sábado, 17 de julio de 2010

"CON EL FAVOR DE DIOS"




S

iendo parco, me enfocaré rápidamente en lo que implica la solicitud de favores hacia una deidad, no sin antes expresar mi asombro ante el hecho de que los teístas más acérrimos no hayan caído en cuenta de tales consecuencias. Supongo que es obra de los dogmas. Pero he aquí mi Némesis:


Dios te hace un favor. Implicaciones:


1) Existe un dios

2) Ese dios interfiere hipotéticamente en aspectos de la vida humana para realizar el favor.


Del punto 2, se presentan las siguientes alternativas:


2.1) Dios interfiere en TODOS los aspectos de la vida humana: Todo está configurado de manera inflexible, desde el punto de vista de nuestros deseos. Todo, basado en un plan o no, estaría regulado por ese ente divino, lo cual implica la no existencia del libre albedrío. Por lo tanto, poco podemos hacer para que dios nos confiera favores o modifique el futuro por medio de los ruegos. Nuestras plegarias y agradecimientos en este caso serían necias y fútiles.


COROLARIO: El libre albedrío deja de existir si un dios es omnipotente y además desea ejercer su omnipotencia en todos los asuntos de la vida humana.


2.2) Dios interfiere en ALGUNOS aspectos de la vida humana: El libre albedrío sí existe, por lo menos en ciertos aspectos, lo cual implica que el futuro sí puede ser afectado por nuestros ruegos.


Aquí vale decir que para que ese dios tenga aún la majestad de la omnipotencia, el mismo puede pero no quiere afectar la vida humana en su totalidad. Si ese ente no fuera omnipotente sería otra cosa, no un dios.


2.3) Dios interfiere en NINGÚN aspecto de la vida humana: El libre albedrío existe a plenitud, lo que nos hace responsables absolutos de cada decisión que tomamos. Es la libertad plena de elegir y ver el mundo como lo deseamos. En esta alternativa, puesto que nada está ordenado metafísicamente (no hay control de dios sobre el universo, bien porque no quiere, porque no puede o porque no existe), dios se hace completamente prescindible. Si existe o no, se torna irrelevante. Nuestras plegarias y agradecimientos en este caso serían necias y fútiles.


Vemos que de todas las alternativas, es la 2.2 la que podrían salvaguardar los creyentes. Redefiniendo se tiene entonces:


Dios te hace un favor. Implicaciones:


1) Existe un dios

2) Ese dios interfiere en ciertos aspectos de la vida humana para realizar el favor.


De nuevo, refinando otra vez al punto nº 2, se tienen dos opciones:


a) El favor no se realiza.

b) El favor se realiza parcial o totalmente.


En la opción a) dios no quiere o no puede realizar el favor que se le pide. Esta respuesta es la más trivial de todas las posibles a la hora de plantear el problema de los favores divinos. Sin embargo, es bastante curioso (por no usar un eufemismo más hiriente) que éste sea el caso que estadísticamente más se repite en todas las peticiones. En la praxis es fácil comprobar la asombrosa desproporción que hay entre los favores recibidos y los no recibidos, éstos últimos muchísimo más frecuentes que los primeros.


Os invito a pedir justo ahora, a la divinidad que más desee, que llueva en sus alrededores. Sin duda, en algún rincón del mundo lloverá, incluso puede llover cerca de usted al momento de pedirlo. Pero compare eso con todas las personas que lo pidieron y no se les cumplió. Ese es el punto.


Respecto al punto b), último bastión del creyente de los favores divinos, tenemos unas serias consecuencias morales, conceptuales y perceptivas acerca de lo que conlleva que un dios cumpla nuestros deseos.


La primera cuestión a hacer notar es que puede existir un error perceptivo entre la causa y el efecto. Retomando la invitación sugerida anteriormente, uno pudiera pedir como favor que lloviese. Suponiendo que se cumpla, debido a prejuicios cognitivos y culturales, el creyente le atribuiría inmediatamente la causa de la lluvia a su dios, lo cual envicia las verdades.


No pasan por su mente cuestiones más lógicas (y comprobables) como la evaporación del agua, como la presión atmosférica, la nubosidad o la factibilidad de que eso pudiese ocurrir. Tampoco, si el evento resulta francamente inexplicable, toma la postura responsable de reconocer que por lo pronto no sabe la causa de la lluvia. Decide más bien, muy seguramente de forma intempestiva, que lo que ha obrado en la naturaleza es un milagro. Atribuye pues, probablemente bajo una interpretación errónea (aún aunque las estadísticas estén en contra) que existe una relación entre su petición y la lluvia, y que además dicha petición es concedida por un dios que casualmente es su dios de preferencia.


Esto último constituye un abreboca para considerar lo siguiente: Si se supone que un dios obra favores, se tiene que sopesar con absoluta seriedad que vivimos en un universo holístico, es decir, que cada evento que ocurre repercute de alguna forma u otra sobre otro evento, aún a pesar de que no sea evidente para nosotros que eso ocurra. Se puede pedir que la lluvia aparezca delante de nosotros, pero sin duda alguna esa lluvia que solicitamos afecta nuestro entorno de maneras que pueden ser hasta insospechadas.


En ese orden de ideas, cabe la pena destacar que al ser complacidos con favores, somos de alguna manera, así sea minúscula, diseñadores del curso de la historia. El orden original de los sucesos se ve perturbado por nuestros caprichos, necesidades, anhelos o peticiones, y por un dios que contempla y complace dichas carencias. Asimismo, es justo preguntar por qué la historia ha de cambiar por nuestras peticiones. ¿Quiénes somos para ostentar tal derecho, al punto de hacer cambiar la opinión original de un dios? Si es posible eso, ¿por qué catalogarlo como dios?


Muy relacionada a esas ideas se encuentra ésta otra: Si un dios es capaz de modificar la estructura del universo sólo para complacernos, necesariamente alguien (cualquier ser viviente) debe verse perjudicado por nuestras peticiones. Eso tiene implicaciones morales muy graves.


COROLARIO: Un dios que concede favores aún a cuestas de contradecirse moralmente no es un dios moral.


Dicho sea de paso, los dioses morales (los dioses buenos, malos o buenos –malos) NO existen, no sólo porque la moral no existe, sino porque de existir, Epicuro de Samos ya ha demostrado la inconsistencia de esta clase de divinidades. Leer Psicología de un dios.


Cuando un dios concede favores, no sólo se hace cómplice de lo que ya se ha explicado, sino que también ese dios se trivializa. En efecto, un dios que hace llover se rebaja a una nube, un dios que hace salir bien al estudiante en la prueba se rebaja a un compañero de estudio que susurra respuestas, un dios que ayuda a llegar rápido a cierto lugar determinado es un taxista, un dios que concede salud es médico, y así sucesivamente.


Entonces no solamente entraña una contradicción (en ciertos casos) que tal clase de dios, si es que es un dios, exista, sino que permanece también una contradicción por parte de los creyentes para con el trato del ser que consideran divino. Solicitar favores a un ente de tal majestad es una falta de respeto, tanto para el dios como para ellos mismos.


Lo más grave de la petición de favores incurre cuando se pone en entredicho la omnisciencia o perfección de tal dios. Supongamos que bajo una hipótesis dada, un ente divino denominado dios concede un favor. Si la hipótesis preestablece que ese dios es perfecto, la concatenación natural de los eventos que dicho dios ha creado ha de ser perfecta también. En pocas palabras, el universo y su historia se desarrollan en absoluta perfección (así no todos estemos de acuerdo con tal perfección).


Bien, eso es bajo la propuesta de un orden de los eventos original. ¿Qué sucede cuando un creyente solicita un favor y le es concedido? La historia se altera, y su curso original es desviado. Ergo, su perfección también ha de cambiar. Lo que antes estaba estipulado de forma perfecta ya no lo es; y en vista de que es incongruente hablar de “infinitas posibilidades de perfección”, no queda otra alternativa que la evidente imperfección del curso de los eventos.


Esto contradice la perfección (total) de ese dios o contradice su omnisciencia.


Habiendo discutido las características más resaltantes de lo que solicitar ayuda divina implica, la única esperanza teísta para ser atendidos por un ente divino “superior” es:


  • Que ese ente divino exista.
  • Que ese ente divino no sea moral.
  • Que limite parcialmente el libre albedrío de los seres humanos.
  • Que sea caprichoso (no siempre cumplirá).
  • Que tenga perfección parcial (con lo cual ya no es perfecto).

Bien, finalizado ésto sólo quedaría preguntar: ¿Si un ente con las características anteriores existe, por qué le llamamos dios? ¿Qué diferencia tiene con un duende o un genio de la lámpara mágica?


Que viva la libertad.





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7 comentarios:

  1. Me parece una buena exposición del tema y me agrada el orden en el que lo presentas.
    El final, sencillamente excelente, genial.
    Una vez más, orgullosa de ser tu amiga,compañera y más...

    ¡Que viva la libertad!

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  2. Me gusta la siguiente idea:

    "Cuando un dios concede favores, no sólo se hace "cómplice de lo que ya se ha explicado, sino que "también ese dios se trivializa.

    Aunque si Él se quiere trivializar, es su problema. Para eso se le presume omnipotente.

    Pero pienso que si existe y es omnipotente, entonces no necesariamente tiene que ejercer todas sus facultades todo el tiempo, sino sólo en los momentos en que le cuadra (conjunto de momentos que puede ser arbitrariamente grande).

    Por otra parte, si no hay libre albedrío para los seres humanos, entonces quienes rezan están necesariamente obligados a hacerlo y lo harán de todos modos, sin importar si les parece efectivo el proceso o no.

    En último lugar, podría ser que determine las plegarias que debe cumplir para optimizar el grado de felicidad alcanzable para el conjunto de seres humanos. Seguramente, al complacer a unos hunde a otros. Pero si hace eso, no es necesario rezar a menos que sea sólo benevolente de forma discrecional (es decir, para algún o algunos grupos de acólitos).

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  3. Saludos José.

    De acuerdo contigo. La facultad de la omnipotencia da, justamente, para todo; aún para que un dios desee auto-trivializarse. Expuse ese punto no tanto para analizar la perspectiva de ese dios sino para analizar la del creyente. Pienso que entraña una contradicción magnificar y alabar a un dios y luego trivializarlo.

    Respecto a lo de que no necesariamente tiene que ejercer su omnipotencia en nuestras vidas a cada instante, también estoy muy de acuerdo contigo. Precisamente así esquematizo mi disertación, ya que sí ese dios interviniera a cada instante, las súplicas y peticiones de los creyentes no tendrían sentido. Igualmente, si ese dios no interviniera en ningún instante, las súplicas y peticiones de los creyentes tampoco tendrían sentido.

    Sólo con intervenciones esporádicas de algçun dios es que cobra factibilidad la peticón de favores, por lo menos en primera instancia.

    Lo de la optimización del grado de felicidad, 1jejeje! me causó mucha simpatía. Hay dos alternativas para esto, de ser tu tesis cierta:

    1) Dios necesita evaluar las peticiones de los humanos para determinar así el mejor camino posible para la felicidad general. Eso implica que Dios no sabe qué pasará en el futuro, pues necesita de la información presente para optimizar la vida. Eso refutaría su omnisciencia.

    2) Dios SÍ sabe lo que pasará en el futuro, así que sabría también cuál es el mejor camino de los eventos para optimizar (si esa fuera su objetivo) la felicidad. Eso sería independiente de las peticiones, y no sólo eso, implicaría que no tenemos libre albedrío. Aquí cabe la frase cliché de "lo mejor es lo que pasa".

    Muchas gracias por tus comentarios y bienvenido.

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  4. Mi estimadísimo Le Corvo:
    Soy Carlos Odín de "Ateísmo para cristianos"; me encanta la manera en que expones tus ideas con una total lucidez y capacidad de análisis, tanto en tu blog como en el de Noé Molina.
    Es la primera vez que entro a tu blog, pero te aseguro que no será la última, felicitaciones por tu gran trabajo mi hermano.

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  5. Carlos, muchísimas gracias por tus alicientes palabras. Me ha encantado que te gusten. Por favor, siéntete bienvenido a este blog y se libra de comentar lo que desees.

    Un saludo.

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  6. "El sabio no desea lo que no tiene y acepta todo lo que llega por sí mismo" (Bhagavad Gita)

    En otras palabras, exista o no Dios, pedir favores a un Dios es necedad. Y creo que tu análisis o deja bien claro.

    Algunos detalles:

    1) Si Dios sabe todo (pasado, presente y futuro) y ya planeó todo, quizás la concesión de ciertos favores a individuos particulares está dentro de sus planes. Quizás esa concesión es necesaria para que todos sean felices.

    2) Quizás que todos sean felices no es el plan de Dios. Siendo Dios omnibenevolente por definición "ortodoxa", ése debería ser su plan; pero en tu análisis no tienes en cuenta que -quizás- existen muchos mundos diferentes y -quizás- éste no es el mundo donde todos pueden ser felices al unísono.

    3) Si (2) es cierto, entonces se entiende que organizar este mundo no es tan simple como parece, especialmente si aceptamos el libre albedrío. Un Dios que haya creado este mundo no podría intervenir demasiado a fin de respetar la libertad, pero debería intervenir lo suficiente para asegurar que no haya un nivel de infelicidad exagerado, para que se cumpla la Justicia Divina, etc. O sea, volvemos al punto (1) Quizás la intervención parcial en ciertos momentos, a favor de ciertas personas, es necesaria para asegurar todos esos factores. En otras palabras, tu análisis es muy rígido, absolutista: o Dios interviene o no interviene. Pero existe un punto medio.

    Podemos concluir junto contigo que pedirle favores a un Dios pensando que él los concederá necesariamente es una necedad. Es mucho más inteligente intentar aprender a solucionar los asuntos yo mismo. Al fin y al cabo, si tal dios está complacido conmigo, seguramente me favorecerá de algún modo, más allá de que se lo pida, por el sólo hecho de ser benevolente. Y si no lo hace, de cualquier manera tarde o temprano solucionaré los problemas por mis propios medios.

    Me encanta tu análisis porque muestra claramente que ese tipo de religiosidad pedigüeña es simplemente un absurdo.
    Sin embargo uno puede concebir los asuntos divinos de otra manera. Los invito a leer mi blog "La Central del Sur", que no trata de religión ni de Dios, pero sí tiene fuerte contenido metafísico. Y si no les agrada la metafísica, de todas maneras tengo otro blog no metafísico donde propongo intentar llegar a ciertos conceptos de carácter universal, de modo de proporcionar una base para la unión mundial de la clase intelectual, éste último se llama "Conceptos universales para la unión mundial". Si lo visitan por favor por favor dejen comentarios.

    Saludos.

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