vida es.

Más allá de lo excelentemente escrito por Fernández, existe una perspectiva adicional acerca de la vida y sus alegados absurdos, y es la perspectiva pobre de contaminar los fenómenos con valores morales. En variadas ocasiones, la vida es absurda para muchos justo porque no les complace que los eventos que ocurren en ella sean “injustos” o “malos”. Bien, ya en el punto existencial de la demostración podríamos incluir este aspecto también.

Todavía persisten en el mundo (y gracias al oscurantismo religioso) las personas que sostienen la existencia de una base moral externa y absoluta más allá de nuestra humanidad, y que nos es heredada, quizás, de forma mística por alguna deidad o patrón superior. Esta postura es de necios. Peor aún, si a ética nos atenemos, debo decir que esta postura es simplemente ególatra. Ahora no es la Tierra el centro del universo, es el hombre… La naturaleza misma es la mejor evidencia para que las ideas de las personas que mantienen esta última perspectiva sean refutadas.

Enhorabuena entonces. La vida no es absurda. Puedes denominarla hermosa, terrible, tétrica o maravillosa; puedes visualizarla como un viaje de sempiterno aprendizaje, como un juego o como un sufrimiento no pedido. El suicidio, asimismo, es una postura válida si no te gusta esta fiesta a la cual has sido traído sin tu permiso y de la que abusivamente se espera que te quedes hasta el final. Pero todas estas perspectivas no tienen su peso en la vida, tienen su peso en vuestra persona.

Eres tu, y nadie más, el responsable de la vida y de su absurdo.

Muchos saludos.





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miércoles, 13 de octubre de 2010

SI LOS MINEROS FUERAN VENEZOLANOS


Supongamos que el (ya muy famoso) accidente de los 33 mineros chilenos hubiera acontecido en tierras venezolanas. Hagamos un colorido recorrido imaginativo de lo que ya esta querida tierra nos tiene, lamentablemente, acostumbrados.

En primer lugar hay que recordar que las industrias básicas venezolanas son del estado. Así que la empresa minera venezolana sería en nuestra analogía algo así como Venalum, o quizás la rama minera de la CVG.

Resulta entonces que 33 obreros de Venalum, mal pagados, mal tratados por sus propios sindicatos, pero amantes ciegos de la Revolución Bonita si ésta les da una lavadora en víspera electoral, quedan accidentalmente atrapados varios decámetros bajo tierra. “Coño e’ la madre”, ya dijo uno a los pocos momentos del imprevisto.

Afortunadamente todos resultan con vida y sin mayores lesiones. Comienzan a gritar para que los salven, pero por lo pronto lo único que reciben como esperanza es que los rescatarán en varios días. Muchos se molestan, se preguntan qué harán, uno que otro llora; y alguno dice “voy pa’l baño marico” y saca su miembro sin mayor pudor delante de todos para comenzar a orinar ahí al ladito del grupo.

Así empiezan a pasar los días mientras que en la superficie se arma todo un alboroto. Mensajeros del gobierno sobornan a los familiares de los mineros para que la noticia no trascienda, pero siempre hay un Franklin Brito que defiende la honestidad y le da declaraciones a Globovisión por medio de una llamada. La noticia se emancipa entonces a los medios y todo se pone color de hormiga en los canales informativos.

Leopoldo Castillo, coreado con la sempiterna música de fondo de Globovisión, hace una fuerte denuncia al gobierno por callarse la boca, por intentar sobornar a los familiares y por, en primera instancia, mantener a personas tan incompetentes en los cargos de la administración pública. En la cinta inferior de la pantalla, mientras transcurre el programa “Aló Ciudadano”, se puede leer: “¿Cree usted que el gobierno bolivariano es el responsable del accidente de los obreros de Venalum? Sí (93%) No (5%) Soy un idiota y soy Ni-Ni (2%)”.

La noticia de hace dos días era que Chávez había expropiado a empresas Polar, pero todo se encortina rápidamente ante los nuevos acontecimientos. La gente no para de hablar acerca del asunto, y en La Hojilla no saben qué decir porque Chávez no ha abierto la boca aún. Entonces, como es de esperar, el Bolívar 3.0 (porque el 2.0 fue Cipriano Castro) aparece y hace una cadena nacional.

Emular una cadena de Chávez, así sea en son de mofa, resultaría en párrafos interminables y en muchas pelotudeces. Digamos pues que en la alocución todo se resumiría en despedir públicamente al Ministro del Poder Popular para las Industrias Básicas y Minería (sí así de largo es el nombre), al mismo tiempo que llamaría a la creación de una comisión de rescate bautizada bajo un nombre como “Misión Miranda en la Carraca” o algo similar. Por supuesto, no faltaría el justo recordatorio de que los responsables del accidente fueron la burguesía apátrida, la misma del sabotaje petrolero, que en complot con la CIA y el imperio yankee entrenaron a iguanas para que entraran en los alrededores de la excavación y causarán un colapso del terreno; todo financiado por el Departamento de Estado. Tarek el Aissami, al día siguiente, asegura tener las pruebas.

Las focas de boina roja aplaudirían sin cesar, arguyendo durante varios días que si la empresa hubiera sido privada, los mineros se hubieran dejado morir, sin nadie que los socorriese: “Gracias al socialismo y a nuestro comandante, que es amor, podemos saber que los rescataremos vivos. En la IV República, los lacayos de capitalismo nunca los hubieran rescatado”.

A todas estas, los obreros atrapados se encontraban bastante debilitados, algunos con diarrea, otros sin ánimos, pero la mayoría optimista, rezándole de vez en cuando a María Lionza, al ánima de Taguapire o a la abuela que los crió en la infancia, sin notar, por supuesto, el sincretismo religioso que todo ello implica con la fe cristiana. Los más vivaces habían amoldado algunas piedras, las habían agujereado y se habían puesto a jugar dominó amenamente, solicitando una vez cada tanto una ronda de culo’e focas pa’ pasá’ el rato encuevao’.

Justo arriba de ellos, el equipo revolucionario de la misión “Miranda en la Carraca”, conformado por los mismos creadores del exitoso Vergatario y de la plataforma petrolera insumergible de oriente, exigían colaboración iraní, china, argentina, cubana y nicaragüense para una labor de tal envergadura. Una pancarta jactanciosa que rezaba “Pueblos del Sur unidos por nuestros hermanos revolucionarios atrapados” ondeaba encima de sus cabezas. Por otro lado, estudiantes de la ULA, UCV y USB ya habían diseñado en conjunto una solución mecánica eficaz para el rescate, y sólo esperaban la aprobación del gobierno…

Máquina de rescate desarrollada por los estudientes venezolanos

El país se encontraba a la expectativa a estas alturas de los eventos. Adriana Azzi visualizaba la paz, la hermandad y una solución feliz a esta situación, además de la salida de Chávez, tal y como lo viene prediciendo año tras año desde el 2003. Las viejas encopetadas de la oposición, exhortadas por la iglesia católica, hacían la difícil y útil labor de rezar por la salida de esos pobres hombres, y los venezolanos en general hacían lo que mejor saben hacer: inventar chistes. Pronto el Conde del Guácharo sacaba jodas de la situación en sus presentaciones, la gente en Twitter y Facebook (como yo) hacía comentarios como que “después de sacar a los mineros, habría que seguir excavando para ver si se podía rescatar a la selección italiana”, o que “luego de sacar a los mineros había que arrojar a Ricardo Arjona, a Paulo Coelho, a Chávez, a Evo, a Correa, a Fidel, a Wendy Sulca, a la Tigresa del Oriente, a los reggaetoneros” y a toda esa fauna de mal gusto que nos deja mal parados como sudamericanos.

La operación de rescate comenzaba finalmente. Reporteros de todo el país se habían concentrado en el lugar del suceso, con cierto embudo hacia los reporteros internacionales que, bueno, no resultan muy simpáticos en las preguntas al presidente. Buhoneros vendiendo camisas, porfiados, chapas, muñecos de acción y bandanas por los mineros pululaban por doquier. Dame pa’ matala, el Potro Álvarez, Hany Kauan, Servando y Florentino, la vieja rapera del Metro y otros artistas extremadamente talentosos y apolíticos armaban espectáculo en una tarima rústica. Gilberto Correa había salido del tupperware gigante que lo conserva para animar la recolecta del Telecorazón por los familiares de los accidentados.

"Sí, sí, yo sí canto y soy talentoso, mira: ♪ bla, bla bla ♫"

Abajo, los mineros se entraban a coñazos para decidir quién era el que saldría de primero, pero estaban tan débiles que al rato prefirieron hacer una cola (aunque algunos se coleaban). Al son de la “gaita de los mineros” recién compuesta por Gran Coquivacoa, discretamente le bajaron a los accidentados unas instrucciones, sugiriéndoles que cuando salieran gritaran “patria socialista o muerte”. La recompensa: uno de esos maletincitos famosos y un cargo público en un ministerio, además de una “sobaíta” por parte de unas muchachas lindas y querendonas. ¡Rico mami!.

Bajan la cápsula de rescate, confeccionada en mimbre y otros materiales endógenos, con un señor rescatista ataviado de implementos de seguridad, todos misteriosamente de color rojo. La cápsula se atora a mitad de camino. El rescatista grita a los de arriba “¡Dale chola pajúo!”. Desde arriba no saben qué hacer, pero resulta que el motor eléctrico no sirve porque se fue la luz. Desde la tarima del concierto un alto funcionario chavista le achaca la falla al fenómeno de El Niño, y paradójicamente comienza a caer una lluvia torrencial, un “palo de agua”. En la cueva, el primer minero de la cola, que está al tanto de todo lo que ocurre, mirando hacia arriba y mojándose con las gotas de lluvia que caen furtivas en la gruta, dice “coño e’ la madre”. Fue el mismo mentador de madre de la primera vez.

Colocan una planta eléctrica iraní, le dan energía al motorcito y realizan la operación. Luego de un par de semanas, se extraen a los 33 mineros damnificados, de los cuales 30 están vivos y 14 con lesiones entre graves y leves. Ninguno dijo la consigna socialista, sino que más bien pensaban en el voto-castigo.

Chávez apoya el éxito de la operación, llama a los supervivientes, los califica como “verdaderos revolucionarios valientes como el indio Guaicaipuro”, los condecora, y les moja la mano para que no reclamen y luego los despacha para su casa. Al día siguiente y de forma astuta, el primer mandatario asegura un nuevo altercado próximo al magnicidio y todos las noticieros se vuelcan sobre lo último en el acontecer nacional. Nadie recuerda ya a los mineros ni a la operación “Miranda en la Carraca”.


(Muchas gracias a Mr. Smash, a Anshelo, a Pato y a Jets por ser fuente de inspiración).




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lunes, 11 de octubre de 2010

"EL MITO DE SISIFO". ALBERT CAMUS. Comentarios.


N
o son vanas las alabanzas tempranas a la astucia de Sisifo que Camus hace al comenzar el ensayo. De hecho son necesarias, porque lo primero que se hace notar en el padecimiento del personaje al elevar la piedra una y otra vez es su conciencia. Y es una sublime conciencia, la misma que le convertirá en héroe del absurdismo.

El mito de Sisifo es un breve ensayo filosófico de Albert Camus, en el cual se usa al mencionado personaje griego y su castigo divino como elemento principal de reflexión. En tiempos contemporáneos, post Revolución Industrial, con horarios para vivir, esquemas de producción y esclavitudes postmodernas, el mito de Sisifo debe ser leído y entendido.

Liberémonos, como deberíamos hacerlo, de los dioses. ¿Qué nos queda en la vida? Más precisamente, ¿cuál es nuestra razón para vivir?. Enseguida sobreviene el gran vacío de los existencialistas. Pero la pregunta clave es: ¿Por qué debe haber una razón para vivir? ¿Por qué no puede haber mí propia razón para vivir?

Camus hace notar semejante dilema cuando establece explícitamente que “si hay un destino personal, no hay un destino superior…”.A él se le antoja Sisifo contento cuando desciende de la montaña, disfrutando lentamente el descenso, libre, ligero, sin esfuerzo, levantado y ayudado a mitad de paso por la mismísima gravedad. Éste es el premio que veo en Sisifo, pero Camus va más allá.

Insiste en que el premio de Sisifo está en el saboreo de lo que le rodea. El roce, la tensión, el esfuerzo. Cada partícula que compone a Sisifo, y cada partícula que compone a la montaña y a la roca son degustadas por la excelsa conciencia del héroe. Pareciera entonces que Sisifo coloca entonces a los dioses creadores de su castigo en jaque mate otra vez. O se le permite la conciencia y dejar que éste interprete la realidad como mejor le venga en gana, o se le suprime, dejándolo sin capacidad entonces para saberse castigado. Sisifo siempre gana. ¿Y por qué no podemos ganar nosotros también?

Ante el absurdo extremo de hacer rodar una roca cuesta arriba una y otra vez para luego dejarla caer y comenzar de nuevo, éste Sisifo "No existe el sentido de la vida. Existe tu sentido de la vida."expuesto por Camus consigue la manera de hacer el procedimiento dichoso. Luego ante el nacer, el crecer, el estudiar, el trabajar para comer, el reproducirse y el morir; o incluso ante el levantarse, ir al trabajo, volver a la noche, dormir, y levantarse otra vez, ¿qué dicha podríamos extraer de ello? La respuesta es que no hay respuesta. Como diría Ayn Rand: “No existe el sentido de la vida. Existe tu sentido de la vida”.

La vida, en su completa contingencia, es absurda, absurdísima (en el sentido peyorativo de la palabra). Famosa es la lección que nos da Camus con este ensayo, pregonando que el problema filosófico más importante es el suicidio. Alguna vez leí que la risa es la respuesta fisiológica ante el absurdo. Como alternativa al suicidio, pues, podemos reírnos siempre de la vida, mil y una veces, tomarla en juego, ser un niño nietzscheano.





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jueves, 7 de octubre de 2010

EL DESANGRE DE VARGAS LLOSA CONTRA LA IDIOTEZ DE GALEANO



Q
uizás hubiese sido recomendable hacer un análisis general acerca del “Manual del perfecto idiota latinoamericano”, para luego escindirlo en comentarios y reseñas llamativas. Pero me tomaré el atrevimiento de hacer lo inverso en esta oportunidad, pues los tiempos que corren llaman con premura a lo que sin duda tiene importancia actual, y lo que es actual e importante ahora es la ola izquierdista que circula por América Latina.

Uno de los bastiones literarios izquierdistas por excelencia es el libro “Las venas abiertas de América Latina”, escrito por Eduardo Galeano. El libro, según intuyo, había pasado desapercibido durante un tiempo hasta que el mismísimo Hugo Chávez se lo obsequió públicamente a Barack Obama. Eso lo colocó en uno de los libros más vendidos del año 2008 (el segundo en Amazon.com), todo gracias, irónicamente, a la magia maligna del libre mercado…

Chávez: el sueño de las casas editoriales.

Álvaro Vargas Llosa (hijo del famoso y recién Premio Nobel Mario Vargas Llosa), Plinio Apuleyo Mendoza y Carlos Alberto Montaner escribieron el libro en el que se hace un análisis crítico acerca del latinoamericano y su pensamiento resentido. No es nueva la afición del latino de echarle los grandes males a los más grandes (aún) imperios extranjeros, pero lo que sí es novedoso es el despertar de varios individuos coterráneos de este bloque continental, cansados ya de la pregonería y la farfullería “revolucionaria”. Ya las conciencias adormiladas en un “es culpa de los gringos y las europas” pestañean rápidamente y se levantan cuasi asombradas al concluir ahora “mea culpa”.

Bien por ello, y ese despertar conciente de lo que somos y de lo que hemos pecado se recopila en el manual de anti-imbecilidad latina, el cual en uno de sus capítulos da una lista y análisis de las 10 obras literarias latinoamericanas más idiotas. La última de la lista, justamente por ser la más grande en la categoría, es el libro de Galeano.
Remito el siguiente espacio entonces a citar lo que Vargas Llosa (hijo) opina de la Latinoamérica desangrada y hecha literatura:

“Las venas abiertas de América Latina. Eduardo Galeano, 1971

Toda bibliografía mínima (o máxima) que se respete, dedicada a reseñar la biblioteca básica del idiota latinoamericano, tiene que concluir con Las venas abiertas de América Latina, del escritor uruguayo Eduardo («el Trucha», para sus amigos) Galeano, nacido en Montevideo en 1940. No existe un mejor compendio de los errores, arbitrariedades o simples tonterías que pueblan las cabecitas de nuestros más desencaminados radicales. No hay, además, un libro de su género que haya tenido tantas ediciones, traducciones y alabanzas. No se conoce en nuestra lengua, en suma, una obra que —como ésta— merezca ser considerada como la biblia del idiota latinoamericano o, por la otra punta, como el gran culebrón del pensamiento político.

El título, perdidamente lírico, es ya una elocuente muestra de lo que viene detrás: América Latina es un continente inerte, desmayado entre el Atlántico y el Pacífico, al que los imperios y los canallas a sus órdenes le succionan la sangre de las venas, esto es, sus inmensas riquezas naturales. Es tan plástica y tan melodramática la imagen, que hasta un grupo progre de músicos argentinos ha compuesto una canción protesta bajo su advocación, mientras la edición de Círculo de Lectores de Colombia, ilustrada por Marigot, exhibe en su cubierta una enorme bandera norteamericana en forma de cuchillo que destripa sin compasión a una Sudamérica que se desangra. Precioso.

¿Qué diablos es este vademécum del idiota latinoamericano? Es un libro didáctico. Es el libro definitivo para explicar por qué América Latina tiene unos niveles de desarrollo inferiores a los de Europa occidental o Estados Unidos. Y cada afirmación importante que va haciendo, su autor la anota en letra cursiva, con el objeto de que el lector perciba, por un lado, la sutil inteligencia de quien la ha escrito, y —por el otro— para que retenga la sustancia de la reflexión o el dato exacto, y así consiga alcanzar las bondades de esta ciencia infusa que se nos administra en párrafos arrebatados y certeros.

La estructura del libro también delata su condición de cartilla revolucionaria. En el prólogo se resume el contenido de la obra. Se puede leer el prólogo e ignorar el resto, pues todo queda atropelladamente dicho en las primeras veinte páginas. A partir de ahí, lo que se hace es poner los ejemplos para apuntalar las afirmaciones que se han ido vertiendo. Y esos ejemplos se organizan en torno a las riquezas naturales que nos roban los imperialistas desde el momento mismo en que los depredadores españoles pusieron un pie en el continente: el oro, la plata, el caucho, el cacao, el café, la carne, el plátano, el azúcar, el cobre, el petróleo, y cuanto vegetal, animal o mineral puede servir para alimentar al insaciable Moloch extranjero.

La segunda parte del libro intenta describir las razones que explican los fracasos latinoamericanos en sus esfuerzos por escapar de la miseria tradicional que embarga a las masas. Unas veces los culpables son los ingleses, otras los norteamericanos, siempre los traidores locales. El libro es un constante memorial de agravios montado desde el victimis-mo y la identificación de los villanos que nos martirizan cruelmente: los que importan nuestras materias primas; los que nos exportan objetos, maquinarias o capitales; las multinacionales que invierten y las que no invierten; los organismos internacionales de crédito (FMI, BID, BM, AID).


Artículo del periódico "El Nacional"

La ayuda exterior es un truco para esquilmarnos más. Si nos prestan es para arruinarnos. Si no nos prestan es para estrangularnos: «las inversiones que convierten a las fábricas latinoamericanas en meras piezas del engranaje mundial de las corporaciones gigantes no alteran en absoluto la división internacional del trabajo. No sufre la menor modificación el sistema de vasos comunicantes por donde circulan los capitales y las mercancías entre los países pobres y los países ricos. América Latina continúa exportando su desocupación y su miseria: las materias primas que el mercado mundial necesita y de cuya venta depende la economía de la región. El intercambio desigual funciona como siempre: los salarios de hambre de América Latina contribuyen a financiar los altos salarios de Estados Unidos y de Europa».

¿Hay buenos en esta película de horror? Por supuesto. Y es muy significativo quiénes son los héroes de este pilar de la bobería ideológica latinoamericana. En el pasado, nada menos que las Misiones jesuitas de Paraguay, los creadores de un sistema totalitario en el que los pobres guaraníes hasta tenían que hacer el amor al sonido de una campana. Y luego, en el mismo desdichado país, el enloquecido Gaspar Rodríguez de Francia, un dictador que, literalmente, cerró su nación a toda influencia extranjera, al extremo de sólo permitir dos bibliotecas, la suya y la del padre Maíz. ¿Por qué lo aprecia? Por sus esfuerzos de desarrollo autárquico, por su fiero nacionalismo, por no aceptar el librecambismo, por la militarización que impuso, por el inmenso papel que le asignó al Estado como productor de bienes, por la disciplina de palo y tentetieso con que sujetó a los paraguayos durante casi tres décadas, por su odio al liberalismo. ¿A quién más estima? Al estanciero Rosas, otro tirano, y por razones parecidas, a Fidel Castro, que ha hecho lo mismo que Rodríguez de Francia, pero con mayor torpeza administrativa, aunque Galeano es capaz de afirmar la siguiente falsedad sin el menor rubor: «En Cuba la causa esencial de la escasez es la nueva abundancia de los consumidores: ahora el país les pertenece a todos. Se trata, por lo tanto, de una escasez de signo inverso a la que padecen los demás países latinoamericanos».

Naturalmente, ese discurso sólo puede conducir a la violencia más insensata, como la desatada por sus compatriotas tupamaros. Veamos el párrafo con que termina su libro: «El actual proceso de integración no nos reencuentra con nuestro origen ni nos aproxima a nuestras metas. Ya Bolívar había afirmado, certera profecía, que los Estados Unidos parecían destinados por la Providencia para plagar América de miserias en nombre de la libertad. No han de ser la General Motors y la IBM las que tendrán la gentileza de levantar, en lugar de nosotros, las viejas banderas de unidad y emancipación caídas en la pelea, ni han de ser los traidores contemporáneos quienes realicen, hoy, la redención de los héroes ayer traicionados. Es mucha la podredumbre para arrojar al fondo del mar en el camino de la reconstrucción de América Latina. Los despojados, los humillados, los malditos tienen, ellos sí, en sus manos, la tarea. La causa nacional latinoamericana es, ante todo, una causa social: para que América Latina pueda nacer de nuevo, habrá que empezar por derribar a sus dueños, país por país. Se abren tiempos de rebelión y de cambio. Hay quienes creen que el destino descansa en las rodillas de los dioses, pero la verdad es que trabaja, como un desafío candente, sobre las conciencias de los hombres».

No hay duda: existe algo que Galeano odia con mayor intensidad aún que a los propios gringos, que a las multinacionales, que al liberalismo: la verdad, la sensatez y la libertad. No las soporta. No cree en ellas. Nos le merecen el menor respeto. Su única y más firme devoción es alimentar de errores y locuras a los latinoamericanos más desprovistos de luces hasta perfeccionar la legendaria idiotez ideológica que los ha hecho famosos. Por eso su libro le pone punto final al nuestro. Se lo ha ganado a pulso.

INDEX EXPURGATORIUS

«Lo malo no es haber sido idiotas, sino continuar siéndolo.»"


Saqué usted sus propias conclusiones. Por lo que a mi respecta, si el latino atesora respeto, debe respetarse a sí mismo. El problema no es de ideologías de izquierda o derecha, sino de los basamentos morales, en la axiología misma, paralela a los mecanismos económicos. Amad la educación sobretodas las cosas.




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miércoles, 6 de octubre de 2010

"EL PASAJERO DE TRUMAN". FRANCISCO SUNIAGA. Comentarios.




E
s un gran honor poder referenciar en este espacio a la última novela de Francisco Suniaga, “El Pasajero de Truman”. Dicho honor deviene no sólo por la calidad del trabajo literario, sino porque he decir, aún a costo de heredar famas impropias, que siento un orgullo filial que no puedo ocultar.

Francisco Suniaga es un venezolano margariteño, abogado, internacionalista y profesor universitario. Ha sido columnista de diarios como El Universal, el Nacional y Economía Hoy. Ha sido un frecuente escritor de cuentos, pero no es sino hasta el 2005 que irrumpe de lleno en el mundo literario con sus novelas.


En el caso de su último libro, Francisco sonda esa realidad oculta, que casi cala en los terrenos del mito, al referirnos a Diógenes Escalante. Escalante fue un diplomático venezolano excepcional que ejerció sus labores en importantes cargos durante 40 años con una intachable labor y que tuvo la oportunidad durante un par de ocasiones de asirse con el mando presidencial. Y cabe acotar que no son pocos los que han elucubrado otra Venezuela si Diógenes Escalante hubiese sido presidente.

El relato se desarrolla desde la perspectiva de dos personajes ficticios, uno periodista y el otro secretario personal de Escalante, cuyos recuerdos, ya en las cumbres de la vida, intentan vivificar por última vez los momentos importantes de la vida del emblemático personaje. Se pasean ambos por reflexiones acerca de la idiosincrasia venezolana histórica, por anécdotas curiosas de Diógenes Escalante y de su entorno, y sobretodo, de las razones por las cuales el justo merecedor de la silla presidencial nunca llegó a sentarse en ella.

Diógenes Escalante

El libro se torna interesante desde el punto de vista literario, configurado entre cambios de época que implícitamente el lector reconocerá, viajando intermitentemente entre el presente y el pasado. Sin embargo, desde el punto de vista histórico, a mi parecer, posee un valor impresionante, pues las reflexiones que promueve acerca de la realidad venezolana son prácticamente leyes inmutables, que a la luz de los hechos, desde la colonia hasta la actualidad, se corroboran desde que el país fue país. Tan importantes me parecen dichas reflexiones, que considero justo dedicarles un artículo aparte, transcribiéndolas y considerándolas.

Clave en la historia es la aparición de Ananías, hermano de Escalante, más sin embargo, tan clave es su aparición que en mi opinión su conceptualización no fue del todo acabada en la novela. Como lector quedé con mucha intriga al respecto.

Por lo demás, el final del relato es algo perturbador, y pienso que lo es para todos aquellos venezolanos que de alguna manera crecieron en aquella generación de Medina, Betancourt y los incipientes movimientos de Acción Democrática como partido político.

¿Cómo hubiera sido Venezuela si el Dr. Escalante hubiera sido presidente? Pues, mi impresión es que hubiera sido exactamente igual. No acuso alguna incapacidad por parte del personaje para esta misión, más bien todo lo contrario. Justo por lo contrario es que éste país hubiera sido el mismo, pues Diógenes Escalante era un político de la más alta talla, que, como todo lo sublime, estaba sólo acostumbrado a lo más excelso, a lo de jerarquía y de nivel. Venezuela no era para la época, ni aún hoy lo es, un país de gobernantes de alto talante, educación, diplomacia y sofisticación. Nos hicimos una nación demasiado pronto, luego nos democratizamos demasiado pronto, y hubiese sido demasiado pronto colocar a un gobernante de tal categoría. No nos lo merecemos aún.

Lea el libro y sabrá de lo que le hablo. Muchos saludos.





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domingo, 3 de octubre de 2010

EL FLAGELO BACTERIAL Y SU SISTEMA LOCOMOTOR


U
na de las maravillas más grandes que he visto en la naturaleza es el mecanismo de locomoción del flagelo bacteriano. No son alas, no son aletas, no son patas, no es propulsión a chorro, no es planeo, no es flotabilidad, no es arrastre. Es nada más y nada menos que un apéndice helicoidal “impulsor” el que le da movimiento a las células bacterianas. Veamos de qué se trata.

En la imagen siguiente, una bacteria es diseccionada para nuestro entendimiento. De todas las cuestiones ciertamente interesantes que dicho microorganismo pudiera tener, concentraremos la atención en esa larga cola que pareciera brotar de su parte inferior:


Esa mal llamada “cola” se denomina flagelo, por lo que, en el caso de las bacterias, se le llama justamente flagelo bacteriano. Pues bien, ¿qué tiene de particular el flagelo bacteriano? Que es un apéndice que es capaz de girar entre 200 a 1000 rpm (revoluciones por minuto) y que además es el órgano locomotor de la bacteria. El mecanismo de giro de dicho apéndice es una estructura ciertamente compleja para un organismo tan básico, y de hecho, ésta es una de las “evidencias” que los apologistas del Creacionismo esgriman para afirmar el Diseño Inteligente en la naturaleza. Más adelante compartiré una simple pero efectiva réplica en cuanto a éste tópico. Por ahora, a lo que me refiero con complejidad y belleza mecánica en un microorganismo se verá expuesto en el video inmediato.



Lo verdaderamente impresionante del flagelo bacteriano es que se vale de un rotor que, ¡gira entre 6000 y 14000 rpm! Eso sencillamente es una velocidad de giro vertiginosa, sobretodo a una escala miniatura. Más aún, la fuerza motriz de lo que sería el rotor es energizada nada más y nada menos que por una bomba de protones, mecanismo que nace a partir de un potencial electroquímico del organismo. Básicamente un gradiente de carga eléctrica y de concentración funge de fuerza motriz para el giro del motor del flagelo.

Me parece bastante curiosa la similitud existente entre los componentes del flagelo y las piezas de un mecanismo. De hecho, cualquiera con afinidad a la mecánica no podría menos que quedarse asombrado al ver un plano de corte de la estructura del flagelo en cuestión y observar en el mismo a los “cojinetes” (o rodamientos), al rotor (muy parecido a las turbinas Kaplan), al eje, al “cableado” y al “sistema de conmutación” expresado en la bomba de protones, y al estator (similar al estator de los motores eléctricos). Por cierto, las turbinas Kaplan giran por lo regular a un máximo de 800rpm…


Por si fuera poco, si medimos la velocidad en “tamaño del cuerpo” por segundo, resulta ser que el flagelo bacteriano es el organismo más rápido sobre la faz de la Tierra. Muy bien se pudiera pensar que el guepardo es el animal más rápido, sin embargo, dicho felino se mueve a la velocidad relativa de 25 cuerpos (de guepardo) por segundo. El flagelo alcanza fácilmente la velocidad de 50 a 60 cuerpos (de flagelo) por segundo. Es decir, en escala, el flagelo es el doble de veloz que el guepardo.


Tal belleza mecánica en la naturaleza resulta muy peculiar, y no faltan los que le atribuyen eso a una explicación metafísica más allá de la selección natural. Pues bien, tal y como lo había prometido antes, aquí está la explicación evolucionista ante la “complejidad irreducible” del maravilloso mecanismo locomotor del flagelo:



Por hechos naturales como éste es que la biónica está más que justificada como profesión y como pasión. Muchos saludos.




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viernes, 1 de octubre de 2010

PRELUDIO ACERCA DE LA MORAL ADECUADA



E
n un mundo paradójico, en donde el siglo XXI pareciera casi ser el eufemismo de la tecnología y el conocimiento, pero que al mismo tiempo está dominado por los más primitivos misticismos, son pocas las personas que osan separarse del estándar social de lo que es bueno y malo para reinventar la rueda de lo ético.

No constituye una exageración de mi parte afirmar que la gran mayoría de los individuos en el planeta rigen su canon de conducta de lo aprendido tradicionalmente en su entorno. Y mucho de lo que el entorno pudiera influir en ellos es oriundo de las creencias religiosas y/o místicas que les envuelven. Eso ha sido así en cualquier contexto: en cualquier lugar y en cualquier época.

Pero cuando uno se separa convencidamente de los dogmas religiosos, inmediatamente ponemos en duda sus cánones morales de lo bueno y lo malo. No sólo me refiero a la inmutabilidad de los mismos, lo que constituye una falacia evidente, sino a la construcción de dichas normas per se. ¿De dónde nace una moral? ¿En qué nos basamos para construirla? Ya no hay dioses ni entes metafísicos perfecta y sobrenaturalmente morales que valgan en esta posición, así que la pregunta adquiere más vigencia que nunca.

Se puede “evolucionar” del teísmo al deísmo. Se puede evolucionar del deísmo al panteísmo. Pero al final llegaremos siempre a lo que considero el cenit de la sabiduría: el escepticismo. El no saber, irónicamente, denota un gran saber. A este estado han llegado personajes de la talla de Isaac Newton, Sócrates, Pirrón, Protágoras, Voltaire, Descartes, Sartre, Agustín de Hipona, entre muchos otros.

No obstante debo agregar que el escepticismo puro es una contradicción plena en la práctica. Podríamos ser como el mismísimo Pirrón, que en afán de sostener el hecho de que nunca se podía dar un juicio tajante acerca de algo, se cortó la lengua. Aún así, cada vez que Pirrón daba un paso, cada vez que Pirrón veía un cántaro con agua y bebía de él, cada vez que comprobaba la suavidad de su cama para poder acostarse, Pirrón hacía juicios inevitables en su mente. No sólo “opinaba” que la comida le podía servir para alimentarle, sino que la consumía, especulo, sin dubitativos. Me pregunto: ¿Y esto no es emitir un juicio tajante acerca de la realidad? ¿Si realmente no tuviéra certeza de absolutamente nada, qué seguridad tendría Pirrón para dar un paso hacia adelante sin temor de que el suelo desaparezca?

Por eso es que, según la perspectiva que le doy a todo esto, el escepticismo es sólo una cima de la cual sólo se puede avanzar descendiendo. Eso sí, deberíamos descender a un sendero distinto del que provenimos, aunque a veces puede que pudiéramos retroceder, como San Agustín, por ejemplo.

Independientemente de hacia dónde descendamos, armados de la duda metódica que todo sabio debe poseer, la pregunta pertinente es ¿cómo vivir? En efecto, el escéptico siente la vacuidad total de la vida. Se sabe contingente, se sabe fortuito, se sabe sin valor objetivo. Entonces, como soberano de su propia vida, de su propia misión, como regente de sus propios valores y sentidos existenciales, la primera pregunta que debe hacerse es “¿bajo cuáles criterios debo vivir?”

Y es aquí dónde la reinvención de la rueda ética salta a la vista. Siendo seres sociales que inexorablemente tendremos puntos de vista distintos a otras personas, ¿cómo desarrollar una teoría moral particular con la cual se pueda ser consecuente y con la que no se violente el derecho a la libertad de los demás?

Escuelas de la moral han existido varias desde que el hombre tuvo que negociar con sus semejantes. Pero abarcando desde las morales religiosas, pasando por la aristotélica e incluyendo la kantiana, todo el asunto de la moral se puede ver en tres perspectivas:

• Según la escuela intrínseca.
• Según la escuela subjetiva.
• Según la escuela objetiva.

En posteriores entregas analizaré el tema de la moral con más profundidad. Sin embargo, sólo como preámbulo a este ambicioso tema, dejaré unas palabras de Ayn Rand, fundadora del Objetivismo, que bien valen la pena analizar:

“Toda teoría social se basa explícita o implícitamente en alguna teoría ética. La tribal y primitiva noción de ‘bien común’ le ha servido de justificación moral a la mayoría de los sistemas sociales (y a todas las tiranías) en la historia. El grado, en una sociedad, de esclavitud o libertad está ligado al grado en el que este slogan tribal ha sido invocado o ignorado.

‘El bien común’ (o el ‘interés público’) es un concept
o indefinido e indefinible: no existe tal entidad como ‘la tribu’ o ‘el público’; la tribu (o el público o la sociedad) es sólo un número de hombres individuales. Nada puede ser bueno para la tribu como tal; ‘bueno’ y ‘valor’ únicamente se refieren a un organismo vivo -a un organismo vivo individual-, no a un conjunto de relaciones incorpóreas.

Cuando el ‘bien común’ de una sociedad se considera com
o algo fuera de, y por encima del bien de sus miembros individuales; eso significa que el bien de algunos hombres prevalece sobre el bien de otros; esos otros estando destinados a la condición de animales a ser sacrificados. ¿Qué hace que las víctimas lo acepten, y permite que una sociedad cometa una atrocidad moral de este tipo? La respuesta se encuentra en la filosofía, en teorías filosóficas sobre la naturaleza de los valores morales.

Hay, básicamente, tres escuelas de pensamiento sobre la naturaleza de lo bueno: la intrínseca, la subjetiva y la objetiva.

La teoría intrisicista alega que lo bueno es inherente en ciertas cosas o acciones tales, independientemente de su contexto y consecuencias, independientemente del beneficio o el daño que puedan causarles a los actores y los sujetos implicados. Es una teoría que divorcia el concepto de ‘bueno’ de sus beneficiarios, y el concepto de ‘valor’ de alguien que valore y del objetivo que tenga, afirmando que lo bueno es bueno en sí mismo, por sí mismo y para sí mismo.

La teoría subjetivista sostiene que el bien no guarda relación con los hechos de la realidad; que es el producto de la conciencia del hombre, creado por sus sentimientos, deseos, intuiciones o caprichos, y que es simplemente un ‘postulado arbitrario’ o un ‘compromiso emocional’.

La teoría intrisicista sostiene que el bien reside en alguna especie de realidad, independiente de la conciencia del hombre. La teoría subjetivista sostiene que el bien reside en la conciencia del hombre, independiente de la realidad. La teoría objetivista sostiene que el bien no es ni un atributo de las ‘cosas en sí mismas’ ni de los estados emocionales del hombre, sino una evaluación de los hechos de la realidad realizada por la conciencia del hombre, siguiendo un estándar de valor racional. Racional, en este contexto, significa derivado de los hechos de la realidad y validado por un proceso de razón.

La teoría objetivista sostiene que el bien es un aspecto de la realidad en relación con el hombre, y que ha de ser descubierto –no inventado- por el hombre. Esencial para una teoría objetiva de los valores es la pregunta: ¿de valor para quién y para qué?. Una teoría objetiva no permite ni ignorar el contexto ni robar conceptos. No permite separar ‘valor’ de ‘propósito’, lo ‘bueno’ de los ‘beneficiarios’, ni separar las ‘acciones’ del hombre de la ‘razón’.

La teoría intrisicista y la teoría subjetivista, o una mezcla de ambas, es la base necesaria de toda dictadura, tiranía o variante del Estado absoluto. Se tengan en forma conciente o subconsciente, en la forma explícita de la obra de uin filósofo o en el caos implícito de sus ecos en las emociones del hombre de la calle, estas teorías hacen posible que un hombre crea que el bien es independiente de la mente del hombre y que se puede lograr por la fuerza física.

Si un hombre cree que lo bueno es intrínseco a ciertas acciones, no dudará en forzar a otros a realizarlas. Si cree que el beneficio o perjuicio humano causado por tales acciones no es significativo, considerará que un océano de sangre no es significativo. Si cree que los beneficiarios de tales acciones son irrelevantes (o intercambiables), considerará matanzas al por mayor como su deber moral en servicio a un ‘bien superior’. Es la teoría intrínseca de los valores la que produce un Robespierre, un Lenin, un Stalin, o un Hitler, No es un accidente que Eichmann fuera un kantiano.”


Curso dado por Ayn Rand en el Ford Hall Forum, Boston, el 19 de noviembre de 1967.

En un futuro seguiremos con este tema. Muchos saludos.





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