jueves, 7 de octubre de 2010

EL DESANGRE DE VARGAS LLOSA CONTRA LA IDIOTEZ DE GALEANO



Q
uizás hubiese sido recomendable hacer un análisis general acerca del “Manual del perfecto idiota latinoamericano”, para luego escindirlo en comentarios y reseñas llamativas. Pero me tomaré el atrevimiento de hacer lo inverso en esta oportunidad, pues los tiempos que corren llaman con premura a lo que sin duda tiene importancia actual, y lo que es actual e importante ahora es la ola izquierdista que circula por América Latina.

Uno de los bastiones literarios izquierdistas por excelencia es el libro “Las venas abiertas de América Latina”, escrito por Eduardo Galeano. El libro, según intuyo, había pasado desapercibido durante un tiempo hasta que el mismísimo Hugo Chávez se lo obsequió públicamente a Barack Obama. Eso lo colocó en uno de los libros más vendidos del año 2008 (el segundo en Amazon.com), todo gracias, irónicamente, a la magia maligna del libre mercado…

Chávez: el sueño de las casas editoriales.

Álvaro Vargas Llosa (hijo del famoso y recién Premio Nobel Mario Vargas Llosa), Plinio Apuleyo Mendoza y Carlos Alberto Montaner escribieron el libro en el que se hace un análisis crítico acerca del latinoamericano y su pensamiento resentido. No es nueva la afición del latino de echarle los grandes males a los más grandes (aún) imperios extranjeros, pero lo que sí es novedoso es el despertar de varios individuos coterráneos de este bloque continental, cansados ya de la pregonería y la farfullería “revolucionaria”. Ya las conciencias adormiladas en un “es culpa de los gringos y las europas” pestañean rápidamente y se levantan cuasi asombradas al concluir ahora “mea culpa”.

Bien por ello, y ese despertar conciente de lo que somos y de lo que hemos pecado se recopila en el manual de anti-imbecilidad latina, el cual en uno de sus capítulos da una lista y análisis de las 10 obras literarias latinoamericanas más idiotas. La última de la lista, justamente por ser la más grande en la categoría, es el libro de Galeano.
Remito el siguiente espacio entonces a citar lo que Vargas Llosa (hijo) opina de la Latinoamérica desangrada y hecha literatura:

“Las venas abiertas de América Latina. Eduardo Galeano, 1971

Toda bibliografía mínima (o máxima) que se respete, dedicada a reseñar la biblioteca básica del idiota latinoamericano, tiene que concluir con Las venas abiertas de América Latina, del escritor uruguayo Eduardo («el Trucha», para sus amigos) Galeano, nacido en Montevideo en 1940. No existe un mejor compendio de los errores, arbitrariedades o simples tonterías que pueblan las cabecitas de nuestros más desencaminados radicales. No hay, además, un libro de su género que haya tenido tantas ediciones, traducciones y alabanzas. No se conoce en nuestra lengua, en suma, una obra que —como ésta— merezca ser considerada como la biblia del idiota latinoamericano o, por la otra punta, como el gran culebrón del pensamiento político.

El título, perdidamente lírico, es ya una elocuente muestra de lo que viene detrás: América Latina es un continente inerte, desmayado entre el Atlántico y el Pacífico, al que los imperios y los canallas a sus órdenes le succionan la sangre de las venas, esto es, sus inmensas riquezas naturales. Es tan plástica y tan melodramática la imagen, que hasta un grupo progre de músicos argentinos ha compuesto una canción protesta bajo su advocación, mientras la edición de Círculo de Lectores de Colombia, ilustrada por Marigot, exhibe en su cubierta una enorme bandera norteamericana en forma de cuchillo que destripa sin compasión a una Sudamérica que se desangra. Precioso.

¿Qué diablos es este vademécum del idiota latinoamericano? Es un libro didáctico. Es el libro definitivo para explicar por qué América Latina tiene unos niveles de desarrollo inferiores a los de Europa occidental o Estados Unidos. Y cada afirmación importante que va haciendo, su autor la anota en letra cursiva, con el objeto de que el lector perciba, por un lado, la sutil inteligencia de quien la ha escrito, y —por el otro— para que retenga la sustancia de la reflexión o el dato exacto, y así consiga alcanzar las bondades de esta ciencia infusa que se nos administra en párrafos arrebatados y certeros.

La estructura del libro también delata su condición de cartilla revolucionaria. En el prólogo se resume el contenido de la obra. Se puede leer el prólogo e ignorar el resto, pues todo queda atropelladamente dicho en las primeras veinte páginas. A partir de ahí, lo que se hace es poner los ejemplos para apuntalar las afirmaciones que se han ido vertiendo. Y esos ejemplos se organizan en torno a las riquezas naturales que nos roban los imperialistas desde el momento mismo en que los depredadores españoles pusieron un pie en el continente: el oro, la plata, el caucho, el cacao, el café, la carne, el plátano, el azúcar, el cobre, el petróleo, y cuanto vegetal, animal o mineral puede servir para alimentar al insaciable Moloch extranjero.

La segunda parte del libro intenta describir las razones que explican los fracasos latinoamericanos en sus esfuerzos por escapar de la miseria tradicional que embarga a las masas. Unas veces los culpables son los ingleses, otras los norteamericanos, siempre los traidores locales. El libro es un constante memorial de agravios montado desde el victimis-mo y la identificación de los villanos que nos martirizan cruelmente: los que importan nuestras materias primas; los que nos exportan objetos, maquinarias o capitales; las multinacionales que invierten y las que no invierten; los organismos internacionales de crédito (FMI, BID, BM, AID).


Artículo del periódico "El Nacional"

La ayuda exterior es un truco para esquilmarnos más. Si nos prestan es para arruinarnos. Si no nos prestan es para estrangularnos: «las inversiones que convierten a las fábricas latinoamericanas en meras piezas del engranaje mundial de las corporaciones gigantes no alteran en absoluto la división internacional del trabajo. No sufre la menor modificación el sistema de vasos comunicantes por donde circulan los capitales y las mercancías entre los países pobres y los países ricos. América Latina continúa exportando su desocupación y su miseria: las materias primas que el mercado mundial necesita y de cuya venta depende la economía de la región. El intercambio desigual funciona como siempre: los salarios de hambre de América Latina contribuyen a financiar los altos salarios de Estados Unidos y de Europa».

¿Hay buenos en esta película de horror? Por supuesto. Y es muy significativo quiénes son los héroes de este pilar de la bobería ideológica latinoamericana. En el pasado, nada menos que las Misiones jesuitas de Paraguay, los creadores de un sistema totalitario en el que los pobres guaraníes hasta tenían que hacer el amor al sonido de una campana. Y luego, en el mismo desdichado país, el enloquecido Gaspar Rodríguez de Francia, un dictador que, literalmente, cerró su nación a toda influencia extranjera, al extremo de sólo permitir dos bibliotecas, la suya y la del padre Maíz. ¿Por qué lo aprecia? Por sus esfuerzos de desarrollo autárquico, por su fiero nacionalismo, por no aceptar el librecambismo, por la militarización que impuso, por el inmenso papel que le asignó al Estado como productor de bienes, por la disciplina de palo y tentetieso con que sujetó a los paraguayos durante casi tres décadas, por su odio al liberalismo. ¿A quién más estima? Al estanciero Rosas, otro tirano, y por razones parecidas, a Fidel Castro, que ha hecho lo mismo que Rodríguez de Francia, pero con mayor torpeza administrativa, aunque Galeano es capaz de afirmar la siguiente falsedad sin el menor rubor: «En Cuba la causa esencial de la escasez es la nueva abundancia de los consumidores: ahora el país les pertenece a todos. Se trata, por lo tanto, de una escasez de signo inverso a la que padecen los demás países latinoamericanos».

Naturalmente, ese discurso sólo puede conducir a la violencia más insensata, como la desatada por sus compatriotas tupamaros. Veamos el párrafo con que termina su libro: «El actual proceso de integración no nos reencuentra con nuestro origen ni nos aproxima a nuestras metas. Ya Bolívar había afirmado, certera profecía, que los Estados Unidos parecían destinados por la Providencia para plagar América de miserias en nombre de la libertad. No han de ser la General Motors y la IBM las que tendrán la gentileza de levantar, en lugar de nosotros, las viejas banderas de unidad y emancipación caídas en la pelea, ni han de ser los traidores contemporáneos quienes realicen, hoy, la redención de los héroes ayer traicionados. Es mucha la podredumbre para arrojar al fondo del mar en el camino de la reconstrucción de América Latina. Los despojados, los humillados, los malditos tienen, ellos sí, en sus manos, la tarea. La causa nacional latinoamericana es, ante todo, una causa social: para que América Latina pueda nacer de nuevo, habrá que empezar por derribar a sus dueños, país por país. Se abren tiempos de rebelión y de cambio. Hay quienes creen que el destino descansa en las rodillas de los dioses, pero la verdad es que trabaja, como un desafío candente, sobre las conciencias de los hombres».

No hay duda: existe algo que Galeano odia con mayor intensidad aún que a los propios gringos, que a las multinacionales, que al liberalismo: la verdad, la sensatez y la libertad. No las soporta. No cree en ellas. Nos le merecen el menor respeto. Su única y más firme devoción es alimentar de errores y locuras a los latinoamericanos más desprovistos de luces hasta perfeccionar la legendaria idiotez ideológica que los ha hecho famosos. Por eso su libro le pone punto final al nuestro. Se lo ha ganado a pulso.

INDEX EXPURGATORIUS

«Lo malo no es haber sido idiotas, sino continuar siéndolo.»"


Saqué usted sus propias conclusiones. Por lo que a mi respecta, si el latino atesora respeto, debe respetarse a sí mismo. El problema no es de ideologías de izquierda o derecha, sino de los basamentos morales, en la axiología misma, paralela a los mecanismos económicos. Amad la educación sobretodas las cosas.




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4 comentarios:

  1. Estimado Corvo:
    Este artículo tuyo me causa diversas reacciones:
    Por un lado, leer a Vargas Llosa de esta manera -y a Galeano desde otra perspectiva- me ha sido muy interesante. Te felicito por poner el foco en este material.
    Por otro lado, no me ha agradado que dejaras todo suelto, en el tintero. Esperaba algunas reflexiones tuyas y no solamente un "saque sus propias conclusiones".
    En fin, sigo leyéndote, dentro de todo, me agrada lo que haces.

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  2. Muchas gracias por tus comentarios Nadie. En efecto, omití mis reflexiones aquí porque creo que el punto ya fue explicado suficientemente en ese extracto de Vargas Llosa (hijo).

    Os prometo que más adelante, si se puede, haré lo propio con ambos libros.

    Muchos saludos.

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    Respuestas
    1. para el tal corvo:haber pedazo de escoria putrida,como yo se que sois uno de tantos pedazos de basura iletrada que critica una ideologia que ni conoce,y rebuzna sobre lo que no sabe(ni el capital te lo habras leido analfabestia) solo os digo que recibir insultos de un idiota como tu es un alago,que si no veis los abusos del fmi y del gobierno de usa (cosa que cualquiera con dos dedos de frente vio en irak)sois un retrasado mental,que si no entiendes de politica y de economia,NO REBUZNES LAS TONTERIAS DE VARGAS LLOSA BESTIA y que te metas tu discursito anticomunista de "resentidos,si son pobres es por que no trabajan!" por el grandisimo ojo de tunputrido culo cerdo imbecil,por que cualquiera con 2 dedos de frente(no tu por que sois retardao) observa el daño de las multinacionales a la tierra(chernobil,los derrames de petroleo de la pemex,los transgenicos de monsanto etc...) y al pueblo latinoamericano( tazas de interes altas para pagar la deuda externa,devaluacion de la moneda,tratados de libre comercio nocivos etc..) asi que INFORMATE ANTES DE REBUZNAR BESTIA,Y NO REOITAS COMO LORO LO QUE VEIS EN LA TELE(que los dueños de esos canales tienen intereses particulares,al ser propiedad de alguna multinacional,te enteras imbecil)

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  3. seguro que Le corvo saco sus propias conclusiones solo, sin leer ese "libro" de Vargas. Me gustaria leer algo original.

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