jueves, 18 de febrero de 2010

DEVAES



La rebeldía convertida en una ideología se llama anarquía. Convertida en un símbolo, se morfea en la fotografía clásica del “Guerrillero Heroico” (la imagen típica del Che Guevara). Convertida en música, encontramos al punk. Pero refinada, saliendo de una crisálida y convertida en una suerte de inconformidad madura y respetuosa, podría llamarse Devaes.
Justificar a ambos lados
En primer lugar, hay que dejar sobre la mesa, explícitamente, que Devaes es una propuesta artística. Lo curioso de la misma es su carácter pragmático, puesto que a través de ella se busca un equilibrio de poderes entre los ciudadanos, las corporaciones y los gobiernos. Pronto se hace evidente que ante tal panorama se está hablando de consecuencias cuantitativas y tangibles. Oscar Wilde decía “todo arte es inútil”, opinión que, vale acotar, no es nada peyorativa (más bien se refiere al hecho de que el arte, por definición, no puede ser utilitario). Más aún, dicha opinión es compartida por algunos artistas que conozco. Sin embargo, desdeñe al arte o no, a Kelvin Huggins, creador de Devaes, no le interesará mucho.

Devaes es una idea compleja, ambiciosa y poderosa. Basándose en la Declaración de los Derechos Humanos y en la Declaración de los Derechos del Hombre como principios supremos, y usando como arma el espejismo del dinero fiduciario y la tecnología de la comunicación, Kelvin propone la creación de una gran nación virtual, con sus propios símbolos, su propia moneda y su propia bandera, que prescinde de gobernantes y militares. Se reconoce la soberanía de cada país, más sin embargo se les denomina como regiones, en donde las fronteras políticas se entienden como ilusorias y se supeditan a las diferencias culturales. En pocas palabras, en Devaes no hay países, hay culturas.

Cualquier persona puede ser ciudadano de Devaes siempre y cuando respete su código y colabore para con la misma, en la manera que desee, el tiempo que desee. Lo que se gana con participar en esto es poder, auditoría, respeto al individuo. Devaes anhela ser un contrapeso basado en el poder de cada individuo que balancee la voracidad de las corporaciones y la indiferencia de los gobiernos.

Un pensamiento inmediato en la mente de los más escépticos es la idea de utopía. Kelvin Huggins sostiene que no hay utopía en la concepción de Devaes, puesto que las herramientas para su ejecución existen. De hecho, la primera interfase virtual de Devaes ya está operacional, incluyendo el pasaporte y la ciudadanía.

Vaticino que Devaes tendrá enemigos y trabas, auguro que su propia ideología puede jugarle un revés, y existen probabilidades de que no funcione (aunque Kelvin esté seguro de lo contrario). Sin embargo, los invito cordialmente a participar, no solamente porque no se pierde nada, sino porque se gana bastante. El poder de uno en consonancia con el poder de muchos es la garantía de que esta propuesta artística tendrá raíces profundas. Kelvin cree en la potencialidad de la fe humana. Yo creo la potencialidad del egoísmo de todo ser vivo. Por eso, irónicamente, y a pesar de partir de perspectivas distintas, ambos confluimos en la factibilidad de Devaes.

Puedes obtener más información de Devaes a través de este enlace:

"Devaes en español"


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