domingo, 21 de noviembre de 2010

ENTENDIENDO LA NATURALEZA DE DIOS


A
seguro con toda responsabilidad que el concepto de Dios es del tamaño de la conciencia de cada persona. Eso pudiera ser una primera explicación para la gran variedad de deidades que han revoloteado de civilización en civilización en la historia de la humanidad desde que el hombre optó por la desrealización ante la crudeza de su propia muerte. Y ante el afán de muchos de unificar todas las concepciones en un solo ente, es necesario decir que muchas de esas deidades no solo son incompatibles entre sí, sino que son diametralmente opuestas. ¿Cuál es el verdadero Dios? O mejor aún es preguntar, a pesar de mis líneas anteriores: ¿realmente existe Dios?

Sin ánimos de repetir los debates eternos entre la existencia y la no existencia de las deidades, existe una manera, pienso, de acceder a la esencia misma de lo que podría ser ese dios en caso de existir. El igteísmo, como posición escrupulosa, establece que para debatir acerca de Dios es menester primero dejar en claro sus características. Este esquema igteísta es bastante útil, no sólo porque aporta una claridad previa acerca de los términos a utilizar en posibles debates acerca de las deidades, sino porque a través de su esquema muy bien puede descartarse lo que no es Dios.

No se puede demostrar la no-existencia de Dios, puesto que en términos de lógica no se puede demostrar las preposiciones negativas. No es posible negar a Dios, de la misma manera que no es posible negar a cualquier otro ente alocado fruto de la imaginación. No se puede negar, por ejemplo, la existencia de un unicornio rosado metafísico, pues, para demostrar su inexistencia sería necesario revisar cada rincón minúsculo del universo, real e imaginario, para comprobar que en efecto no existe. Obviamente esta empresa estaría condenada al fracaso. No se puede atacar el problema desde una perspectiva negativa, sino desde una afirmativa. Obviamente, el no poder demostrar la inexistencia de un ente no es prueba en lo absoluto de su existencia.

En efecto, no se puede demostrarEl igteísmo es la clave para entender a Dios. la inexistencia de Dios, pero, para los que sí afirman su existencia, sí se puede verificar que la afirmación es correcta o no. Para ello entra en escena justamente el igteísmo, señalando que ya que se asegura la existencia de Dios, definamos entonces sus características para poder evaluar correctamente la veracidad de su afirmación. Esto conduce al problema de Dios hacia un proceso de descarte, por medio del cual toda la bruza imaginativa del hombre queda expelida para quedarnos solamente con la esencia verdadera.

Este servidor, a través de Aforismos Clarividentes, se propone a abordar el problema de Dios desde, como se ha dicho, la perspectiva igteísta, y bajo un estudio sistemático dividido en 3 categorías. Las categorías corresponden a 3 niveles de profundidad y/o complejidad (ascendente) respecto a este tópico, a saber:

1) La concepción de Dios por tradición, autoridad o revelación.
2) La concepción de Dios desde la filosofía antes de Inmanuel Kant.
3) La concepción de Dios desde la filosofía después de Inmanuel Kant.

La razón de este punto de partida subyace en la facilidad inherente de dividir el problema complejo de la verificación de las deidades en tres conjuntos de análisis más sencillos que el problema principal. A su vez, se emprende por el conjunto más sencillo de analizar para continuar hasta el más difícil, que como es de sospechar, es el planteado por la filosofía contemporánea, después de Kant.

La ambiciosa y larga tarea que comenzará a partir de ahora en Aforismos Clarividentes será la de hacer un recorrido desde las creencias más básicas y proto-religiosas (como el animismo, el shamanismo y afines) hasta las complejas consecuencias de la ontología basada en la vida, correspondiente a la época actual en filosofía. Este espacio se alimentará, por tanto, de variados contenidos correspondientes a cada una de las categorías anteriormente mencionadas, con la misión final de extraer las conclusiones globales y consecuencias directas de cada una de ellas.

Se espera, pues, que al final del recorrido, luego de haber ascendido de los misticismos básicos a la filosofía contemporánea, extraer la esencia de aquello que se llama usualmente como Dios, lejos de todo el envoltorio impreciso, sesgado e ilusorio que a lo largo de los siglos ha tenido como caparazón. Y con el resultado obtenido, independientemente de si acontece una negación o una afirmación de la divinidad, se sugerirá una base ética con la cual transitar con solidez en el transcurso de la vida.

Muchos saludos, y que tengamos suerte.





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