domingo, 1 de agosto de 2010

"SUMA TEOLÓGICA". QUINTA VÍA.



A
continuación, la quinta y última vía para demostrar la existencia de Dios, concebida por el teólogo y filósofo Santo Tomás de Aquino.

“La quinta se deduce a partir del ordenamiento de las cosas. Pues vemos que hay cosas que no tienen conocimiento, como son los cuerpos naturales, y que obran por un fin. Esto se puede comprobar observando cómo siempre o a menudo obran igual para conseguir lo mejor. De donde se deduce que, para alcanzar su objetivo, no obran al azar, sino intencionadamente. Las cosas que no tienen conocimiento no tienden al fin sin ser dirigidas por alguien con conocimiento e inteligencia, como la flecha por el arquero. Por lo tanto, hay alguien inteligente por el que todas las cosas son dirigidas al fin. Le llamamos Dios”.

De forma transparente Tomás de Aquino expone su Quinta Vía en la forma que actualmente conocemos como el “argumento del diseño”, argumento clásico entre los teístas. Todo se puede resumir en la siguiente frase:

“Pues vemos que hay cosas que no tienen conocimiento, como son los cuerpos naturales, y que obran por un fin”.

Santo Tomás de Aquino escribió la Suma Teológica en el siglo XIII d.C. En aquel entonces, sin teoría de la evolución que ofrecer a la humanidad, era muy sencillo darle toda la razón acerca del argumento del propósito de cada cosa. Ahora sabemos que no existe tal cuestión, sino una adaptación gradual y muy lenta, que a través de millones de años ha moldeado cada elemento vivo a las circunstancias del ambiente. Se sabe hoy pues que no hay diseño en la naturaleza, hay adaptación.

De todas maneras, ¿es posible que existiese algo para refutar el argumento de Aquino en pleno siglo XIII? Pienso que sí.

Mucho antes que Tomás de Aquino, Protágoras de Abdera, en el siglo V a.C., había dicho que “el hombre es la medida de todas las cosas”. ¿Qué quiso decir con eso? Pues, que cada cuestión que rodea al hombre es impregnada de nuestra propia perspectiva como humanos. En pocas palabras, juzgamos nuestra realidad con base a nuestra propia humanidad.

En el caso que nos atañe, afirmar que los elementos de la naturaleza que no tienen conocimiento de sí mismos tienen un propósito en específico, es una falacia por ser nosotros los dadores de dicho propósito. De hecho, el condicionamiento inicial de que tiene que haber un propósito también es falaz y es oriundo del humano, específicamente de su capacidad de planificación a largo plazo. Creemos en el propósito porque simplemente somos capaces de imaginar el futuro. Por ello planteamos objetivos para hacer de él uno que nos gustaría. y son dichos objetivos nuestros sentidos de existencia. Sin imaginación de futuro no hay propósito. Así de simple.

Entonces, no sólo queda la Quinta Vía refutada por argumentos actuales evolucionistas, sino que 1800 años antes, Protágoras ya sabía que todo lo que pudiéramos elucubrar como seres humanos acerca de la naturaleza estaría impregnado de humanidad. Menester sería decir que no sólo el argumento del diseño caería en esa premisa griega, sino también la misma existencia de los dioses. No en vano todos los dioses que han existido en la historia de la humanidad han sido demasiado humanos. ¿Por qué todos los dioses se parecen? Porque todos los humanos se parecen.

Con esta entrega se cierran entonces los argumentos de Santo Tomás de Aquino a favor de la existencia de Dios. Independientemente de que no sean convincentes, es importante honrar a Aquino como uno de los primeros teólogos que apostaron por la razón y por la profundidad de pensamiento para hallar las verdades. Merece el agasajo que todo filósofo se gana al hacer la labor más sublime y más difícil: utilizar el razonamiento humano.

Muchas gracias a todos los lectores.





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